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Autor Tema: HISTORIAS DE FUTBOL: Jugadores, Clubes, Anécdotas...  (Leído 39127 veces)

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #40 en: Noviembre 05, 2010, 13:33 Horas »

Dedicado a mi buen amigo Triana es Rojiblanca:




EL FANTASMA DE JOHN THOMSON

Un 5 de Septiembre de 1931, se disputaba el gran derbi de Glasgow, el partido de los partidos, la madre de todas las batallas, el clásico, el denominado ‘Old Firm’. Rangers - protestantes -, contra Celtic - católicos-. El escenario del partido era en Ibrox Park, el vetusto hogar de la hinchada gers. Unas 75.000 almas reventaban sus gradas, y el Celtic acudía al estadio de su gran rival con fama de tener un portero imbatible, el gigante John Thomson. Pero en el minuto 50, Sam English, norirlandés del Rangers, avanzó por la derecha superando a toda la defensa y se plantó en un mano a mano con Thomson, el portero del Celtic. El meta de Cardenden no dudó un instante, salió raudo y veloz hasta la posición de English, que estaba armando la pierna para disparar. Thomson se lanzó como un gato a sus pies y, entonces, en una fracción de segundo, llegó la tragedia. English disparó defectuosamente, pero su rodilla siguió en trayectoria ascendente, hasta impactar de manera brutal contra la cabeza del portero del Celtic, que se dobló como un junco, provocando un crujir de huesos que se escuchó en todo Ibrox Park. La siguiente escena mostraba a Thomson abatido, inerte, con la cabeza bañada en sangre. English, paralizado por el choque, no podía mover un músculo. Su compañero, el capitán del Rangers, Davie Meiklehojn, sí reaccionó. Había estudiado medicina, así que llamó a gritos la atención del árbitro, pidió la asistencia de los camilleros y se agachó para comprobar el estado del portero del equipo contrario, que yacía en tierra, boca arriba y conmocionado. Thomson fue retirado en camilla dejando un charco de sangre dentro del área del Celtic de Glasgow. Su puesto en la portería fue ocupado por un centrocampista, Chic Geatons, que apenas tuvo trabajo hasta el final del partido, porque tanto el Rangers como el Celtic estaban en estado de shock después del infortunio de Thomson. Se temían lo peor, y estaban en lo cierto. Mientras ellos jugaban al fútbol, Thomson jugaba un partido contra la muerte.

John Thomson nació en 1909 en el número 27 de Balgreggie Park, en Cardenden, una ciudad próxima a Glasgow. Su familia no andaba sobrada de dinero, así que desde muy joven se vio obligado a echar una mano en la economía familiar. Su primer trabajo le llegaría con 15 años, descendiendo, cada mañana, a los infiernos de un pozo minero en Fife. Pero Thomson, más que con carbón soñaba con un futuro como portero, decidió probar suerte con el fútbol y empezó su carrera en el Bing Boys, un equipo amateur. Después de un breve paso por el Wellesley Juniors en 1926, varios ojeadores del Celtic de Glasgow recomendaron su fichaje con un informe tan escueto como exacto acerca de sus características: Alto, fuerte, seguro, futuro portero de la selección escocesa. Bajo esas premisas, el Celtic fichó a John Thomson, que por aquel entonces sólo tenía 17 años. El único problema para completar su traspaso eran sus creencias realigiosas. Había quien decía que Thomson había sido educado en el protestantismo, y que un protestante no debía ser el portero del equipo que representaba a los católicos. Un par de partidos amistosos sirvieron para que el meta de Cardenden se fogueara con su nuevo equipo, y a partir de esos dos encuentros, no volvería a abandonar la portería católica.

