Abro un tema aparte porque considero que en aras al rigor informativo y a esclarecer las posibles causas o motivaciones que impulsan la publicación de una --->
supuesta noticia que cobra visos de incierta, no veraz y casi inverosímil conforme pasan las horas en un medio de amplia difusión nacional como El Mundo, merecen tal capítulo.
El personaje: lo defino así de manera triste, porque en modo alguno un periodista puede convertirse en centro de la noticia, cosa que ha ocurrido en este caso.
Hablamos de Luis Fernando Durán, con una amplísima experiencia en las secciones de sucesos de El País (durante trece años) y de El Mundo (camino ya de los cuatro años). Por lo tanto no hablamos de un becario o alguien inexperto, sino de todo un experto periodista especializado en noticias de sucesos con las ramificaciones que ello implica y que en este caso son de indudable aplicación.
Un periodista o reportero de sucesos, si es bueno como se le presume a Durán, no se limita a dar la noticia de un asesinato conforme al comunicado policial o del servicio de emergencias que dé cuenta de ello, sino que "investiga" ejerciendo esa noble y difícil tarea cada vez más escasa en el periodismo actual por la absurda lucha contrarreloj entre unos y otros cuando eso implica una grave pérdida de rigor.
Y Durán, como veremos, es de quienes ha pretendido a lo largo de su carrera ejercer con rigor informativo, contrastando las fuentes de las noticas, buscándolas, siguiendo pistas. No es un cualquiera.
Veamos que reflexionabla sobre la profesión periodística o sobre su faceta de sucesos y de sí mismo Luis Fernando Durán hace ni dos años en la siguiente --->
entrevista:
"antes ibas a los sucesos y veías los cadáveres tirados, ahora es imposible entrar”. Una barrera que su experiencia achaca a varios culpables y no duda en apuntar con el dedo a las televisiones. Confiesa que no hay redactores especializados en el medio, lo que implica un tratamiento irresponsable de la información ya que “les da igual, llegan a los sitios y encienden la cámara”, mientras que la discreción caracterizaba a los fotógrafos de antaño.
También recuerda la complicidad con la que años atrás trabajaban policías y periodistas y se lamenta de cómo han cambiado las cosas. Este escrupuloso redactor denuncia las trabas que hoy en día obstaculizan el acceso a los partes policiales y confiesa la vacua imbricación entre policías y periodistas: “lo primero que les dicen es que no hablen con nosotros”. Siempre fiel a su “libretita” donde apunta todos los detalles, se acuerda de la libertad con la que consultaba a las fuentes directamente, pero ahora que han eclosionado los gabinetes de prensa en forma de parada obligatoria, se lamenta de tener que “hacerlo todo a través de ellos”....
Se la están jugando. Serrano, Barroso y Durán forman un trío que, con el paso de los años y la perspectiva del tiempo, han acogido al periodismo puro y duro en su vida. Hay algo que quizás les haya ayudado a estar al pie del cañón. Se trata de la pasión que desprenden por la aventura de salir a la calle, respirar a la gente, y sentir las historias que a otros se nos pasan por alto, tan invisibles como especialmente brutales. ...
Si algo puede hacer estremecer a estos tipos duros que empuñan su pluma con pulso imperturbable, son los sucesos relacionados con niños. Barroso y Durán detienen la conversación aquí y agravan la voz para confesar que arrastran con pesar el fallecimiento de un menor, muchas veces “una salvajada” difícilmente soportable. En momentos como estos, se abre un abismo bajo sus pies y se sumergen en dilemas éticos, un triángulo entre quien firma el suceso, los lectores y el jefe.Pero este tándem de periodistas lo tiene muy claro: delimitan su propio territorio con la soberbia convicción de volar por encima de los muros de la dependencia. Barroso recuerda que durante su actividad profesional, en dos ocasiones se negó a poner su nombre en sucesos, uno de ellos porque se trataba de un suicidio. Dejando a un lado las normas escritas recogidas por el estatuto del periodista de El País, Barroso defiende que “no tiene que dar explicaciones a nadie” y jamás firmaría nada “que va en contra de mi criterio”. Parece indignado ante lo perverso de la situación y confiesa que en ocasiones “te sientes un buitre”.Un diagnóstico compartido sin menoscabo por Durán, quien despeja los elementos morbosos que hacen que el suceso te pueda “hacer esclavo” y recalca que hay que ceñirse a la ley y a la cláusula de conciencia. Un derecho que existe para que la doble mentira no se convierta en verdad con el fin de engordar el escándalo. Una delgada línea que tiene en vilo a Barroso, quien reconoce que a veces, los familiares de las víctimas “te atosigan” y esa relación de intercambio de información existe y vive contigo.
Podemos apreciar que Durán se considera enamorado de su profesión y que presume o se jacta, en el buen sentido de ambos términos, por ser riguroso en su ejercicio sobre el que menciona ya procedimientos de contacto con fuentes, que se configuran como ciertas claves de las noticias.
