Joaquín CAPARRÓS Camino.

[CICERON]

Vale. Yo comprendo lo que quiere decir la higoChumbera y el Zajumeriodep. Pero el caso de Don Joaquín es bastante claro.
 
¿Alguien conoce la canción "Si tu te vas" de Platero y tú? Pues es igual. Don Joaquín es la gorda fea, tartamuda que cojea que en la cama es una Diosa. Pero el Sevilla es tan guay y es el tío tan guapito de la discoteca que siempre encuentra una excusa para buscar a otra por mucho que sea consciente que la gordita en el fondo es la mejor.
 
Todas las guapas que vienen o van a venir terminan siendo un bluf. Ya sea Manzano, Bielsa, Marcelino o Míchel, ninguno termina de llenar. Por las razones que sean, a la hora de la verdad termina habiendo un pero. Pero claro. Como todos tienen más glamour que Don Joaquín que es esa gordita enamorada que te quiere tanto que siempre está y que parece que siempre va a estar, pues venga a pasar tías buenas que en el fondo son un mojón.
 
Conste que Míchel creo que es lo mejor que ha pasado por aquí desde Juande. A mí me ha sorprendido gratamente y mucho de lo que hace me gusta. Por lo menos no tiene ataques de entrenador, es inteligente, no está peleado con el mundo, sabe lidiar con el entorno y es coherente en sus declaraciones. Eso, visto lo que hemos visto, ya lo pone a años luz del resto. Pero no sé muy bien porqué, si es que lleva poco tiempo, si es por ser el responsable mayor de la vergüenza de Getafe o lo que sea, la confianza plena general no la tiene a día de hoy.
 
Muy mal lo tiene que hacer Míchel para no seguir. Pero, tal vez, quizá sea lo conveniente para volver a rescatar a Don Joaquín
 
Yo que sé, joder. Qué difícil es todo esto

No veo a Joaquín como la gorda fea que siempre nos espera, a esa gorda que comentas siempre le faltan pretendientes, y los de joaquin, excepción de este mallorca que va a salvar, son de mas prestancia económica que el Sevilla.

[CICERON]

A to esto

Si Don Joaquín Caparrós Camino no es un mito y leyenda del sevillismo yo es que ya no tengo ni idea de esto

En esto sin embargo, totalmente de acuerdo contigo.

[RED SKIN]

Ojito al tema.

El banquillo del Valencia queda huérfano, primer candidato para muchos será J. Caparros.

Si no nos movemos rápido, a parte de quedarnos sin el, damos un plus mejora a un rival directo ..............................., al menos eso dicen. 

[sebastgc]

No me desagrada Michel, pero ahora el entrenador que necesita el Sevilla durante 2 o 3 años es Caparrós.

[sebastgc]

2 o 3 años, pero al estilo Fergusson, con mando absoluto

exacto

[S3VILLISTA]

2 o 3 años, pero al estilo Fergusson, con mando absoluto

Totalmente de acuerdo.

[fenomeno74]

No me desagrada Michel, pero ahora el entrenador que necesita el Sevilla durante 2 o 3 años es Caparrós.

Todos sabemos donde han acabado los entrenadores que han querido siquiera asomarse a la parcela del chirigotero......

[joang1]

No me desagrada Michel, pero ahora el entrenador que necesita el Sevilla durante 2 o 3 años es Caparrós.

¿Pero por qué no más de 3?

[Chumbaispil]

Vale. Yo comprendo lo que quiere decir la higoChumbera y el Zajumeriodep. Pero el caso de Don Joaquín es bastante claro.
 
¿Alguien conoce la canción "Si tu te vas" de Platero y tú? Pues es igual. Don Joaquín es la gorda fea, tartamuda que cojea que en la cama es una Diosa. Pero el Sevilla es tan guay y es el tío tan guapito de la discoteca que siempre encuentra una excusa para buscar a otra por mucho que sea consciente que la gordita en el fondo es la mejor.
 
Todas las guapas que vienen o van a venir terminan siendo un bluf. Ya sea Manzano, Bielsa, Marcelino o Míchel, ninguno termina de llenar. Por las razones que sean, a la hora de la verdad termina habiendo un pero. Pero claro. Como todos tienen más glamour que Don Joaquín que es esa gordita enamorada que te quiere tanto que siempre está y que parece que siempre va a estar, pues venga a pasar tías buenas que en el fondo son un mojón.
 
Conste que Míchel creo que es lo mejor que ha pasado por aquí desde Juande. A mí me ha sorprendido gratamente y mucho de lo que hace me gusta. Por lo menos no tiene ataques de entrenador, es inteligente, no está peleado con el mundo, sabe lidiar con el entorno y es coherente en sus declaraciones. Eso, visto lo que hemos visto, ya lo pone a años luz del resto. Pero no sé muy bien porqué, si es que lleva poco tiempo, si es por ser el responsable mayor de la vergüenza de Getafe o lo que sea, la confianza plena general no la tiene a día de hoy.
 
Muy mal lo tiene que hacer Míchel para no seguir. Pero, tal vez, quizá sea lo conveniente para volver a rescatar a Don Joaquín
 
Yo que sé, joder. Qué difícil es todo esto

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

[S3VILLISTA]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

 

Eres un crack.

[triana es rojiblanca]

¿Y si nos quedamos con los dos Caparrós y Michel?.

Caparrós se encargaría de entrenar al equipo, de todo lo que tenga que ver con lo técnico y táctico.

Michel y su sonrisa profiden darían las ruedas de prensa, diría sus perogrulladas, haría bromas sobre su mujer con los periodistas y le haría el nudo de la corbata a Caparrós.

Así, el equipo estaría bien dirigido, los periodistas contentos y además en mandril (entendiendo por mandril toda la meseta) seríamos un equipo chachi piruli porque está Michel y no se meterían mucho con nosotros.

[jimenez]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

Enorme.

Eso si, no has descrito a Álvarez. Como si fuese un amor tan breve y poco significativo que ni siquiera lo cuentas como "novia". Cuando en realidad, dejó un par de noches de sexo desenfrenado y lascivo, pero que no querías terminar de creerte porque "no tenía experiencia en la cama". 

[CICERON]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

¿veis? joyas como este comentario son las que hacen de este foro un lugar especial.

[semilio]

¿Caparrós para solo 2 o 3 años? 

Mientras casi toda la gente no quiera que tengamos a Caparrós para toda la vida, yo no quiero que venga... sería injusto para un tan gran entrenador.

[JAVIOUHYEAH]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

Que dan paso a público puesto en pie y ovación cerrada que se prolonga durante varios minutos.

QUE GRANDE CHUMBO.

[Le Tissier]

Cuando su Khedira majestad tenga un ratito, retuitéele estas consideraciones a @joaquincaparros, please y a cierto señor que en su avatar de twitter tiene una peluca a lo afro.

Que yo ahora mismo no puedo ya que ando comiéndole los huevos al amigo Chumbaejuanalbertoespil, aun cuando me haya tenido que agachar hasta límites insospechados y aunque no lo merezca ya que me ha despreciado una invitación feriante

[MASTERMIND MORTAJER]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

Poesía es mi Chumbo. Mío, que yo lo vi primero.

Qué bonito, coño.

[ADiaz Photo]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

¡La leche!

[juanfra]

Yo lo veo un poco diferente, querida Leti. Desde un punto de vista más tienno, más romantico.

Caparrós es el primer amor de juventud. Ese que llega cuando aún tienes granos en la cara y estás a medio hacer y a medio hervir. Y cuando estás más tieso que una regla, dicho sea de paso. Ese con el que descubres cositas que sólo habías visto por la tele. Ese con el que te inicias en los placeres sesuales. Pero, de repente, sin saber muy bien por qué, cuando parecía que lo vuestro iba para toda la vida, os separáis. Cada uno por su lado.

Y sin saber tampoco muy bien por qué la siguiente, que no parecía nada del otro mundo, te convierte en un George Clooney de día y en un Rocco Sifredi de noche. Tu vida se convierte en una juerga de sexo y glamour y empiezas a codearte con lo más granado de la Jet-Set con el aditivo de unas noches de pasión irreflenable. Peeero, la muy lagarta cuando estás en lo más alto decide irse con un judío con más pasta, con sospechas de hasta haberte puesto los leños.

Y a partir de ahí, pues ninguna te satisface. Primero una con la que tienes sexo habitualmente pero te deja un sabor como frío. Como a faena de aliño, a medias tintas. Encima se pelea con la familia, con los amigos, con los enemigos, contigo, con el mundo. Y al final, nada de nada y la tienes que mandar a la venta. La siguiente es más buena que el pan, pero fría, sosa, vaga, bobalicona y acabas por mandarla también a paseo. La siguiente es una curranta de la leche, pero cuando llega la noche es más torpe que un topo y tampoco y ahora nos a venido una monilla, que nos ha dejado alguna noche con buen sabor de boca y que a la familia parece que le gusta.

Y en estas llegamos al qué hacer. No nos atrevemos a volver a nuestro primer amor, que es el que de verdad queremos porque no estamos seguros de que vuelva a aparecer esa magia de antaño, porque nos da cierta vergüenza volver a llamarla después de tanta pifia, porque le prometimos cubrirla de joyas y ya sólo tenemos para bisutería y porque mayormente, sabemos que ambos hemos cambiado y podemos destrozar el más bello recuerdo.

Así que nos consolamos pensando que si la guapita la ponemos lencería fina seguirá dandonos noches de pasión sin las noches de horror que también nos ha dado. Que la familia y los amigos no la ven mal. Y que por qué no.

Pero en realidad, nos seguimos engañando porque nuestro amor verdadero es el primero.

Fin. Telón. Lágrimas en el patio de butacas.

Genial, manifiestamente genial. Eres un crack. Pero yo soy de los primeros que desea volver con ese primer amor y es que por fin, ya llegó su momento.

[hbp]

Que vuelva la lagarta. Quiero ver jugar fútbol a mi equipo y ganar títulos. Me importa un bledo que se vaya con quién quiera.
Viva el Sevilla F.C.