Con Thomson bajo los palos, el Celtic conquistó la Copa de Escocia de 1931, y la prensa especializada destacaba las grandes cualidades de un portero cuyo techo no se conocía, pero cuyo presente era simplemente majestuoso. Eran años de vino y rosas para el Celtic, que decidió cruzar el charco para exportar su fútbol vertiginoso, a través de una gira de trece partidos por Nueva York, Chicago, Boston y Montreal. Durante esa gira, Thomson se mostró como un muro para todos sus rivales, y conservó su portería sana y salva, algo que le llevó a convertirse en el gran bastión defensivo de su equipo y a ser el meta titular de la selección de Escocia. Así, en la temporada 1931-32, una encuesta a pie de calle entre los seguidores del Celtic consideraba que Thomson, el guardián de los tres palos católicos, era el jugador más importante del equipo, por delante incluso del hasta entonces ídolo local, el ‘bomber’ Jimmy McGrory, un delantero centro que remataba cochinillos. Fue entonces cuando la prensa inglesa puso de manifiesto que el Arsenal inglés estaba dispuesto a arrojar la casa por la ventana para fichar al portero del Celtic. Los gunners le ofrecían triplicar lo que cobraba en Escocia, y cuando los hinchas católicos se habían resignado a perder a su buque insignia, Thomson zanjó el debate con un juramento de amor eterno…

- En la vida hay cosas más importantes que el dinero. ¿Qué hay más importante que el dinero? Pues…por ejemplo, está el Celtic de Glasgow.

Un 5 de Septiembre de 1931, después del ‘no’ de Thomson al Arsenal, llegó el gran derby de la ciudad de Glasgow, la gran fiesta del fútbol escocés. Y allí, sobre el verde de Ibrox Park, el mundo se detuvo cuando corría el minuto 50. Sam English avanzó por la derecha superando a toda la defensa verdiblanca y se plantó en un mano a mano con Thomson, el portero del Celtic. Thomson se lanzó como un gato a sus pies y, entonces, en una fracción de segundo, llegó la tragedia. English disparó defectuosamente, pero su rodilla siguió en trayectoria ascendente, hasta impactar de manera brutal contra la cabeza del portero del Celtic, que se dobló como un junco, provocando un crujir de huesos que se escuchó en todo Ibrox Park. La siguiente escena mostraba a Thomson abatido, inerte, con la cabeza bañada en sangre. English, paralizado por el choque, no podía mover un músculo. Su compañero, el capitán del Rangers, Davie Meiklehojn, sí reaccionó. Había estudiado medicina, así que llamó a gritos la atención del árbitro, pidió la asistencia de los camilleros y se agachó para comprobar el estado del portero del equipo contrario, que yacía en tierra, boca arriba y conmocionado. Thomson fue retirado en camilla dejando un charco de sangre dentro del área del Celtic de Glasgow.

Fue trasladado de urgencia al Hospital Victoria de Glasgow, y allí los doctores se dieron cuenta de que el portero del Celtic se había roto, literalmente, el cráneo, y presentaba tal pérdida de sangre que sus heridas no tenían solución. A las nueve y media de la noche de aquel trágico sábado, de aquel 5 de septiembre maldito, el corazón de John Thomson, el super-portero del Celtic y de la selección escocesa, dejaba de latir. El cadáver del portero fue trasladado a Cardeden, su ciudad natal, y un día después se ofreció una homilía en la Iglesia de la Trinidad de Claramont Street, en Glasgow, donde el capitán del Rangers, subía al estrado y rezaba una oración por el alma del malogrado Thomson.

- Fue el mejor rival, un hombre bueno y justo. - dijo con voz entrecortada el capitán Davie Meiklehojn -Nunca le olvidaremos. Ni los del Rangers, ni los del Celtic.

El miércoles 9 de septiembre de 1931 se celebró el funeral del portero del Celtic. Hasta Cardeden se desplazó un tren que salió de la estación de Queen Street, donde viajaron miles de hinchas que portaban coronas de flores y camisetas de Thomson, para dar el último adiós a su portero imbatible. El Bing Boys, su equipo de la infancia, se gastó todos sus ahorros en levantar un monumento a aquel portero que llegó a ser internacional con sólo 19 años. En aquel funeral, la gente se subía a los tejados para ver pasar el féretro, portado por los jugadores del Celtic, con el venerable manager Willie Malley al frente. Sobre la madera de roble del cajón, una pequeña alfombrilla verde y los palos de una portería trenzada con flores blancas. En el epitafio de la tumba de Thomson se grabó una inscripción que reza así:

- Jamás mueren aquéllos que perviven en los corazones de quienes dejan atrás.