Y habla de que llegó a ello aprendiendo de sus propios errores, como él mismo declara en el siguiente --->
debate universitario:
Luis Fernando Durán empezó su carrera periodística en sucesos, y aprendió rápido. Tituló de esta forma una de sus noticias y se le echaron encima: 'Un demente mata...'. Desde entonces trata de aprender para no equivocarse y ser más cauto. Ahora es jefe de sección de local de El Mundo. Resumía en una frase el meollo de la cuestión: "Podemos ser muy rigurosos, pero siempre hay alguien por encima de ti que te cambia el titular porque vende más"
En todo caso, este reportero de sucesos con casi 17 años de trayectoria profesional a sus espaldas no es un cualquiera, es jefe de sección en El Mundo y hace apenas unas semanas fue galardonado por la Asociación de la Prensa de Madrid por la cobertura que dio a la tragedia conocida con el nombre de "Madrid Arenas" y en el que resultaron muertas cinco muchachas abriendo un caso del que se derivan responsabilidades de orden técnico y político aún por dilucidar por cuanto se encuentra sub iudice.
He aquí el reconocimiento hacia la labor profesional de Luis Fernando Durán en recientes fechas por parte de la
Asociación de la Prensa de Madrid:
Premio Francos Rodríguez, que se concede en reconocimiento a un trabajo o trayectoria profesional periodística relacionada con Madrid, a Quico Alsedo, Pablo Herráiz y Luis Fernando Durán, periodistas del diario “El Mundo”, “por sus investigaciones sobre la tragedia del Madrid Arena. Sus trabajos fueron el referente periodístico sobre dicha tragedia y dieron a conocer hechos que pusieron en evidencia los numerosos fallos y errores cometidos en la gestión pública de este suceso”
Llegados a este punto, se abren numerosas interrogaciones acerca de la publicación de una noticia que carece de patas elementales. Hasta la publicación de la noticia en El Mundo, en un foro de radicales con síntomas de pubertad y demencia a partes iguales (colchoneros.com) nadie se había hecho eco de los supuestos gritos proferidos por los sevillistas. Y eso que muchos de los opinantes habían asistido al partido.
Las interrogantes desaparecerían con la oportuna respuesta a estas preguntas:
¿Presenció Luis Fernando Durán el partido y fue testigo directo de los supuestos gritos que atribuye a la afición sevillista en un artículo en el que denosta a ésta?
¿Cotejó ese hecho con otros compañeros de profesión igualmente escandalizados por el supuesto griterío?
¿Se lo refirió algún conocido que quizás exagerara el grito en singular de algún demente sevillista que se hubiera engolosinado de drogas para proceder a semejante atrocidad y lo aplicó a la generalidad de los más de 1.500 sevillistas presentes en el Calderón?
¿Se basó en otro foro de anónimos opinantes (forocoches.com) en que tampoco ningún testigo presencial del partido afirma haber escuchado los supuestos gritos?
¿Cómo es que tarda nada menos que 20 horas desde la conclusión del partido en publicar la información sobre los supuestos gritos?
¿Cuáles son esos supuestos aficionados del Atlético de Madrid que se lamentaron de los supuestos gritos?
¿Son la fuente de la supuesta noticia?
¿Cuándo lo dijeron?
¿En dónde se lamentaron?
¿Cómo explica que escribiera que "los hinchas sevillistas reventaron el minuto de silencio inicial del partido con sus gritos" apoyándose en los supuestos aficionados del Atlético de Madrid que se lamentaron de ello si en televisión pudo apreciarse el sepulcral silencio que acompañó a dichos instantes y, si acaso una o dos voces de dudosa procedencia?
Son diez sencillas preguntas que sin duda aclararían la supuesta noticia, y digo supuesta porque no se puede calificar como tal a aquella que no presenta los mínimos rasgos de veracidad y cuya publicación es absolutamente impropia de un periodista que presume de tal y que dice ajustarse a unos parámetros que en este caso ignora.
Lo cierto es que las inciertas parrafadas de Luis Fernando Durán provocan un efecto disparador de la tensión cuando todos los sevillistas nos hemos congratulado de que POR FIN en el Calderón no se insultase a la memoria de Antonio Puerta, abriendo un nuevo capítulo cuando toca dilucidar en el Sánchez Pizjuán la eliminatoria.
Esta circunstancia aclara perfectamente la intencionalidad que se persigue una vez que se descarta la de ofrecer una información veraz y rigurosa.
Queda por aclarar si la mentira de Durán es involuntaria y le han colado algo noticioso que repercutirá de la manera que explico dos párrafos más arriba, o si forma parte de una disposición hacia ello.
Particularmente me quedo con la primera teoría que, en la mejor de las interpretaciones, deja en mal lugar la profesionalidad de un veterano periodista que se precia de actuar con un rigor que en este suceso no ha aparecido por ninguna parte.