El dorsal 4 del Sevilla C.F.* de los 50's, ¡casi ná!.
Fue uno de los ídolos de mi ya antediluviana niñez. Claro que había ande escoger y tós los niños sevillistas (y algunos betiquitos) nos sabíamos de memoria la alineación: Busto; Romero, Campanal, Valero;
Ramoní, Enrique; Liz, Arza, Pepillo o "Pato Araújo", Doménech y Pahuet. Uséase; un porterazo, tres defensas que defendían; dos jugones que se dejaban las túrdigas de pellejo en defensa y en ataque y cinco (¡cinco, cagüen mi pena negra!) delanteros a los que "El Melenas" HH les tenía prohibido pasar de la raya del medio campo patrás.
Claro que en aquellos años se jugaba por demarcaciones que solo se rompían en los arranques de Marcelo Campanal que, cuando llegaba a la línea de tres cuartos entregaba el balón al de blanco que estuviese más cerca
. Y si, por una casualidad, nos pillaban un contraataque, allí estaba Ramoní dando cera para que al bravo asturiano-sevillano le diese tiempo a bajar. Porque, eso hay que reconocerlo; "El Moro" daba lo suyo, pero con finura. Hasta para eso era bueno el joío "Moro". Apodo que le iba como un guante por su procedencia y lo atezado de su pelleja.
Pues eso; que junto con Campanal y Pepillo "El Gamba", Ramoní era mi ídolo. Arza era otra cosa; arte furgolístico puro y duro. Pero en realidad todos ellos eran idolatrados por el sevillismo, ya que tampoco eran cojos Manolillo "El de las Vacas", su hermano Enrique, el sobrio y fino lateral zurdo Valero, el trianero Liz que tenía la rara habilidad de poder escupir en plena carrera (inténtelo cualquiera de vuecedes, a ver si ha huevos), el Pato Araújo con sus pieses planos y su reluciente calva, el castellonense Doménech que junto con Arza eran el alma del ataque sevillista, y Pahuet otro levantino calvorota que se parecía mucho en su juego y estampa a Dieguito Capel.
Por no hablar de Riquelme, Ayala, Loren,... Aquí paro porque si la Merkel me ha secuestrado parte de los jurdeles, otro cabeza cuadrá me tiene secuestrada la memoria. Pero haya cosas grabadas a fuego en la caja de los pensamientos y de las ilusiones; entre ellas aquellas alineaciones entre las que, sin duda alguna, estaba escrita con letras de oro el Nombre de Ramón Martínez "Ramoní"
alias "El Moro", al que Undivé le premie toas las buenas tardes de fúrgol con las que iluminó mi lejana niñez.