Este tío al parecer, hasta que no tuvo cerca de los 20 años, no salió de las favelas brasileñas. Tanto es así, que cuando podía (y cuando no también), se cogía un vuelto Milan-Brasil, y allí, nada más aterrizar, se metía en el corazón de las favelas y se quedaba días completos con su "familia"; todos ellos narcotraficantes y mafiosos de la zona. Claro, en ese lugar, no hay periodista que tenga valor de entrar allí, con lo que se quitaba la prensa de un plumazo, y él allí, tan tranquilo... como es de la familia...
Una pena para los amantes del buen fútbol, sin duda alguna...