17 años ya de aquel gol con el que nos cambiaste la vida.
Madre mía.
Imposible de olvidar, como lo es el presentimiento que tuve la mañana de aquel 27 de abril de 2006 de que la ansiada final de Eindhoven pasaría por tus botas.
Infinitas gracias, Antonio.
Vamos juntos a por la séptima.