El miércoles volvieron a poner el partido.
Todavía no me explico cómo no pudimos sentenciarlo antes. El Espanyol estaba muerto, había espacios por todos lados, nosotros estábamos frescos, teníamos gente arriba...
Ahora así, acordándome, creo que no me puse tan nervioso como el miércoles, o como en los penaltys contra el Betis, o los últimos minutos contra el Valencia. Si la final más inolvidable fue la primera, las eliminatorias más intensas han sido con la tercera. En la de Glasgow, como que teníamos la sensación de que se nos podía escapar todo después de haber hecho un temporadón.