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Autor Tema: Hablemos de HISTORIAS CURIOSAS  (Leído 56593 veces)

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Desconectado RED SKIN

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Hablemos de HISTORIAS CURIOSAS
« en: Septiembre 10, 2009, 12:36 Horas »
« Última modificación: Junio 02, 2013, 22:24 Horas por RED SKIN »

Desconectado Jose Luis Bueno

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #1 en: Septiembre 12, 2009, 19:32 Horas »
Página donde se pueden encontrar documentos de la historia de España como el archivo del marqué de la Ensenada. Muy interesante.

http://pares.mcu.es/

Desconectado Lobo

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #2 en: Septiembre 13, 2009, 22:05 Horas »
Dejarse de Historia que vaya mes de septiembre llevo  :'( :'(

Desconectado Keyfas

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #3 en: Septiembre 14, 2009, 02:23 Horas »
Leyendo este tipo de post se acuerda uno de la madre de unos pocos por haber cerrado el floro antiguo...

Desconectado RED SKIN

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #4 en: Septiembre 15, 2009, 09:00 Horas »


Bueno, abro nuevo tema sobre historias asombrosas, curiosas, divertidas e increibles sobre la HISTORIA. Espero que os guste.

“EL ATAQUE DE LOS MUERTOS” (EL ASEDIO A LA FORTALEZA RUSA DE OSOWIEC, 1915)

Sobre los defensores de la fortaleza rusa de Osowiec se lanzaron cerca de medio millón de obuses alemanes durante un asedio de cerca de seis meses. También sufrieron hambre, enfermedades, ataques de la infantería y de la aviación prusiana, y hasta de gas tóxico, pero los maltrechos sobrevivientes realizaron una última acción heroica que pasó la Historia con el nombre de “el ataque de los muertos”.

Pongámonos primero brevemente en situación.

Nos encontramos en los albores de la Primera Guerra Mundial, concretamente a finales de agosto de 1914.

Tras el intento ruso de invasión de Prusia oriental, los ejércitos alemanes, al mando del General Paul Von Hindenburg, derrotaron de manera flagrante al mal preparado ejército imperial ruso en la famosa batalla de Tannenberg.

Con más de 140.000 bajas, entre muertos, heridos y capturados, el II Ejército Ruso fue prácticamente aniquilado, viéndose obligado a replegarse y dejar expuesta a la Polonia rusa al ataque alemán.


Y así fue. En septiembre de 1914 el ejército alemán comenzó la invasión de Polonia (parte del Imperio Ruso).

Allí se encontraba el escenario de nuestra historia: la fortaleza rusa de Osowiec, situada en el margen derecho del río Biebrza.

La fortificación era de gran importancia estratégica, ya que cerraba el único paso existente a través de los grandes pantanos del Biebrza. Era para los alemanes el camino más corto hacia la invasión de Rusia.

Se trataba de una fortificación no muy grande pero muy bien pertrechada: era prácticamente circular y contaba en su interior con cuatro fuertes de hormigón.

La posición principal de la defensa de la ciudadela era una fortaleza "Central" o fuerte 1, donde además se encontraban los almacenes y barracones. Su perímetro era defendido también por trincheras y alambradas de espino.

Contaba con una guarnición de cerca de 1.000 hombres y 69 cañones de distinto calibre. A su mando se encontraba el comandante Sveshnikov.

Frente a ellos se habían situado alrededor de 200.000 prusianos y un ingente número de piezas de artillería y morteros de asedio.

Nos encontramos en el amanecer del día 25 de febrero de 1915.

Los alemanes habían calculado que forzar la rendición de la fortaleza sólo les llevaría 24 horas de bombardeo metódico: en total 360 rondas, es decir, una cada cuatro minutos.

Por su parte, el alto mando ruso, viendo lo que se avecinaba, pidió a los defensores de la fortificación algo que en el fondo consideraba como imposible: resistir al menos 48 horas… Pero la fortaleza resistiría heroicamente durante casi 6 meses.

A las 7:00 de la mañana las baterías y morteros alemanes comenzaron a abrir fuego...

Durante la primera semana del terrible bombardeo se calcula que fueron lanzados entre 200 y 250 mil proyectiles pesados, y durante todo el asedio cerca de 500.000.

Ya os podéis imaginar la escena:

Las defensas se derrumbaban y se desprendían paredes y techos, enormes lenguas de fuego lo invadían todo, la tierra temblaba, depósitos y almacenes eran destruidos, la comunicación por cable se interrumpió... el castillo entero estaba envuelto en nubes de humo y polvo... y así día tras día...

Los corresponsales extranjeros, impresionados por la visión, llegaron a escribir que era imposible que nadie saliera vivo de aquel huracán de fuego.

Según cuentan las crónicas, la fortaleza también fue bombardeada por la aviación alemana, y sus tropas intentaron hasta diez veces tomarla al asalto, pero lo pantanoso del terreno y el fuego de las baterías rusas impidieron nueve de ellos.

Y llegamos a la parte central de nuestro relato: el décimo intento de asalto.

Era el 6 de Agosto de 1915, llevaban más de 5 meses de asedio. Este fue un día más negro si cabe para los defensores de Osowiec.

A las innumerables bajas y heridos por los bombardeos se unían las causadas por las enfermedades... ý ahora se iba a añadir un nuevo calvario para ellos...

Los alemanes, al que este asedio les estaba llevando mucho más tiempo del previsto, decidieron utilizar gas venenoso contra la guarnición de la fortaleza.

Eran las 4:00 de la madrugada de aquel 6 de agosto.

Una enorme nube verde de cloro se acercaba a la ciudadela desde las posiciones alemanas. Tardó en llegar entre 5 y 10 minutos. Tenía una anchura de 8 Km y más de 12 metros de altura.

Los defensores no tenían máscaras antigas.

Las hojas de los árboles se volvieron amarillas, todo comenzó a cubrirse de una gruesa capa de color verde de monóxido de cloro: los obuses, los tanques de agua, los ya escasos alimentos almacenados sin cierre hermético -carne, mantequilla, manteca de cerdo, verduras- se volvieron venenosos.

Los hombres se refugiaron como pudieron entre los pliegues de las trincheras y de los restos de las antiguas murallas de la fortaleza... pero la intoxicación llevó a muchos de ellos a la muerte.

Tras el ataque de gas quedaban con vida poco más de un centenar de defensores.

El mando alemán pensó que la fortaleza ya estaba condenada, así que volvieron a abrir fuego masivo de artillería al tiempo que 7.000 soldados se dispusieron a realizar el definitivo asalto a la fortaleza: sería el décimo, pensaban que sería el último… y que sería fácil…

Sin embargo, el comandante Svechnikov ordenó un contraataque desesperado contra la infantería prusiana.

A pesar de las fuertes pérdidas, nueve baterías pesadas y dos ligeras comenzaron a abrir fuego desde los restos de la fortaleza contra los atacantes.

Y fue precisamente en ese mismo instante cuando no más de 60 soldados rusos salieron de sus trincheras y refugios con la bayoneta calada hacia los atónitos soldados alemanes, gritando entre agónicos estertores y toses sangrantes, envueltos en harapientas camisas y trapos, exhaustos y famélicos, con la cara desencajada y los ojos pareciendo que se salían de sus órbitas.... auténticos muertos vivientes.

El escenario era dantesco… un espectáculo horrible.

La infantería germana, aterrorizada, no presentó batalla y apresuró a retirarse. Desorganizados en la fuga, dejaron atrás armas y municiones por el camino.

Y así terminó este asalto, en el que los alemanes habían depositado tantas esperanzas tras más de cinco meses de asedio.

Esta acción pasará a la historia de Rusia como el “ataque de los muertos”.

Osowiec todavía era rusa.

Durante algunos días más se repitieron los bombardeos de la artillería alemana, pero el alto mando ruso consideró que la defensa de la fortaleza ya había perdido su significado, por lo que ordenó su evacuación la noche del 24 de agosto de 1915, no sin antes hacer que sus zapadores hicieran estallar el escaso armamento y munición que aún quedaba en la fortaleza para así evitar que cayera en manos alemanas.

Pocos días más tarde, el ejército prusiano ocupó las ruinas de Osowiec, donde no encontró ni un mísero cartucho, proyectil o lata de comida.

Una defensa heroica y ejemplar que al final no sirvió para casi nada (acaso retrasar el avance alemán en el frente oriental). Con la firma del Tratado de Brest-Litovsk en marzo de 1918, Rusia se retiraría de una guerra que en tres años había costado la muerte a 2.300.000 rusos y otros 5.000.000 heridos.

Esto provocó que 160 divisiones alemanas (más de 2 millones de soldados) y austriacas pudieron cambiar del Frente Oriental al Frente Occidental.
« Última modificación: Septiembre 16, 2009, 11:27 Horas por RED SKIN »

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #5 en: Septiembre 15, 2009, 12:19 Horas »
Leyendo este tipo de post se acuerda uno de la madre de unos pocos por haber cerrado el floro antiguo...

