Montes Cabeza, el último pizjuanista
POR DAGUERRE
Día 06/02/2012
CIFRA Eugenio Montes Cabeza hizo realidad la terminación del estadio Ramón Sánchez-Pizjuán
El actual Sevilla, este Sevilla al que la gestión del consejo que preside José María del Nido ha llevado a cimas que eran impensables hace un decenio, no sólo rompió definitivamente el hielo de la frustración —frío glacial de lustros de decepciones— que mantenía al club congelado en la mediocridad, sino que terminó con la gelidez institucional que se había venido mostrando desde dentro hacia la historia de la sociedad —con todos sus altibajos— y quienes la hicieron posible. En esa historia, y con letras de oro, está escrito el nombre de Eugenio Montes Cabeza, trianero de la calle Castilla y epígono del presidente del sevillismo por antonomasia —Ramón Sánchez-Pizjuán— cuya enorme categoría rezumaba un exquisito señorío.
La fatalidad parecía cómodamente instalada en Nervión cuando Montes Cabeza —el equipo en Segunda, dimisión de José Ramón Cisneros, muerte de Berruezo...— dio el paso al frente en tan delicada coyuntura para sentarse —26 de enero de 1973— en el sillón de Don Ramón como hombre de consenso. José María del Nido padre había planteado candidatura, pero la retiró cuando supo de la decisión de Montes, a quien apoyó. Don Eugenio conoció la amargura de la tarde triste de Linares —mayo de 1974— cuando el equipo se jugó eludir la promoción a Tercera y el éxtasis de la noche —noviembre de 1982— del Paok en Nervión.
Fue también —Franco aún vivía— quien recuperó la primigenia denominación anglófila de Sevilla F. C., abandonada forzosamente en los años 40. Con la imprescindible ayuda de Gabriel Rojas, otro grandísimo sevillista y su sucesor electo como presidente tras haber dimitido el 7 de febrero de 1984, logró rematar en septiembre de 1975 el santuario del sevillismo, el estadio que lleva el nombre de su maestro en la abogacía y en el sentimiento blanco y rojo, cuyos hierros sangraron durante tantos años tanto moho a una intemperie que dio pábulo al mote que zahería.
A Montes Cabeza, federativo nacional que logró la derogación del derecho de retención sobre los futbolistas o que por primera vez se fijara una norma para el cobro por la retransmisión de los partidos, sólo le faltó un éxito deportivo de fuste con el Sevilla, a pesar de las contrataciones foráneas de Bertoni, Scotta o Pintiño o la clase canterana de Rubio, Montero o Francisco.
El último pizjuanista —segundo mandatario tras Don Ramón en años de permanencia en la presidencia— volvió a conocer —Sísifo en Nervión— otras dos caídas del equipo en Segunda, pero también la gloria europea de Eindhoven, Mónaco y Glasgow. Hombre de fútbol, su contrato con la vida acabó un 30 de junio, el de 2008, con casi 93 años, un día después de que España volviera a ganar la Eurocopa, aunque su título más querido fue el de haber sido desde 2006 socio número 1 de «su» Sevilla F. C.
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