El pasado jueves no hacía calor. Nada de calor. Corría una brisa de poniente que bajaba la temperatura del Ramón Sánchez Pizjuán hasta unos 25 º (en pleno mes de Agosto).
El pasado jueves había una cita con el pasado. “Llevemos todos nuestra centeraria para hacer un mosaico”, decían algunos. Unos la llevaron. La mayoría no. No hubo mosaico. Ni siquiera se cantó el himno del centenario en condiciones. Unos por un lado, otros por otro. Había espectación. Inseguridad. Deseo, ilusión, pero también desconfianza.
Y comenzó a rodar el balón. Y a las primeras de cambio, esa inseguridad se volvió realidad. Gol de los alemanes. No pasa nada. No estamos jugando mal. Precipitados sí, pero las lineas están más juntas y somos capaces de encerrar al contrario en su campo.
Ocasión tras ocasión, la desconfianza se volvió esperanza. “A lo mejor tenemos un poco de suerte” me comentaba mi compañero de asiento. A esto un rebote y un gol. Empate. Ya sólo nos falta uno.
Y ese uno nunca llegó. Dolor. Zozobra, angustia, ansiedad, desasosiego, ansiedad.
Y aquí me veo. Frente a un desaliñado camarero bebiendo un vaso de agua, intentando repasar que hemos hecho mal. Por qué no veremos a nuestro equipo jugar los jueves esta temporada tras ocho años seguido haciéndolo.
Y repaso la historia presente. ¿Seis títulos? ¿Cómo antes hacíamos títulos como churros para refregarselos hasta al Real (de Madrid) y ahora somos incapaces de pasar una sóla eliminatoria? ¿Qué es lo que no estamos haciendo que antes sí teníamos?
Buche al vaso de agua. Cambio de corriente. Desde hace unos años, Del Nido ha cambiado su discurso ambicioso y fanfarrón por el prudente y carente de contenido. Según me vaya según comento hoy y mañana ya veremos.
Buche al vaso de agua. Planificación. Hace unos años era el 15 de Julio y ya conocíamos los jugadores, la mayoría con coste cero y con un hambre del quince, a todos nuestro jugadores de la siguiente temporada algunos con ficha enorme. Otros con fichas más bajas pero todos con ganas de hacerlo mejor que Javi Navarro o que Martí o el que estuviera.
Buche al vaso de agua. Estructuras. Dice del Nido que existen y que gracias a ellas hemos conseguido estar dónde estamos. Pero ¿Dónde estamos realmente?
Llamo al desaliñado camarero y cambio mi vaso de agua por un Gin Tonic ya que tanto aguar el estomago me turba el pensamiento.
Y hago sonar los cubitos. Estamos como en el 2002. Un buen entrenador. Una joven plantilla. Con futuro.Ilusión por hacer las cosas bien. Canteranos con calidad. Sólo falta despedir a Kanouté con honor y romperemos con ese maldito pasado que nos ata a la titulitis. Somos el Sevilla del 2002 y en ese Sevilla no había exigencias. Había esperanza pero todo nos vino de sopetón. Un Alves que rompió. Un Navas que se salía. Kanouté que decían que no marcaba goles y aquí los hacía como churros. Luis Fabiano, Puerta, Adriano, Poulsen, Palop, Keita... Todos estos salieron de la venta de Reyes, Baptista y Sergio Ramos. Y nos dió para seis titulos que no está nada mal.
Y buche al Gin Tonic. Como en el 2002 nos queda animar y animar. No exigir sino esperar. Son jóvenes. Muy jóvenes. Quizás alguno se salga de línea normal y rompa. Quizás consigamos un Arsenal de la vida y comencemos a volver a planificar en condiciones. O quizás no. Mientras tanto, al Sánchez Pizjuán a empujar al equipo cuando éste salte al campo.
Y el último sorbo. Sólo falta que nos equiparen el carnet a los precios de aquel año. Y Romaric... que se aprenda de una vez que traer gordos o cojos no hace sino perjudicar a la esperanza. Perjudicar a la ilusión. Perjudicar al grupo. Porque como entonces, en el 2002 se tenía el convencimiento, la fe y la certeza que se estaban haciendo las cosas bien, ahora también es necesario para todos recuperar esa sensación.
VIVA EL SEVILLA !!!
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