Tienes toda la razon, habia temas muy interesantes, una lastima que se hayan perdido, pero tendremos que rellenar este hilo en este foro tambien  ;)

Desconectado RED SKIN

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #6 en: Septiembre 15, 2009, 12:34 Horas »


A ver, ya abrí un hilo haciendo referencia al antiguo hilo del Foro Oficial y lo titulé HISTORIAS KURIOSAS, igual. 

 http://www.forooficialsfc.com/index.php?topic=40.0

Mi estimado Jose Luis bueno puso una referencia sobre la Historia de España y la moderación consideró oportuno separarlos, el motivo, no lo sé.

Sin ningúna acritud a la decisión de la moderación.


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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #7 en: Septiembre 15, 2009, 13:21 Horas »


Batalla por la Cota 937 (La Colina de la Hamburguesa)

Los combates por la Cota 937 (Hamburger Hill) no fueron los peores de la guerra ni las bajas fueron tantas. Sin embargo, después de esta batalla las fuerzas de tierra norteamericanas no llevaron a cabo mas acciones a gran escala y la responsabilidad cayó en el Ejercito sudvietnamita

La mañana del 11 de mayo de 1969, la compañía B del 3er Batallón del 187º Regimiento de Infantería, que formaba parte de la 101ª División Aerotransportada avanzaba cautelosamente hacia la ladera norte de la cota 937. Se trataba de un ejercicio de reconocimiento de rutina. Sabían que el enemigo debía estar en alguna parte.
De pronto el monte hizo erupción y se convirtió en una tormenta de fuego de ametralladora que fluida de casamatas ocultas derribando a todo aquel que no atinó a echarse cuerpo a tierra con suficiente rapidez. Sus compañeros respondieron al ataque con sus M16 y sus armas contracarro antes de retirarse a una distancia más segura colina abajo, con los heridos. La Compañía B había localizado al enemigo, y su fuerza. Ahora todo lo que tenía que hacer era fijar su posición y pedir apoyo aéreo para quitarse de en medio a aquella basura.

Efectivamente unos minutos más tarde, la base artillera de Ta Bat respondió a la llamada y los proyectiles de 105 mm comenzaron a silbar sobre las cabezas de los soldados antes de machacar la ladera superior de la colina. Luego aviones de la Fuerza Aérea volaron a través de la nube de humo para arrojar bombas incendiarias de alto poder explosivo sobre las casamatas ocultas.
Cuando cesó el bombardeo acabar con los restos del enemigo debía ser cosa fácil. Pero cuando la Compañía B volvió hasta la cima de la colina, se encontró de nuevo con una implacable lluvia de fuego. Lo único que podía hacer era retirarse, volver a llamar a la aviación y decirle que liquidaran por completo aquellas casamatas, pero totalmente.

La Compañía B, junto con las Compañías A, C y D formaban el 3er batallón del 187º Regimiento de Infantería, que integraba, con el 1er Batallón del 506º de Infantería y el 2º Batallón del 501º de Infantería, la 3ª Brigada de la 101ª División Aerotransportada. Su misión, denominada "Apache Show" (Nieve Apache), era evitar que las tropas de Vietnam del norte y el Vietcong se infiltraran por la Ruta Ho Chi Minh, a través del embudo natural de 50 Km. de largo formado por el Valle de A-Shau, cerca de la frontera laosiana, al noroeste de Vietnam del Sur. El valle consiste en un terreno ondulado cubierto de espadaña. Está protegido por un cerco de colinas escalonadas, una de las cuales era la Cota 937, número que corresponde a su altura en metros.

Era un pico abrupto y de bosque denso, cubierto de vegetación verde y brillante y cañas de bambú. Los Vietnamitas la llamaban Dong Ap Bia y muy pronto el mundo la conocería como "La colina de la Hamburguesa" (Hamburger Hill).
El comandante del 3er Batallón era el teniente coronel Weldon Honeycutt, también conocido como "Blackjack". Era un buen oficial, respetado por sus hombres. Sólo tenía un fallo: se regía demasiado por los manuales y obedecía las órdenes de sus superiores sin hacer preguntas. Y fue precisamente esta característica la que hizo que al finalizar el combate por la Colina de la Hamburguesa, la tropa llegara a poner precio a su cabeza.

Carnicería y retirada

Durante toda aquella mañana, tarde y noche llovieron bombas y granadas sobre las posiciones del ejercito nordvietnamita. A la mañana siguiente (12 de Mayo) los soldados pensaban que si había quedado algún vietcong en las laderas de la colina no estaría en condiciones de pelear. Se equivocaron.

Los soldados se encontraron tal como recuerda el cabo Jimmy Spears, con una "autentica basura": granadas cohete, fuego automático, minas Claymore colgadas de los arboles y los matorrales. Fue una carnicería y la Compañía B se vio forzada una vez más a retroceder. La unidad comenzó a preparar una nueva zona donde evacuar a los heridos cada vez más numerosos. De nuevo se pidió apoyo aéreo y, una vez más, la aviación y la artillería arremetieron contra las posiciones enemigas a lo largo de todo el día y la noche. La pesadilla acababa de comenzar.

El fracaso del ataque

Los problemas principales eran dos. En primer lugar, la forma en que el enemigo (los Batallones 7º y 8º del 29º Regimiento del Ejercito de Vietnam del Norte) habían desplegado sus fortificaciones, las cuales construidas a ras de suelo y escondidas bajo denso manto de vegetación, no sólo eran prácticamente indestructibles sino que además estaban dispuestas de tal modo que sus fuegos convergían y se cruzaban cubriendo todos los accesos por la ladera de la montaña. El otro problema era que todos refugios y escondites de la Cota 937 estaban siendo destruidos por bombas arrojadas por los aviones. Los hombres del 187º Regimiento no tardaron en darse cuenta de que si seguían atacando ya no sería cuestión de si morían o no, sino de cuándo.

Pero siguieron atacando, día tras día, inútilmente, y las bajas aumentaron. El 13 de mayo llegó nuevamente el turno de la Compañía B que, junto con la Compañía C, debía intentar llegar a la cima de aquella montaña escarpada y llena de cicatrices. El ataque duró sólo 30 minutos, hasta que fue repelido con cohetes y un virulento fuego automático. Los soldados tuvieron otras 37 bajas. Al día siguiente, las Compañías B, C y D iniciaron la escalada por separado, en diferentes ejes de avance. Era la tercera vez que los hombres de la Compañía B avanzaban hacia el enemigo desde el comienzo de aquella acción. Esta vez el ataque acabó cuando el comandante de la Compañía C, que estaba al mando, resultó herido y su radio dejó de emitir. La Compañía C emprendió la retirada y el ataque se hizo pedazos.

Otra retirada, otro bombardeo, otra noche a la escucha, en espera del amanecer o de una bala con tu nombre inscrito en ella. Pero ya se empezaba a ver que nada podría con aquellos bastardos. Todo aquello comenzaba a tener visos de horrible danza de la muerte.
El día 15 de mayo por la mañana, llegaron los demás elementos de la 3º Brigada, junto con un batallón del 3º Regimiento del Ejército de Vietnam del Sur, para reforzar al 187º.Pero esto no proporcionó un respiro a las debilitadas filas de la Compañía B. Junto con la Compañía A, se alejaron buscando desesperadamente algún trozo de terreno en el que las bombas no hubiesen destrozado todo abrigo posible. Con los helicópteros cubriendo su avance y las constantes salvas de cohetes cayendo sobre las posiciones enemigas, lograron avanzar. Era una marcha lenta y dolorosa, sobre todo porque la noche anterior los vietcongs habían colocado minas Claymore en torno a sus defensas. Pero poco a poco, las casamatas fueron cayendo de una en una.

Marcados por el fuego amigo

De pronto apareció a la vista la cima de la Cota 937 y los soldados sobrevivientes empezaban a soñar con una victoria cuando ocurrio el desastre. Un Helicóptero cañonero atacó equivocadamente a la Compañía B, distribuida por toda la ladera de la colina, sobre la que disparó con sus cohetes y ametralladoras. Había cuerpos por todas partes y los mutilados gritaban desde el suelo, después de toda la mierda que habían tenido que soportar los últimos cinco días un idiota había metido un gol en su propia puerta.

Una horas más tarde, el cuartel general del batallón fue alcanzado por los RPG del enemigo y Honeycutt (Blackjack) resultó herido: su tercera herida en batalla. Rechazó la oferta de evacuación. A muchos de sus hombres no les hubiera importado que tuviera que ser evacuado, aunque fuera muerto dentro de un saco.

