Estoy acojonado desde que me he enterado que acaba contrato en Junio.Pensaba que le quedaba al menos dos temporadas más y que lo que se pensaba hacer era subirle sus emolumentos y la clausula.Pero lo que me aterra es que se puede ir gratis a final de temporada.....Al final de temporada.Gratis.
En Enero ya es libre para firmar con quien quiera.
Según prensa inglesa, Pellegrini lo quiere para el M.City.
Por otro lado, genial la entrevista de
Orgullo de Nervión a D.Carlos Salvador Bilardo sobre Banega y el Sevilla:
Bilardo, genio y figura del fútbol argentino
«Banega sólo necesitaba ser feliz y Sevilla se lo ha dado»El mítico técnico argentino relata sus impresiones en torno al mediocentro y recuerda con nostalgia algunos de sus capítulos más curiosos
Carlos Salvador Bilardo, 76 años, en estado puro. Todo un lujo. Comienza hablando del buen momento del jugador del Sevilla FC Banega y termina haciendo un análisis del fútbol y de la vida. «Un buen futbolista técnico puede ser un buen jugador tácticamente, pero uno que sea bueno en la táctica y regular en la técnica… créame que será difícil que mejore. Podés enseñar algunas cosas. ¡Otras salen de dentro! Y Éver Banega es uno de los elegidos. Él mueve el balón. No hay tantos como él. Le da sentido. Yo dije que si fuera el Sevilla me la jugaba con Banega porque no soy tonto. ¡Es lo normal! Cuando salió en Boca Juniors se vio a un chiquito especial, distinto. Luego, por unas circunstancias u otras, terminó bajando y desapareció algo. Banega sólo necesitaba ser feliz y yo sabía que Sevilla se lo iba a dar».
—¿Por qué?—Porque la felicidad cuenta mucho. Es la base de la existencia. La gente se olvida de que el futbolista es persona, que sufre, que si está mal… pues se pierde. En el fútbol hay que tener muy en cuenta estos aspectos. ¿Sabe lo que hacía yo? Hablar mucho con los chicos. Uno a uno. También hablaba mucho con los familiares. Con los papás si era soltero o con su mujer si estaba casado. Me iba a sus casa y les decía a sus mujeres que estuvieran tranquilas, que el trabajo de sus maridos no era normal y que yo me encargaba de todo en Sevilla.
—¿Se puede tener todo controlado?—Por supuesto. En el fútbol, sí.
—¿Y en la vida?—Bueno…
—¿Cuándo decidió o supo que era tan metódico?—Cuando un profesor, en la escuela, me dijo, cuando me equivoqué en una fecha de un autor que estábamos estudiando, que no era lo mismo decir que una persona fallecía el 6 de mayo de 1933 que el 6 de mayo de 1953. ¡Qué barbaridad! Hay que tenerlo todo bien preparadito. Controlado. Es como en medicina, cuando hice los estudios. Métale usted una dosis de un fármaco de 0,8 en vez de 0,5 a un paciente. A ver qué le pasa al enfermo. Es sólo cuestión de trabajo.
—¿Cuánto de trabajo?—Ahora, cuando veo un noticiero y escucho: «qué córner tan bien tirado» o «cómo se nota que fulanito conoce al rival»… me entra la risa. A mí, cuando empecé, me decían que era el antifútbol, que eso no servía para nada. ¿Sabe quién era Osvaldo Zubeldía? ¡Un grandísimo entrenador! Cuando yo era jugador suyo me dijo:«usted se va a ir a Colombia a ver el partido Millonarios-Cali y a ver qué me dice». Ojo, yo era futbolista entonces. Año 1967. Eso es trabajo. Lo mismo sucede si usted es pianista. Tendrá que tocar y escuchar mucho. De todo.
—¿Cómo hacía mejorar a los jugadores del Sevilla?—Muchas maneras. Está la parte psicológica, que esa la manejaba bien. Y luego, si usted tenía problemas con la izquierda, pues se me quedaba 20 minutitos más después del entrenamiento ensayando con la izquierda. Yo, como sé que se podía hacer un poco pesado, le dejaba a los chicos que trajeran sus cassettes y pusieran la música que quisieran. También utilizaba un cassette mío en Sevilla.
—¿Qué música ponía?—No, no. Era un cassette con gritos de aficionados. Todo el tiempo. Erre que erre. Lo ponía cuando ensayábamos penaltis. Así se metían la tensión mejor. Por cierto, ¿sigue en España el programa ese que ponía todo el tiempo una cámara en el campo?
—¿A qué se refiere?—¡Uff! Ese programa que me vigilaba en Sevilla. No se qué… después. O algo así.