El siguiente partido del Celtic de Glasgow fue ante el Queens Park. Las inmediaciones del estadio aparecieron plagadas de ofrendas florales, de camisetas del Celtic y de recuerdos para honrar la memoria del portero fallecido. Los futbolistas accedieron al césped en fila india y con la mirada perdida en el cielo. Escocia entera guardó dos minutos de emotivo y respetuoso silencio por el alma de Thomson. El que no encontró la paz fue el delantero del Rangers, Sam English. Atormentado por provocar la muerte del portero del Celtic, no volvió a ser el mismo. A pesar de que todos los aficionados absolvieron a English de cualquier responsabilidad, el volante del Rangers, abrumado por la culpa, decidió emigrar al Liverpool primero, al Queen of the South después y finalmente, al Hartlepool. Nunca fue el de antes, pasó el resto de su vida traumatizado y murió, con 58 años, víctima de una extraña enfermedad neuronal.

A día de hoy, casi ochenta años después de la trágica muerte del portero del Celtic, los hinchas siguen honrando la memoria del que fuera su portero más valiente. Lo hacen con una canción popular que recuerdan su gigantesco porte, su leyenda invencible y su muerte en el área pequeña. Es el tributo hacia Thomson, un fantasma que vaga por las tribunas hecho canción, y cuyo recuerdo sirve para estimular a su equipo. La canción es un himno que ha pasado de padre a hijos, como una herencia, como una tradición ancestral. Sus estrofas resuenan, estruendosas, entre las gradas del estadio Celtic Park. Su letra habla de memoria, de hombres y de compromiso.

[ ...Vamos, Celtic de Glasgow /
Levantáos todos y jugad el partido /
Que un espíritu está en vuestros palos /
...Es el espíritu de John Thomson...]


El gigante Thomson tenía sólo 22 años cuando se jugó la vida en una salida y la perdió. A cambio, evitó un gol y alcanzó la inmortalidad en el cielo. Hoy, si uno tiene la fortuna de pisar el estadio del Celtic, puede intuir la presencia de un fantasma que vaga por las tribunas. Es el alma de John Thomson.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #41 en: Noviembre 05, 2010, 13:49 Horas »
Bonita (y triste) historia la de este portero del betin de Glasgow.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #42 en: Noviembre 06, 2010, 17:35 Horas »
Gracias por la historia de este mito del Celtic, hwuan. Es bueno que la gente conozca la historia de equipos tan grandes y con una trayectoria tan honorable como la del Celtic.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #43 en: Noviembre 08, 2010, 13:47 Horas »

El homenaje de hoy y extraído de la pluma de Rubén Uría va para mi amigo Le Tissier, un tío grande como su ídolo:



Matt Le Tissier, Dios de Southampton

No hay mucho que ver en Southampton, una ciudad del sur de Inglaterra, situada a unos 100 kilómetros al sudoeste de Londres. La mayor parte de su casco viejo fue destruido por los bombardeos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y su puerto, uno de los más importantes del Reino Unido, fue el punto de partida del tristemente célebre Titanic. Es una ciudad melancólica, triste y con un clima gris, aunque en materia de carreteras, casi todos los caminos conducen a Southampton. La M27 engancha envuelve la ciudad con todos los puntos de la costa Sur de Inglaterra, la A34 enlaza con Winchester y la más famosa, la M3, es la autopista que une Londres con Southampton. Sin embargo, en todos los accesos hasta la ciudad conocida como ciudad de los santos, uno puede leer un curioso cartel a la entrada de Southampton, que reza así: ‘Welcome to Southampton, you’re entering the country from Le God’. [Bienvenido a Southampton. Está usted entrando en el país del Dios]. De ese letrero podría inferirse que la comunidad de habitantes de Southampton es muy religiosa, lo cual es cierto, aunque basta un cuarto de hora en el corazón de la ciudad para descubrir que, para los doscientos mil vecinos de Southampton, el concepto de Dios tiene su raíz en el fútbol. En la ciudad desde la que zarpó el Titanic, el título honorífico de Dios de Southampton es para un futbolista. Un tal Matt Le Tissier. Un futbolista impresionante, de una calidad superlativa, cuyos milagros formaron una corte de seguidores y fans a comienzos de los años noventa. El nombre de Matt Le Tissier, en los libros de historia y estadística del fútbol mundial, apenas dice nada. Sus goles imposibles nunca merecieron ganarse la fama y el prestigio en Italia o en España, y sus hazañas nunca llegaron a traspasar el umbral del Canal de La Mancha. Pero si en el planeta tierra los dioses del fútbol responden por nombres como Maradona o Pelé, existe un lugar en el mundo donde Dios - con mayúsculas- es británico. En Southampton, Dios bajó a la tierra para jugar al fútbol en un modesto. Vestía camiseta rojiblanca, calzón negro y llevaba el siete a la espalda. En Southampton, Dios es Matt Le Tissier.

El gran ídolo del Southampton nació en Saint Peter Port, en Guernsey, una isla situada en el Canal de La Mancha, entre Inglaterra y Francia. Desde niño, el sueño del pequeño Matt era jugar en la Premier League y vestir, algún día, la camiseta de Inglaterra, con los tres leones grabados en un escudo bordado en su pecho. Talento precoz, Le Tissier hizo sus primeros pinitos como futbolista en el Vale Recreation, equipo en el que se dio a conocer muy pronto por sus goles imposibles, algunos desde el centro del campo o desde el saque de esquina. Fue así como llamó la atención del Southampton, que lo fichó para la causa de los Saints durante la temporada 1985-86. Los dirigentes del club tenían mucha confianza en aquel chico alto, con tendencia a engordar, con nariz de alcayata y gesto displicente, que andaba sobre el césped durante 85 minutos, y que era capaz de anotar un hat-trick en los cinco restantes. Matthew tenía precisión de cirujano a la hora de armar la pierna y realizar pases de 40 metros que provocaban el asombro del público, y era el terror de los rivales cuando levantaba la cabeza desde fuera del área y chutaba a portería. No tenía demasiada velocidad, no era un tipo que desplegara un alto ritmo sobre el césped, no luchaba cada balón dividido y tenía serios problemas para marcharse en velocidad. Pero cuando aquel falso lento encaraba la portería rival, de sus botas salían relámpagos teledirigidos que azotaban las escuadras de las porterías contrarias.

En su primera temporada como jugador de los Saints, Le Tissier marcó tantos goles espectaculares que la prensa le bautizó como ‘Mister Le’, aunque la hinchada del Southampton fue mucho más allá después de un golazo al Aston Villa, a raíz del cual, Le Tissier pasó a ser conocido con el calificativo de ‘Le God’ [El Dios]. Sábado a sábado, la fama de Le Tissier comenzó a crecer entre los fieles que acudían en masa al Victorian Former Ground, el estadio del Southampton, más conocido por The Dell. Después de un par de temporadas donde Le Tissier fue máximo goleador del equipoy su mejor asistente, antes de cada partido los hinchas rojiblancos recibían la salida al campo de Matt con un grito unánime que inmortalizaron como el estribillo de una canción cuya estrofa más repetida y coreada decía: ‘He is God, Matt Le God’. Pero Matthew siempre se tomó aquello a broma, de un modo campechano, más terrenal….

- (…) Me llamaban Le God, pero podría haber sido Matt The Fat [Matt el gordo]. Bebía tanta cerveza antes de los partidos que a veces me pesaba el culo. También me pasaba con las hamburguesas y el chili (…) Cuando me llamaban Dios, no sabía qué decir, sobre todo si me cruzaba con un cura…Yo no era Dios, claro.