El 17 de mayo fue un día de descanso. Se mantuvo un bombardeo continuo (complementado con gases lacrimógenos) sobre las defensas del enemigo durante las 36 horas siguientes y se suministró a la tropa chalecos antibalas superpesados. Además de ser prácticamente imposible llevarlos puestos con aquel calor sofocante, habían llegado con una semana de retraso.
Ya hacía una semana que estaban atacando la Cota 937. Cada día habían enviado más tropas, mas armas y no habían conseguido nada. El 18 de Mayo hubo un ataque frontal a cargo de dos batallones completos, el 3/187º y el 1/506º. Llenos de desesperación y rabia, los soldados asaltaron las posiciones nordvietnamitas y se abrieron paso casi hasta la cima. Una vez más intervino el destino. Una repentina tormenta se abatió sobre la colina, frenando a los atacantes. La visibilidad era nula, pero lo peor era que los continuos bombardeos de la aviación habían reducido la superficie de la colina a un montón de polvo blando y estéril. La lluvia no tardó en convertirlo en lodo líquido sobre el cual los soldados no podían ni caminar. De repente recibieron el ataque de cientos de granadas y minas detonadas por el enemigo dentro de su propio perímetro. Otra vez se ordenó la retirada.

Resignados a morir

La insensatez de la situación en la que se encontraban, combinada con la baja moral general de los últimos meses, estaba provocando una actitud rebelde entre los pocos miembros que quedaban del 187º. Un soldado recuerda "En la Compañía Bravo había muchos que pensaban negarse a subir allí una vez más. El estado de animo siempre había sido muy bajo pero nunca tanto (…) porque sentíamos que todo aquello no tenía ningún sentido". Un hombre herido se quejaba: "Ese maldito Blackjack no parará hasta que haya acabado con todos y cada uno de nosotros".

Así que el día 20 de mayo, al amanecer prevalecía un resignado fatalismo en el ambiente. Pero la suerte había cambiado. Se organizó un ataque combinado de los cuatro batallones. Una vez más alcanzaron la cima de la colina. El enfrentamiento de casamata en casamata era tan intenso que el apoyo aéreo era inútil. Sin embargo esta vez no hubo retirada. Al final del día, los hombres del 187º tenían bajo control lo que quedaba de la colina de la Hamburguesa.

El coronel Honeycutt no podía estar más agradecido a sus tropas: "Adoro a cada uno de mis chicos, todos cumplieron con su deber".
Alrededor de 80 soldados perdieron la vida durante aquellos días en el infierno y más de 400 resultaron heridos. Cuando la colina de la Hamburguesa estuvo bajo control, después de registrar y destruir las casamatas enemigas, las tropas abandonaron el lugar. En un trozo de cartón, clavado a un arbol junto con un pañuelo negro de la 101ª, un soldado desconocido dejó escrito un mensaje: "¿Merecía la pena?".

Tras 1968, era evidente que los EEUU no podrían salir victoriosos de esra guerra. La superpotencia se afanaba en lograr una salida honorable, mientras presionaba a Vietnam del Norte para que cediese, a través de una atroz campaña de bombardeos aéreos, y el intento de neutralización del Vietcong, para lo que propiciaron un golpe de estado en la vecina Camboya e invadieron zonas de su frontera en acciones conjuntas con tropas sudvietnamitas.

Si la Ofensiva del Tet y la Vietnamización del conflicto significó la derrotoa de los EEUU, la caída de Saigón y la reunificación singnificaron la victoria del régimen del norte. La capital del sur es tomada en 1975, y en 1976 es rebautizada como Ho Chi Minh y el país reunificado con un régimen comunista-nacionalista, que extiende su influencia por toda indochina: Camboya y Laos también ver triunfar gobiernos revolucionarios, como el caso de los Jemeres Rojos de Pol Pot.

Vietnam se convierte en la potencia regional del Sudeste asiático, entra en el COMECOM, abriéndose a la ayuda soviéticca, y llega a intervenir militarmente en sus países vecinos y a mantener una guerra con China, que logró penetrar 14 km en su frntera del norte, pero hubo de retirarse debido a los altos costes conómicos y humanos de la campaña.


Intentaré recuperar todas las entradas del antiguo foro. A ver si me acuerdo.

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #8 en: Septiembre 15, 2009, 13:26 Horas »


Ryan Hreljac, Canadá (3/5/1991) tenía sólo 6 años cuando decidió poner en orden su pequeño mundo. Si él podía disponer de agua potable abriendo un pequeño grifo ¿Por qué al otro lado del planeta no podían hacer lo mismo?. Con esta lógica aplastante, modelo y ejemplo fagocitador de otros proyectos considerados adultos, nació de sus manos “Ryan’s Well” la empresa más fascinante que un niño de su edad haya emprendido jamás. Fue tal el empeño que hoy, con tan sólo 17, preside una de las mayores ONG para la implantación de modelos de desarrollo en la crisis de agua. Desde entonces y hasta ahora ha dado servicio de agua potable a 577,640 personas.

Lo que convierte esta entrañable historia en un ejemplo para nuestro legado heroico es la precocidad, el empeño y la perseverancia de un niño de tan sólo 6 años por imponer sus ‘crudas’ convicciones. El magnetismo de sus acciones ha contagiado a miles de empresas y personas mayores que él, tal vez humilladas en la comparación objetiva. Todo ello ha permitido, a través de lo que Ryan describe como el “Ripple Effect” (efecto Onda); que el sueño de un niño por tener “Agua potable para todos” se convierta, poco a poco en realidad.

No se trata de la típica campaña publicitaria orquestada bajo manta de alguna sociedad católica pro-vida. Es, simplemente, el recuerdo adulto de la lección infante que nos enseño en su día el mismísimo Saint-Exupéry a manos de su “Principito”

La historia.

Un día del inolvidable invierno de 1998, en Kemptville (Ontario) localidad natal de Ryan, la profesora del Colegio St. Michael, Mrs Nancy Prest estaba dando una pequeña charla a su clase de primer grado sobre las condiciones y salubridad de los estudiantes de su misma edad que vivían en África. Preguntó a sus alumnos si sabían cual era la primera causa de muerte entre sus homónimos los africanos. Todos los niños convencidos de que era la escasez de alimentos se sorprendieron al saber que es la mala calidad del agua que beben lo que diezma las aulas de sus ‘antípodos‘.

Ryan Hreljac quedó muy extrañado por la falta de ‘agua limpia’ y preguntó a Nancy cuanto costaba un grifo en África. Mrs Prest, desconcertada, anticipó a Ryan una cifra que había leído en algún documento: 70 dólares por una bomba extractora. Ese mismo día al llegar a casa, Ryan, que todavía estaba aprendiendo a conocer el valor monetario de las cosas; pidió a su madre el dinero para comprar un grifo y enviarlo por correo.

Susan, la primera persona que padeció el ‘Ripple Effect’, ignoró entre la bula y el desconcierto las inquietudes de su hijo. Pero Ryan insistió durante toda la semana sobre el dinero e incluso le propuso hacer las tareas domésticas durante todo un año para ganarse la posibilidad de decidir que hacer con un primer sueldo.

“No lo entiendes mamá”, dijo, con lágrimas llenando sus ojos. “Los niños están muriendo simplemente por no tener agua limpia!”

Su madre, aceptó el reto, a sabiendas de la escasez de constancia en un niño de su edad . Ryan aspiró, limpió las ventanas y con mucha determinación, trabajó pacientemente y ahorró cada moneda dentro de una lata vieja de galletas. Su madre, cómplice del juego que no del propósito, le anticipaba las monedas ganadas en tarea. Sus dos hermanos se implicaron del proyecto pero pronto claudicaron ante tanta bendita tozudez . Ryan hizo todas las tareas que le permitían su corta estatura desde enero de 1998 hasta finales de abril.

 

Susan acompañó entonces a su hijo a la oficina de la Watercan para entregar sus ahorros. La directora ejecutiva Nicole Bosley explicó al encorbatado niño que con 70 dólares solamente se puede adquirir una bomba de mano. Para perforar un pozo se necesitarían unos 2000. A lo que Ryan contestó:

¿Tendré que hacer más quehaceres entonces.?

Nicole Bosley, nuestra segunda cautiva del ‘Ripple Effect’, convenció a sus superiores y a la Agencia de Desarrollo Internacional de Canadá para pagar la factura del pozo a medias con Ryan. Lo que dejaba la cifra en 700 dólares de ‘trabajos forzados’ en el hogar de los Hreljac. Una familia de clase media-baja con recursos económicos limitados.

Inmediatamente la onda del ‘Ripple Effect’ se propagó por la comunidad y vecindad de Ryan quién no tardó en recolectar el dinero suficiente para la inversión de su primer pozo. La Watercan concedió entonces una entrevista a Ryan con Gizaw Shibru, el director para Uganda de todos sus programas de acción. Ambos eligieron la escuela de Angolo en Otwal como el destino del pozo, una localidad al norte del país azotada por el SIDA y la sequía donde 1 de cada 5 niños moría antes de cumplir la edad de Ryan.