—¿El Día Después?—¡Correcto! Me tenían loco. Me mentalizaba que iban a aparecer partido a partido. Se lo decía al chico:«Déjame un poco tranquilo hoy, ¿no?». Me decía que sí, pero no sé cómo siempre aparecía yo en la televisión. Protesté mil veces. Pero me decían que tenían derechos. ¿Pero qué derechos si estaban pegados a mí como si fueran jugadores? Al final tuve que usar algunas estrategias. Cuando ya estaba muy cansado me ponía un cartelito en el que puse Iberia. ¿Se acuerda? Hacía publicidad en Sevilla y se les rompía todo (rompe a reír). Lo de Iberia lo hacía sin que me pagaran nada, ¿eh? Nunca. Ni un pasaje de avión. Era para romperles la historia. ¡Que no me enfocaran! Lo de «los coloraos son los nuestros» salió por eso. Pero hay cosas que seguro que nunca supieron…
—¿Cuáles?—Algunas.
—No lo entiendo.—¿Usted sabía lo de los limones?
—¿Limones?—Yo escondía unos trozos de limones en el campo para mis jugadores. Me encargaba yo. Para que, cuando estuvieran un poquito mareados, pudieran darle una mordida. Lo que pasa es que con esto del día después y sabiendo que me podían pescar tenía que cambiarlos de sitio. Le decía a mis chicos: «Nuestros limones, ojo, nuestros limones, están aquí, aquí y aquí». También le tuve que decir a los chicos, todos los días de partido, lo mismo de siempre. Eso era después de los partidos.
—¿El qué?—Que hablaran más bajito. Si yo ya les decía lo de la cámara.
—¿Qué decían?—¿Que qué decían…? Se ponían a hablar entre ellos.
—Sí, sí. Pero de qué.—La pregunta de siempre. ¿Cómo salió el Betis? ¿Cómo salió el Betis? ¡Me mataba! Hablá bajito. Yo se los dije mil veces. Hasta que no se olviden del Betis no creceremos. Centrémonos sólo en nosotros. Pregúntele a Monchi por esto que le digo. ¡Vaya tipo espectacular! Siempre, siempre ponía cara de estar escuchándome. Tuve un grupo bárbaro en el Sevilla. Y también Rafa Paz. Me tenía loco en la pretemporada. No le daba nunca de cabeza. Y le pregunté. ¿Sabe lo que me dijo? Que se había hecho implantes de pelos y que le dolía un poco. ¡Qué locura! Pensaba que lo había visto todo. ¿Sabía que hice bailar a Ruggeri con Careca en la boda de Maradona?Hablé con su señora y le dije que le dejara bailar con el brasileño. Careca era compañero de Diego en el Nápoles y lo invito. Yo quería saber qué pasaría en un partido. Por la estatura, ya sabe… Los vi juntos un rato y me sirvió. Poco después nos tocó en el Mundial un Argentina-Brasil y Ruggeri ya sabía todo de Careca. Todo se trataba de tenerlo todo preparado. El programa que hice en Sevilla, el de la radio, también sirvió. Estudié ginecología y hablaba de sexo, claro. Sin problemas. Los jugadores son personas y a veces tenían algunos problemillas. No terminaban de ser padres y sus mujeres, agobiadas, lo pasaban mal. Era todo un quilombo. Yo trataba de explicarles. Que no se preocuparan, que había que estar tranquilos. Tuve varios casos y dos de ellos terminaron poniéndole el nombre de Carlos por mi.
—¿En Sevilla?—No, no. Eso ya pasó.
—¿Es cierto que no le gustaba que sus jugadores comieran carne de pollo en Sevilla?—¿Yo…?
—Eso me dijeron.—El pollo me da igual. Lo que pasa es que antes de los partidos, la noche antes, nadie podía comer pollo.
—¿Por qué?—Porque no. No nos traía suerte nunca. Era una costumbre. Igual que cada vez que yo salía de Argentina a Europa, cuando era jugador, me decían que trajera agua de Lanjarón. Mis compañeros traían relojes, perfumes… y yo, agua de Lanjarón. La familia de mi mujer era de allí y cada vez que le traía ese agua la bebían a sorbitos.
—¿Algún otro regalo?—No, no. Yo siempre llevaba agua de Lanjarón (se queda callado varios segundos). Bueno, una vez también llevé a mi casa un mono. Pero eso no estaba preparado. Me lo regalaron por una charla que di sobre fútbol. En Misiones. Me lo llevé para casa. Le puse de nombre Tomás y vivió tres años con nosotros. Se quedaba bastante tiempo en el salón.
—¿Viendo fútbol?—Seguro. Mi vida es esa. Y los que están conmigo lo saben. Y lo viven también. Dígaselo a mi mujer, a Gloria. O a mi nieto, a Martín. Es chico. Tiene seis años todavía pero le da bien, ¿eh?
—¿Se lo imagina algún día con la camiseta del Sevilla?—¡Uff! Buena cosa esa… Yo quiero mucho al Sevilla.