El siete del Southampton correspondió tanto afecto con su fidelidad de por vida. Jamás se movió del hogar de los Saints. Nunca abandonó a un equipo pobre, privado de grandes futbolistas, acostumbrado a pelear por no descender, y cuyo presupuesto era tremendamente reducido. Mr. Le Tissier vistió la zamarra rojiblanca durante quince intensas temporadas, donde disputó 540 partidos entre Liga, Copa y Copa de la Liga, anotando más de 200 goles como capitán y emblema del Southampton. Muchos fueron los futbolistas que compartieron vestuario con Le Tissier y que sí agarraron el tren de la fama para marcharse a los ‘grandes, como en el caso de Alan Shearer, que ficharía por el Blackburn Rovers, pero Le Tissier nunca llegó a plantearse que podría vivir mejor fuera del demacrado y viejo estadio de The Dell. Nottingham Forest, Arsenal, Tottenham o Liverpool lo quisieron en algún momento. Fuera de Inglaterra, Lazio de Roma, Marsella y Atlético de Madrid preguntaron por él. Siempre recibían la misma respuesta. Le Tissier nunca les devolvía la llamada. Tenía todo lo que necesitaba.

-Es fácil jugar en el Manchester United o en el Liverpool. (…) Yo prefiero jugar al borde del abismo, con presión, sacando a un equipo de bajar a Segunda. Jugar en los mejores clubes es un reto bonito, pero hay un reto mucho más difícil: Jugar contra los grandes y ganarles. Yo me dedico a eso…

Le Tissier siempre tuvo claro que entre el honor y el dinero, lo segundo nunca era lo primero. La mejor muestra llegó cuando, a comienzos de los años noventa, y según confesión de su mejor amigo y compañero, Ronnie Ekelund - que llegó a probar con el Barcelona de Cruyff-, el Chelsea decidió poner toda la carne en el asador para llevarse a ‘Le God’ a Londres. Por aquel entonces, el Chelsea necesitaba recuperar su cartel como equipo grande, y estaba dispuestos a pagar lo que hiciera falta para convencer a Matt, pero Le Tissier jamás llegó a negociar y considerar todos los ceros que podrían adornar su cuenta bancaria.

- Antes de un partido en casa, Matt me comentó que el Chelsea le había hecho una oferta de tanto, tanto dinero, que la vida de los hijos de sus hijos estaría resuelta. - confiesa Ronnie Ekelund- Luego se calzó las botas, se puso la camiseta con el siete a la espalda y me dijo que él no valía todo ese dinero. Aquel día ganamos, Matt marcó un golazo, se duchó y se fue a casa. Nunca devolvió la llamada al Chelsea.

Esa resistencia a la tentación, ese orgullo por su camiseta, esa contumaz idea de ser el estandarte de un equipo pobre, consiguió que Le Tissier no sólo fuera considerado el mejor jugador de la historia del club, sino que se ganó el primer lugar del escalafón entre todo el santoral de mitos sagrados de la historia del Southampton, un equipo que jamás llegó a soñar con batir a los grandes en su estadio, gracias a los goles de su sempiterno capitán, una especie de Robin Hood del fútbol que lucía el número siete y disparaba a puerta de manera terrorífica. El Dios de Southampton iba, sábado a sábado, regalando milagros a su parroquia. Una tarde ganaba, él sólo, al United. Otras veces, salvaba a su equipo del descenso con un gol desde el centro del campo. Y otras, como en la temporada 1994-95, marcaba el gol de los goles. Ese sábado el gigante en cuestión era el Newcastle, y el Southampton estaba en su lugar natural, el fondo de la tabla. Había que ganar o ganar, y Le Tissier enganchó un balón suelto en el centro del campo. La pelota bajaba con nieve, y Matt, que estaba mal colocado para recibir, giró sobre sí mismo y controló de espuela para bajar la pelota al pasto. Primera ovación y primer rugido del estadio para ