Un papa argentimo. El papa Paco, para más señas.
Que el mundo se va al carajo no es ninguna novedad. Hasta los mayas lo sabían, tan sólo se quedaron un poco cortos en sus predicciones. Pero lo que pocos esperábamos de este irse al nabo, cuesta abajo y sin frenos, era el que fuese a ser algo con una puesta en escena tan casposa, esperpéntica, cutre y surrealista.