Pero la ambición de Ryan no quedó a expensas de las voluntades adultas. Cuando se enteró que los pozos se perforaban a mano transformó su renovada obsesión en una nueva onda cautivadora en busca de los 25.000 dólares que costaba un taladro móvil. Su madre atrapada entre el orgullo y la devoción consiguió una entrevista a través de su amigo periodista Puddicombe Derek para el periódico ‘Ottawa Citizen‘ que desembocó en un documental para la TV y la llegada de cheques y donaciones desde todos los puntos del país.

Mientras, en su clase, la profesora Nancy inició un intercambio de cartas con los alumnos de la escuela de Uganda:

…Querido Ryan, me llamo Akana Jimmy. Tengo 8 años. Me gusta el fútbol. Nuestra casa está hecha de hierba. ¿Como son en los EEUU? Tu amigo, Akana Jimmy.

Ryan contestó con:

..Querido Jimmy, Debe ser fantástico tener una casa hecha de hierba. Tengo 8 años. ¿Bebes agua de mi pozo todos los días? ¿Cual es tu materia preferida en la escuela? Iré a Uganda cuando tenga 12 años. Mi casa está hecha de ladrillos[...] Escríbeme pronto. Tu amigo Ryan.


La carta adjuntaba una fotografía de Jimmy. Un estudiante con una historia también cautivadora que había logrado escapar de las garras del Ejército de Resistencia del Señor o LRA. Durante semanas Ryan adoptó como suya la imagen de su nuevo amigo. ¿Podría reunirme con él?. Se preguntaba. Susan y su marido pensaron que quizás, algún día, podría permitirse un viaje. Tal vez cuando Ryan cumpliera los 12. Pero Ryan no podría esperar tanto. Pronto, el efecto rebote de la siguiente onda atrajo a un adinerado ejecutivo del barrio que donó a los Hreljac su tarjeta de puntos aéreos, recolectados en sus infinitos viajes, lo que permitió a Ryan viajar a conocer a su nueva alma gemela.


En el mes de julio de 2000 Ryan llegó a la ciudad de Otwal acompañado de sus padres. 5000 niños le esperaban coreando su nombre.

“¡Saben mi nombre!?. Dijo asombrado. “Todos los que viven a 100 kilómetros saben tu nombre, Ryan? dijo Gizaw Shibru.

Al final del pasillo humano le esperaba su amigo Jimmy. Éste agarró de la mano a Ryan y se lo llevó a ’su’ pozo para que pudiera cortar la cinta.

Inauguraba entonces el primero de los 432 pozos que a través de 15 países (fundamentalmente en África) ha perforado con las inversiones de su Fundación.
El futuro.

Una bonita y entrañable historia cimentada en los sueños de un niño y consolidada en las inquietudes de un adolescente. Ryan no ha parado desde aquella mañana de enero de 1998. Su hazaña, que reside en su obcecación constante por llevar un bien primario a todos los rincones del mundo, ha conducido a su fundación a la recaudación de varios millones de dólares.

La colección de premios y meritaje de Ryan es enorme. Re-invirtiendo con inteligencia sus encuentros y famoseos en papel moneda. Además, Ryan ha participado en multitud de conferencias incluyendo el Foro Mundial sobre el Agua celebrado en Kyoto en marzo de 2003.


« Última modificación: Septiembre 15, 2009, 13:28 Horas por RED SKIN »

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #9 en: Septiembre 15, 2009, 13:37 Horas »


LOS KAMIKAZES ERAN EL VIENTO DIVINO
 
Así lo creían los japoneses que perdieron la vida estrellando sus aviones contra barcos americanos. Hubo batallas en las que los kamizakes cayeron sobre el enemigo durante diez horas seguidas. Existen parecidos con el 11-S


A las 7.20 de la mañana del 25 de octubre de 1944, con el sol naciente -la bandera de combate del arma aérea nipona-, el teniente Yukio Seki, de 23 años, despegó de su base de Malacat (Manila).Antes de comandar su escuadrilla por última vez, guardó un mechón de su pelo en un relicario para su joven esposa -era recién casado-, a la que también escribió unas líneas, casi versos, plenas de ese lirismo japonés. En ellas le anunciaba que pronto iba a «esparcirse».Las otras dos misivas del militar fueron para sus padres. Seki sabía que su misión era suicida. Ésas fueron las órdenes, que aceptó con estoicismo.

A las 10.45, la escuadrilla divisó su objetivo: una flota de la armada estadounidense destacada a 30 millas náuticas de la costa de Samar (Filipinas). Tras ordenar a sus hombres que le siguieran, Seki descendió en picado a bordo de su Zero, el caza con el que, tras dejar una dramática estela de humo en el cielo, se estrelló deliberadamente contra la cubierta del portaaviones St Lo. Aquélla fue la primera nave aliada en sufrir un ataque kamikaze: horas después, acababa en el fondo del océano.

Según escriben Albert Axell y Hideaki Kase «en el combate del día 25, los pilotos se estrellaron contra dos de los portaaviones del almirante Clifton Sprague y hundieron uno de ellos, el St Lo, dañando seriamente al otro». Seki y sus hombres buscaban la autoinmolación por la supervivencia del imperio japonés. Su determinación era tanta que llevaban detrás del enemigo desde el día 21. Al no encontrarlo, regresaban a la base dispuestos a morir al día siguiente sin expresar el más mínimo signo de debilidad ante su destino.

Reciente aún el primer centenario de la aviación, los kamikazes cuentan entre los pilotos más singulares de dicha centuria. Olvidados cuando el belicismo dejó de interesar a los países desarrollados, las similitudes que los atentados del 11 de septiembre guardan con sus acciones han vuelto a ponerlos de actualidad. «Hay un cierto paralelismo entre los pilotos kamikaze japoneses y los activistas de Al-Qaeda en su voluntad de autosacrificio», apuntan Kase y Axell. «Ambos grupos murieron voluntariamente en aras de sus sagradas creencias; compartieron un gran nivel de autoexigencia y la necesidad de castigo divino para los enemigos. Su preparación para la misión que habían de llevar a cabo conllevaba recursos espirituales y su fortaleza residía en el entusiasmo con que buscaban la muerte».

La palabra kamikaze (viento divino), tiene su origen en el siglo XIII. Los temporales en cuestión fueron aquellos que hundieron las flotas de Kublai Khan en las dos ocasiones que el caudillo mongol intentó invadir Japón (1274 y 1281). El Cuerpo de Ataque Especial de la armada y la aviación niponas -verdadero nombre de los kamikazes- tiene su origen en octubre de 1944. Aquel otoño, el efímero imperio del Sol Naciente comenzaba a resquebrajarse en las Filipinas, ante el imparable avance de las fuerzas anglonorteamericanas en el este del archipiélago. Toda la oficialidad del ejército nipón era consciente de que les sería imposible obtener la victoria mediante las tácticas convencionales. La idea de crear bombas humanas partió de un capitán que respondía al nombre de Rikihei Inoguchi, pero fue el almirante al mando del destacamento donde servía este oficial, Takijiro Onishi, quien creó las primeras escuadrillas del Cuerpo de Ataque Especial de la armada nipona.Nadie opuso la más mínima objeción a su iniciativa. Lo que para la cultura occidental es una terrible aberración -«Morir voluntariamente en la flor de la vida es antinatural», apuntan los autores en una nota preliminar-, es una expresión del honor en la cultura japonesa. Todavía es ahora, en el Japón occidentalizado de nuestros días, donde se registran 30.000 suicidios anuales.

Partiendo de la base de que la principal diferencia entre la filosofía occidental y la japonesa es que aquélla enseña a vivir, en tanto que ésta trata sobre cómo morir, no es de extrañar que la palabra suicidio no tenga la «misma connotación moral en japonés que en nuestras lenguas occidentales. En japonés existen varias palabras para el suicidio con sutiles diferencias entre ellas», señalan Axell y Kase. «Por ejemplo jijatsu (matarse a uno mismo), tiene un sentido negativo, incluso pecaminoso, como el suicidio en muchas culturas occidentales. Pero jiketsu (literalmente «autodeterminación»), sugiere un acto honorable o elogiable, realizado en interés público; por ejemplo, un acto llevado a cabo para proteger el honor del que comete el suicidio. A diferencia de la moral judeocristiana, el sintoísmo japonés no tiene tabúes religiosos ni éticos con respecto al suicidio».

El teniente general Kyoji Tominaga, comandante en jefe de la Cuarta Flota Aérea nipona en Filipinas a finales de 1944, fue a la aviación lo que Onishi a la armada. Ordenó 62 ataques especiales en los que se estrellaron 400 de sus aviones. En total perdieron la vida 700 de sus pilotos suicidas, frente a los 500 que se autoinmolaron obedeciendo órdenes de Onishi. Hubo batallas en las que los kamikazes estuvieron cayendo sobre los barcos estadounidenses durante diez horas seguidas. Al final de la campaña de Filipinas, los suicidas habían hundido 40 buques aliados. Además de las pérdidas materiales que causaban en las fuerzas aliadas, los kamikazes minaron como ningún otro enemigo la moral de los combatientes aliados.

EL HIJO DEL GENERAL



«Se me rompía el corazón cuando recibía a un nuevo grupo de aviadores de Ataque Especial (...) y luego les despedía en el aeródromo. Me resultaba casi imposible darles el último adiós a los que estaban casados y tenían hijos», recordó Tominaga en su exoneración.

Si hubo una ocasión en que Tominaga se mostró especialmente imperturbable ante el destino de los pilotos suicidas, fue cuando tuvo noticia de que su propio hijo había caído en una de aquellas misiones sin regreso. «A principios de 1945, el teniente general Kyoji Tominaga ( ) fue informado telefónicamente de que su hijo Yasushi había perdido la vida en una misión suicida ( ) tan sólo preguntó: "¿Es seguro?" ( ). Luego, volviéndose hacia su mujer le dijo: "Yasushi se ha ido". Ella le tomó la mano, pero ninguno de los dos mostró emoción alguna».

Según recordaría otro de sus hermanos, quien estuvo junto a él en sus horas postreras, antes de que el piloto partiera a convertirse en un dios -destino que aguardaba tras la muerte los kamikazes- Yasushi permaneció animoso en todo momento. En sus aún recientes días de universitario, el suicida dedicó su tiempo libre al boxeo y a las mariposas. Sus compañeros de entonces le recordaban como un tipo inteligente, alegre y rebelde. Su amor por la lengua inglesa resulta chocante y más aún su gran afición al cine estadounidense.Sentía una debilidad especial por los westerns de John Ford -combatiente en la armada norteamericana, dicho sea de paso-, pero fue en una cinta de piratas donde encontró inspiración para pintar la cola de su avión, el Hayabusa. La ilustración no podía ser otra que las dos tibias cruzadas bajo una calavera de los filibusteros.

triana_es_rojiblanca

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #10 en: Septiembre 15, 2009, 13:44 Horas »
Gracias RED SKIN.

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #11 en: Septiembre 15, 2009, 13:54 Horas »


Las palomas que espiaron para Churchill

A partir del 1940 el ejército británico lanzó miles de palomas mensajeras sobre la Francia ocupada. Era un plan simple pero efectivo, cualquier francés que se encontrara una de ellas tenía la posibilidad de convertirse en un informador para los aliados. Sin embargo, los nazis acabaron convirtiendo esta amenaza en una oportunidad de capturar a miembros de la Resistencia.

Las palomas eran lanzadas dentro de cajas sujetas a paracaídas por la noche. Las cajas se aterrizaban suavemente y normalmente eran encontradas a la mañana siguiente por granjeros y agricultores cuando iban de camino a sus faenas. Cada paloma venía provista de su pequeño kit del “buen espía”: un tubo para colocar un mensaje, hojas de papel ultra-fino y un lápiz especial. Todo esto acompañado de instrucciones detalladas sobre cómo escribir un informe en francés, flamenco y holandés.

En total se lanzaron unas 16,000 palomas sobre Francia de las cuales sólo volvieron a Gran Bretaña unas 1.800. Algunas fueron capturadas por los alemanes, o entregadas a ellos por los franceses, ya fueran colaboracionistas o “franceses tímidos”, como los llamaban los oficiales de inteligencia británicos. Y otras muchas morían en sus cajas al no ser encontradas por nadie.

Sin embargo, cuando el plan tenía éxito las palomas solían traer de vuelta valiosa información para el servicio de espionaje inglés, el MI5. Según informes, más de en el 50% de los casos, la información resultó ser de interés y en algunas ocasiones se trató de verdaderas joyas. En una ocasión, una paloma trajo de vuelta un informe escrito usando una lente de aumento industrial que contenía miles de palabras y 14 mapas realizados a mano.

Este programa, conocido como Confidential Pingeon Service (Servicio Confidencial de Paloms) o Source Columba (fuente paloma), fue uno de los secretos mejor guardados del espionaje durante la Segunda Guerra Mundial, pero finalmente los Nazis acabaron descubriéndolo. Además, a medida que se acercaba el Día D empezaron a darse cuenta de su importancia. De esta manera, en Marzo del 1944 los alemanes pusieron en marcha su plan de contramedidas.

La primera fue liberar un “escuadrón” de halcones en la costa de Francia con la misión de dar caza a las palomas aliadas que intentaran cruzar el Canal de Mancha. La segunda fue más ocurrente. Los nazis empezaron a “bombardear” Francia con sus propias palomas pero haciéndolas pasar por británicas. Las cajas contenían un paquete de cigarrillos ingleses, como prueba de su autenticidad, y una nota para el que la encontrara en la que se informaba que la liberación de Francia era inminente y que los Aliados estaban ansiosos por conocer el nombre de los patriotas locales, que llegado el día de la victoria serían recompensados por su labor de resistencia.

Fue entonces cuando la red de agentes del General Charles de Gaulle tuvo que avisar a la gente del campo del engaño, como jocosamente dijo un informador francés: “aconsejando a su gente que se fumen los cigarrillos y se coman las palomas”. Como respuesta a las contramedidas alemanas, las auténticas palomas de la operación Source Columba empezaron a aconsejar que no se usara ningún nombre real, solo pseudónimos. Para demostrar su autenticidad, se añadió al kit que acompañaba cada paloma la última edición de algún periódico británico o de algún otro país.

Se barajó la posibilidad de avisar a través de las emisiones de la BBC sobre la Francia ocupada de la existencia de las falsas palomas británicas y sobre como reconocer las auténticas. Aunque finalmente se descartó tal posibilidad por creer que podría hacer más mal que bien.

Durante la Segunda Guerra Mundial los británicos también usaron las palomas mensajeras en otras misiones. Era habitual que los espías que eran lanzados tras las líneas enemigas en paracaídas, aparte de una radio, llevaran consigo un par de ellas. No era extraño que las radios se rompieran debido al aterrizaje y su señal siempre podía ser localizada o interceptada, con el consecuente riesgo para el agente, en estos casos las palomas siempre eran una alternativa más segura y fiable.

Las palomas también fueron usadas en misiones más convencionales de información desde el campo de batalla. Este fue el caso de la heroica paloma Paddy , la primera que llegó a Inglaterra con las noticias del éxito del Desembarco de Normandía. Paddy, que recibiría la medalla Dickin, la Cruz de la Victoria animal, voló los más de 370km que separaban Normandía de Londres en 4 horas y 5 minutos. En total serían 31 las palomas del National Pigeon Service que recibirían esta condecoración.

El ejército británico llegó a contar con 250.000 palomas. Doscientas mil se presentaron “voluntarias” (por sus criadores, se entiende) a la llamada del gobierno y otras más de 50.000 fueron criadas por el ejército norteamericano.

Los alemanes, por su parte, también utilizaron palomas durante la Segunda Guerra Mundial. Después de su ascenso al poder, los nazis se apoderaron de todos los palomares de Alemania. La Gestapo utilizó este medio de comunicación tanto en Alemania como en los países ocupados, se dice que por la influencia de su líder, Heinrich Himmler, un entusiasta de las palomas.

Los agentes del MI5 británico descubrieron los planes de los nazis de utilizar palomas mensajeras en su invasión de las islas británicas. Los espías alemanes que se enviarían de avanzadilla las utilizarían para enviar sus informaciones de vuelta. Ante estas informaciones, los servicios secretos británicos decidirían también entrenar halcones que harían “patrullar” en las proximidades del canal de la Mancha.

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #12 en: Septiembre 15, 2009, 13:59 Horas »


Un abogado contra el Führer

Hans Litten interrogó al jefe nazi. Fue detenido. Murió en prisión
 
Hans Litten, hijo de un judío renegado y una cristiana culta, fue un duro defensor de comunistas, y azote de los violentos camisas pardas nazis ante los tribunales de la República de Weimar. En pleno ascenso del nazismo, este joven abogado fue capaz de poner en evidencia a quien poco después se convertiría en Führer y acabaría siendo el responsable último de su muerte en el campo de concentración de Dachau.
 
El 8 de mayo de 1931 no era el primer día en que Hans Litten se enfrentaba a los jóvenes nazis que sembraban el terror en las calles de Berlín. Pero aquel juicio tenía para él algo especial: a petición suya, el mismísimo Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista, se vio obligado a comparecer en los estrados como testigo ante un tribunal. ¿La causa? El ataque perpetrado el 22 de noviembre de 1930 por un comando de camisas pardas de un grupo de asalto (SA) contra el Palacio Edén, que era un centro de reunión de izquierdistas. Varios pistoleros de las SA -una organización que jugó un importante papel en el ascenso de Hitler al poder hasta que fue desarticulada en 1934 e integrada en las SS- hirieron a tiros a Willi Köhler, de 21 años; Norbert Budzinski, de 20, y Walter Braun, de 24. Tres pistoleros -Konrad Stief, Max Liebscher y Albert Berlich- fueron condenados a dos años de cárcel.

Como abogado de la acusación particular contra los SA, Litten se enfrentó a Hitler y le acorraló. Puso en evidencia, a través de las difíciles relaciones de los jerarcas del partido con los jefes más cafres de las SA, la naturaleza perversa de un movimiento decidido a hacerse con el poder usando una vía democrática en la que no creía. Obligó a Hitler a declarar una fidelidad a la República que él se encargó de demostrar falsa con pruebas incontestables. La habilidad del letrado desencajó a Hitler, que, superado por las circunstancias, se comportó con un nerviosismo histérico poco acorde con su imagen de caudillo implacable. Al día siguiente, los principales periódicos alemanes informaron en portada del revolcón sufrido por Hitler, que por fuerza hubo de considerarlo como una humillación imposible de olvidar.

La venganza nazi contra el abogado no se hizo esperar. Pero lo peor para él llegó con Hitler aupado por las urnas al poder. La noche del incendio del Reichstag, el 23 de febrero de 1933, Litten fue detenido durante las redadas de la policía contra elementos indeseables y enemigos de la patria. Aquel día comenzó para el abogado Litten un calvario de torturas y malos tratos por diversas prisiones y campos de concentración. Hitler desoyó todas las peticiones de clemencia.

Cinco años más tarde fue hallado ahorcado en una letrina vestido sólo con una camisa. Había dejado una breve nota de despedida y la explicación de que había decidido suicidarse. El hombre que humilló a Hitler es el protagonista del libro de Benjamin Carter Hett, de inminente publicación en España (Ediciones B).
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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #13 en: Septiembre 16, 2009, 10:35 Horas »


El único espía de Pearl Harbor

En los primeros días del aturdimiento tras el 7 de diciembre de 1941, la mayoría de americanos creía que sólo una vasta red de espías japoneses podría haber proporcionado la información que había hecho que el ataque sorpresa a Pearl Harbor fuese tan preciso y devastador. Pero en realidad, la información sobre Pearl Harbor que tenían los japoneses provenía, en su mayor parte, de datos que siempre habían estado disponibles: parte de la información fue extraída de mapas publicados, parte fue reunida abiertamente bajo las narices de turistas y pasajeros de barcos.

El único espía japonés en Honolulú era un hombre llamado Takeo Yoshikawa, un alférez de la marina de 25 años de edad asignado al consulado local en 1941. Su labor consistía en comportarse como un diplomático mientras vigilaba las actividades diarias de la flota estadounidense en Pearl Harbor.

El método de Yoshikawa era muy sencillo. De día salía resueltamente como cualquier turista, en pantalones informales y camisa hawaiana y por lo general acompañado de alguna mujer atractiva. A veces recorría la isla en taxi, a veces paseaba delante del puerto en un barco de turistas. En una ocasión se tendió sobre la hierba en Wheeler Field para observar unas maniobras aéreas del ejercito, en otra ocasión alquiló una avioneta y sobrevoló la isla, conversando jovialmente con su compañera mientras sacaba fotos de las bases aéreas y las instalaciones navales.

De noche Yoshikawa frecuentaba un salón de té en una colina sobre Pearla Harbor. Flirteaba con las camareras japonesas, bebiendo lo bastante para parecer algo ebrio y relajado pero no lo suficiente para seer desagradable y durante todo el tiempo mantenía abiertos los oídos por si algún cliente se iba de la lengua. El propietario, que no conocía las verdaderas intenciones de Yoshikawa, le dejaba dormir la mona en una habitación libre desde la que tenía vista al puerto.

Todas estas actividades parecían tan inocentes y triviales que no despertaban la menor sospecha. Pero cuando Yoshikawa se levantaba por la mañana, tomaba notas y dibujaba planos de memoria. Luego los entregaba al cónsul general, que los enviaba semanalmente a Tokio. Allí, otros oficiales de inteligencia japoneses marcaban los planos y construían maquetas de la base americana.

Cuando los pilotos japoneses atacaron Hawai el 7 de diciembre, tenían sobre el regazo fotografías aéreas y mapas que detallaban sus objetivos, basados en datos reunidos de las fuentes disponibles o facilitados por Yoshikawa.

Takeo Yoshikawa nunca recibió reconocimiento oficial por sus servicios, a pesar de que él siguió trabajando para la inteligencia naval durante el resto de la guerra. Cuando la guerra terminó y Japón fue ocupado por fuerzas estadounidenses, tuvo que ocultarse (disfrazado como un monje budista) por miedo de ser procesado por su papel en el ataque de Pearl Harbor. Volvió con su esposa (con quien se casó poco después de su vuelta de los Estados Unidos) cuando los americanos se marcharon. En 1955 abrió un negocio de golosinas, pero fracasó por su papel en la guerra. Los japoneses culparon a Takeo de la misma.

"Ellos me culparon de la bomba atómica," declaró con lágrimas en sus ojos. "Cada día ella se inclina ante mí, sabe que soy un hombre de historia."
Extracto de Tom McMahon: The Sad Life of Pearl Harbor Spy Takeo Yoshikawa

Durante años los estadounidenses, que no sabían su nombre le blasfemaron. Muchos japoneses le odiaron por conseguir que su nación se implicara en una guerra perdida. Unos hasta le culparon de las bombas atómicas que se arrojaron en Hiroshima y Nagasaki. Yoshikawa, uno de los espías más afortunados en la historia registrada, no ha recibido ningún premio, ningún honor, ni siquiera una pensión del gobierno japonés que él atendió tan bien. Cuando le encontré él no tenía ningún trabajo y vivía como un vagabundo en la isla Shikoku de Tokio. El famoso espía murió hace varios años en una clínica para ancianos en Tokio, solo y sin honores excepto su vieja esposa Etsuko que le había mantenido durante años vendiendo seguros.



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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #14 en: Septiembre 16, 2009, 12:43 Horas »


LA MAQUINA ENIGMA


Hoy vamos a echarle un vistazo a La Máquina Enigma, un mecanismo extraordinario creado por Alemania y que fue fundamental dentro de las comunicaciones nazis en esta segunda guerra mundial.

Una máquina creada en principio para fines comerciales mucho antes del conflicto. En 1920, el alemán Arthur Scherbius la patentó con la idea de agilizar las relaciones y comunicaciones en el comercio. Sin embargo, al principio fue un fracaso, llegando incluso a ser rechazada por el propio ejército alemán, que tan buen uso le daría 20 años más tarde y después de modificarla en numerosas ocasiones.

¿CÓMO FUNCIONABA LA ENIGMA?
En un principio tuvo dos formas de funcionar: Una para codificar mensajes que enviaba y otra para descodificar los que recibía. Este doble sistema fue posteriormente simplificado en uno solo que servía para las dos funciones.

La Enigma funcionaba con electricidad. Podemos decir que era una máquina "eléctrica" (no electrónica) y se alimentaba de una batería conectada a los elementos mecánicos que realizaban operaciones.

Tenía una serie de cilindros donde se permutaban las letras tecleadas. Así, una letra "X" era cambiada en un cilindro por otra distinta, que a su vez era cambiada por otra letra en el siguiente cilindro y así sucesivamente.

Cada cilindro contenía 26 letras y cuantos más cilindros tenía la Enigma, más compleja era la Codificación.

Posteriormente y para simplificar la máquina, se introdujo un nuevo elemento: el Simetrizador, que una vez que la letra había pasado por los cilindros, la enviaba de nuevo al primer cilindro para una nueva codificación. De esta manera se ahorraban cilindros y se hacía el mensaje aún más dificil de desencriptar.

Con esta máquina los alemanes creían haber resuelto definitivamente el problema de las comunicaciones, en un tiempo tan complicado como una guerra. Por ello, confiaron en la enigma para multitud de mensajes... Desde los más importantes como movimientos de tropas, órdenes del alto mando, hasta mensajes insignificantes como felicitaciones de cumpleaños o aniversarios.

Ni que decir tiene que uno de los objetivos principales de Wiston Churchill era romper las claves y cifrados alemanes.

En Bletchley Park más de 10.000 científicos, criptólogos, matemáticos y hasta jugadores de ajedrez luchaban para descifrar los mensajes del enemigo, procedentes de la máquina nazi.

Los resultados eran nulos.
La Enigma los estaba derrotando...

Sin embargo todo cambió con la huida de científicos polacos hacia Inglaterra, una vez que los alemanes conquistaron Francia. Estos refugiados que escapaban trajeron la luz...

Los investigadores polacos descubrieron, para alegría británica, el funcionamiento interno y el cableado de los cilindros de la Enigma. De todos ellos, destacó Marian Adán Rejewski, criptógrafo polaco que notó un posible patrón en uno de los textos, donde el código se repetía dos veces al principio del mensaje.

En 1940 los códigos de las fuerzas aéreas alemanas eran ya de dominio público en Inglaterra y la Luftwaffe comenzó a tener serios problemas debido a la llamada Operación Ultra.

Sin embargo, los códigos enviados a los submarinos todavían eran un misterio... hasta que un golpe de suerte se puso de lado de los aliados: El U-33 fue capturado y en su interior pudieron encontrar los cilindros de la Enigma y que los alemanes no tuvieron tiempo de hacer

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #15 en: Septiembre 16, 2009, 19:19 Horas »


Izando la bandera en Iwo Jima: otra foto con historia


Hace unos días moría Joe Rosenthal, el autor de Raising the Flag on Iwo Jima, una de las fotografías más conocidas de la Segunda Guerra Mundial e incluso de la historia, la del grupo de marines izando la bandera de los Estados Unidos en el monte Suribachi durante la batalla por la conquista de Iwo Jima, foto que le valdría a su autor el Premio Pulitzer de fotografía ese mismo año.


Raising the Flag on Iwo Jima
(Joe Rosenthal / The Associated Press, 1945)



Sin embargo, esa no fue la primera bandera que se izaba esa mañana en la cumbre del monte Suribachi, sino la segunda.




La primera bandera fue izada a eso de las diez de la mañana por Hank Hansen (es el que no lleva casco), Boots Thomas (el que está sentado), John Bradley (detrás de Thomas), Phil Ward (su mano sujeta el asta), Jim Michaels (con la carabina) y Chuck Lindberg (detrás de Michaels). La fotografía fue tomada por Louis R. Lowery, un sargento de los marines que trabajaba para la revista Leatherneck (leatherneck es el apodo de los marines).

Lo que no está del todo claro es por qué se retiró esa primera bandera y se puso la segunda.

Una versión asegura que simplemente era demasiado pequeña para que se viera desde otras posiciones de los marines, por lo que se ordenó cambiarla por otra más grande.

Otra cuenta que el Secretario (aquí lo llamaríamos ministro) de la Marina James Forrestal, que acababa de desembarcar en Iwo Jima para seguir de cerca los últimos pasos de la conquista de la montaña, se mostró tan entusiasmado al ver alzarse la bandera que dijo que se la quería llevar como recuerdo, cosa que a Chandler Johnson, comandante del batallón al que pertenecía la compañía que había tomado el monte no le pareció nada bien, ya que pensaba que esa bandera debía permanecer en manos del batallón, así que ordenó cambiarla por otra para darle el cambiazo a Forrestal.

Tampoco está nada claro de dónde sacaron esta segunda bandera, pero en cualquier caso, más o menos en el momento en el que la segunda bandera llegaba a la cumbre de la montaña Rosenthal, Bob Campbell y Bill Genaust (estos dos últimos también fotógrafos de los marines), que iban de camino a la cumbre de la montaña, se encontraron con Lowery, que venía de vuelta, y aunque estaban pensando en dar la vuelta, decidieron seguir adelante ya que este les dijo que desde allí se tenía un punto de vista magnífico para hacer fotos.

Al llegar a la cumbre Rosenthal descubrió que estaban preparando la nueva bandera para izarla y se puso a preparar un sitio en el que apoyar su cámara para hacer la foto cuando por el rabillo del ojo vio que estaban a punto de clavar el mástil, así que levantó la cámara, y apuntando a ojo hizo la foto que todos conocemos.

Luego, para asegurarse de que tenía una foto publicable hizo una segunda foto, en este caso posada, que más tarde sería origen de duras controversias acerca de si la primera foto había sido también posada o no, pues en una entrevista con Time-Life hubo un malentendido acerca de cual de las dos fotos había sido posada, con lo que se llegó a acusar a Rosenthal de haber falseado la foto e incluso se llegó a pedir que le retiraran el Pulitzer.

El motivo de que la foto de Rosenthal se hiciera enormemente popular y no la de Lowery es que mientras que la del segundo era para uso interno de los marines, Rosenthal trabajaba para Associated Press, con lo que su foto fue reproducida rápidamente por cientos de periódicos (estaba circulando ya unas 17 horas y media después de haber sido tomada, un tiempo récord para la época). Además, fue escogida por el presidente Roosevelt para el póster de la séptima campaña de venta de bonos de guerra, lo que la hizo aún más popular.

De todos modos, desde que se conquistó el monte Subirachi el 23 de febrero de 1945 hasta que Iwo Jima fue declarada «segura» el 26 de marzo del mismo año aún se produjeron cruentos combates que costaron la vida a miles de soldados más de ambos bandos, entre ellos tres de los seis que salen en la foto de Rosenthal, Michael Strank, Harlon Block y Franklin Sousley.

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #16 en: Septiembre 16, 2009, 23:22 Horas »
Lo de Cartagena de Indias (la invencible inglesa vs Blas de Lezo y su ejército + nativos de cartagena) está bastante bien,  si es que fue así como pasó, se comenta que ha sido la derrota más humillante hacia inglaterra, y sin embargo es poco conocido, pero la de Trafalgar esa sí que le han dao bola...




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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #17 en: Septiembre 17, 2009, 12:50 Horas »
Lo de Cartagena de Indias (la invencible inglesa vs Blas de Lezo y su ejército + nativos de cartagena) está bastante bien,  si es que fue así como pasó, se comenta que ha sido la derrota más humillante hacia inglaterra, y sin embargo es poco conocido, pero la de Trafalgar esa sí que le han dao bola...





Hay muchisimos pasajes de la historia de España que no las conoce ni Dios y practicamente se han perdido en la memoria, no por nada fuimos la potencia mundial durante bastantes años, guerreando contra medio mundo por hacernos con la hegemonia mundial, cosa que no pudo ser.
Pero claro, como perdimos, pues nadie se acuerda de las cosas buenas que hicimos, solo salimos en las peliculas cuando los piratas ingleses (piratas y encima van de buenos) asaltan nuestros barcos y cosas por el estilo.

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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #18 en: Septiembre 18, 2009, 18:49 Horas »


Jon Sistiaga: Infierno Guantánamo

“Los presos aquí viven como reyes”. Me lo dice, así de rotundo, el sargento Roberto, encargado de la custodia de los presos de Guantánamo. El tipo, de origen mexicano, soltero, 10 años de servicio en la Marina de los EEUU, suelta la frase y después una risa de autocomplacencia. Como le pongo cara de perplejidad, le digo, con la confianza de compartir el idioma, “Roberto, guey, ¡como puedes decir eso!”, se explica: “Tienen tres comidas al día, ahora pueden ver a sus abogados y hasta recibir cartas de la familia, tienen duchas, juegan al fútbol… Viven mejor que en cualquier prisión de los EEUU. Yo si fuera preso quisiera estar en Guantánamo”.



Roberto no sabe el nombre de ninguno de los presos a los que vigila, sólo sus números. Tampoco tiene ninguna intención de conocerlos o simpatizar con ellos y cree que eso revela una actitud profesional. “No hay que quererlos, pero tampoco hay que odiarlos” me dice, ese es su lema. Roberto sólo se bloquea cuando le pregunto si estar encerrado seis años en jaulas de zoológico, sin ver a un juez, sin saber de que te acusan, sin que presenten pruebas en tu contra y sometido a torturas continuas, es vivir como un Rey. “Yo de eso no entiendo, es cosa de políticos”, me balbucea. Roberto, como la mayor parte de los soldados que ejercen de carceleros en Guantánamo, está en la prisión de manera voluntaria por que se cobra más y dan puntos para ascender. Con sus años de servicio en la Navy, Roberto se está levantando, como carcelero en Guantánamo, unos 1.800 euros al mes…



Hemos decidido llamar al reportaje que hemos hecho en ese agujero negro de los derechos humanos “Infierno Guantánamo”. Durante un par de días, el Estado Mayor Conjunto de esa base militar norteamericana en territorio cubano me ha dado permiso para visitar sus instalaciones. Siempre vigilado y controlado. La censura militar ha sido implacable. Me ha mutilado el 40% del material grabado. Por eso, en el reportaje se ofrecen testimonios de ex presos de Guantánamo y de sus abogados grabados en lugares como Londres, Madrid o Washington. Sus palabras sirven para contrastar la versión amable que esa censura intenta dar de la prisión. “Aquí se les trata de manera segura, humana, legal y transparente”, me insistía el Almirante Thomas Copeman, al mando de la misión. Sin embargo, sus órdenes eran que no me permitieran contactar con los presos, ni hacerles preguntas, ni sacar sus caras, ni por supuesto, grabar sus gritos de socorro. Esas eran las condiciones para que me dieran el permiso de entrada. Luego, allí, las prohibiciones se multiplicaban: tampoco se puede grabar los cerrojos de las puertas, los extractores de aire, los detectores de incendios, los nombres de los guardias, las acreditaciones que cuelgan de los cuellos, ni siquiera se puede grabar el mar, según dicen, para no dar pistas de que la cárcel está cerca del agua, como si nadie supiera que Guantánamo es una base naval en una isla y que con Google Earth se llega a cualquier sitio.



Fue inútil discutir con aquellos censores de cara de piedra. Inalterables. Si no borrabas requisaban toda la cinta. Creo que el único sitio donde no pudieran mirar fue mi propia memoria. Allí deje grabados y almacenados los gritos desesperados de los reclusos del Campo Cinco, el de máxima seguridad, donde están los más duros o los más irreductibles. “Son unos mentirosos, no creas a los guardianes. Son torturadores”, gritaban a través de los ventanucos de sus celdas al periodista. Vi sus caras aplastadas contra los ventanucos de las celdas. Vi su desesperación en esas narices deformadas, en esos ojos fuera de sus órbitas. Uno de ellos, barbudo, joven, me apuntó con su dedo y me quedé paralizado: “Que no se lleven mi Corán”, me decía fuera de sí… Sinceramente, me quedé estremecido. Todavía no sé si tuve delante de mí a los más duros de Guantánamo, si eran los irreductibles, los militantes a sangre de Al Qaeda que me estaban intentando lanzar mensajes, o simplemente estuve, como decía un ex preso, ante los desequilibrados de Guantánamo, los que hace tiempo que se han roto.



Creo que allí todo está pensado para ir robando, poco a poco, la dignidad de cualquier preso. En la biblioteca de la cárcel insisten que a los reos les encanta leer Harry Potter, pero no veo ningún texto legal o sobre derechos humanos, nada que puedan utilizar a su favor. En la cocina dicen que les preparan seis menús diferentes, pero al final, como dicen muchos ex presos, nadie evita que el guardián de turno escupa en el plato. En el hospital aseguran que sobre todo curan heridas y magulladuras que los presos se hacen… jugando al fútbol. El coronel Vargo, mirada de hielo, voz de tipo duro, una especie de coronel Killgore encargado de interrogar a los detenidos, ironiza ante la cámara: “Pues claro que aquí no torturamos. No sé por que se describe este sitio como una especie de Neverland, de país de nunca jamás. No es así…” No sé por qué, pero no consigo creerle.



Una mañana me llevaron al conocido como Campo Rayos X, aquel infame lugar donde los presos llegaban vestidos con monos naranjas, y aislados sensorialmente con antifaces y orejeras. Ahora es un paraje abandonado lleno de ratas y serpientes, pero todavía, al pasear por esas celdas, se puede sentir esos sonidos del pasado en forma de gritos, humillaciones y torturas. Un soldado me dio una especie de tour turístico por los lugares emblemáticos del campo, entre ellos, las salas donde se interrogaba a los prisioneros. Donde, como reconocen muchos ex presos, eran sometidos a todo tipo de vejaciones.



Quedan apenas 200 presos en Guantánamo. El general Rafael O´Ferrall, un simpático puertorriqueño, está al mando de los guardias. “Todos los detenidos que tenemos aquí hicieron algo, son terroristas”, me dice sin especificar el qué. Le digo que no es por no creerle, que seguramente Guantánamo no está lleno de angelitos inocentes, pero le pregunto porque no se prueban sus cargos, que es un poco indecente e inmoral, y creo que ilegal, tener a alguien encerrado por si acaso durante 8 años. Se encoge de hombres: “Yo cumplo órdenes.” Hace unas semanas, su comandante en jefe, el presidente Barack Obama, dijo solemnemente que Guantánamo se había convertido en un símbolo que reclutaba más terroristas que los que ayudaba a detener. Guantánamo, lo dice Obama, es un auténtico limbo legal, un lugar en el lado oscuro de la democracia. Un auténtico caos legal. No lo digo yo. Lo dice también Obama.



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Re: HABLEMOS DE HISTORIAS CURIOSAS
« Respuesta #19 en: Septiembre 23, 2009, 14:22 Horas »


El orgullo del francotirador

En Vietnam, los ‘sniper' de EEUU sembraron el terror entre los civiles impartiendo castigos con precisión y sangre fría
          
 Los francotiradores de la 25ª División crearon el ‘Club de caza de Vietnam’.



En la guerra, el estatus del soldado como combatiente mejora con el número de enemigos que consigue eliminar. En una guerra tan cruenta y turbia como la de Vietnam, los marines norteamericanos llevaban una cuenta exacta de sus víctimas (el llamado body count) y muchos se enorgullecían de ello. Especialmente los sniper, como se conoce en EEUU a los francotiradores.

"Esa sensación de poder, de mirar a alguien siguiendo el cañón del rifle y pensar: Vaya, puedo cargarme a este tío", escribió en una carta el soldado James Hebron. David Nelson, que también fue sniper en Vietnam, contaba con decenas de muertes en el bolsillo y un alcance mortífero, de unos 1.100 metros. "La suya fue realmente una gran actuación", afirma la historiadora británica Joanna Bourke en el libro Sed de sangre: Historia íntima del combate cuerpo a cuerpo en las guerras del siglo XX, editado por Crítica.

Agazapado y siempre camuflado, el francotirador hace un delicado ejercicio de constancia, temple y precisión hasta que dispara contra su objetivo. Se saben un peligro mortal, invisible y capaz de infundir terror. Nelson aprendió el oficio, "una posición muy individual y potencialmente fuera de control" -escribe Bourke-  porque, para él, el espíritu del combate residía en "matar limpiamente, de forma rápida, con eficacia, sin malicia o brutalidad".

Sigilosos y certeros
Aunque llegaban con la cabeza lúcida, a muchos soldados les costaba mantener los escrúpulos. El propio Nelson descubrió que matar civiles era
inevitable. "Un impacto limpio era un logro", decía él, que castigaba "con calma y la cabeza fría". En 1971, fue derribado y olvidado para siempre en la abrupta jungla de Laos.

En Vietnam del Norte, Carlos Hatchcock era conocido como White Feather (en referencia a la pluma blanca con que adornaba su gorra). Al igual que Nelson, Hatchcock se había apartado de los tiroteos frenéticos de la infantería para unirse a la brigada sniper, donde aprendió los secretos de la mira telescópica. Era pura precisión: actuaba en solitario y derribó a 93 enemigos (aunque se especula que fueron más de 300). Uno de sus tiros hizo blanco a 2.550 metros, récord de una baja a larga distancia hasta 2002. Los vietnamitas, desesperados, llegaron a ofrecer unos 50.000 dólares de la época por su cabeza, pero nadie pudo darle caza. Ni siquiera los counterspiner o cazadores de francotiradores.

El francotirador, que es miembro de las fuerzas armadas y por tanto combatiente legítimo, está llamado a causar daños innecesarios. Los norvietnamitas los utilizaron por primera vez en 1965, cuando asesinaron desde una montaña al jefe de una unidad estadounidense en el valle de la Drang. Además, el tirador consiguió escapar, dejando a la tropa desmoralizada e insegura. Y eran realmente efectivos: durante los años que duró la guerra, los sniper norteamericanos empleaban un promedio de 1,32 balas para abatir a un adversario, mientras que el soldado de infantería necesitaba de unos 20.000 disparos para causar el mismo daño.

Masacres planificadas
Los estadounidenses no duraron en utilizarlos para hostigar, emboscar y acosar a la población civil. Ocurrió en tragedias planificadas y dirigidas por el mando militar de EEUU  como las de My Lai o Hué, donde los francotiradores dispararon desde las aldeas para que los soldados devolvieran el fuego y comenzaran así una masacre contra los civiles.

Por si fuera poco, Vietnam se había convertido en "un campamento para adolescentes creciditos sin ningún tipo de control. Las bromas, las juergas, desnudar a los camaradas para bañarles el abdomen con cerveza y el lanzamiento de muebles formaban parte del buen humor de los chicos después de una cacería exitosa", lo que propició el culto y la gloria para los sniper, explica Bourke en su libro. Tras la guerra, Hatchcock -que hoy es considerado un héroe de guerra y una leyenda dentro de los infantes de marina de EEUU- reflexionó en su autobiografía sobre su estancia en Vietnam: "Nunca gocé con matar a alguien. Pero debía hacerlo con esos bastardos... podían matar a muchos de los nuestros".

Las atrocidades estadounidenses, al descubierto
En 2006, ‘Los Angeles Times' publicó un artículo en el que denunciaba que la muerte de civiles por soldados estadounidenses fue mucho mayor de lo que mostraban los informes publicados por el Pentágono en los setenta. Igual que en Irak, se descubrieron irregularidades en todas las divisiones del ejército y se acusó a 203 soldados de abusar de civiles. Sólo 23 fueron declarados culpables. El periódico estudió documentos sobre los que el ejército había levantado el secreto oficial, procedentes del Grupo de Trabajo de Crímenes de Guerra de Vietnam y los Archivos Nacionales en College Park. Poco después, funcionarios del Gobierno retiraron las copias de las estanterías públicas al sostener que estaban exentos de las leyes federales de revelación de información. Los expedientes demostraban la existencia de siete masacres entre 1967 y 1971 (no figura la matanza de My Lai de 1968) en las que murieron al menos 137 civiles vietnamitas.


 


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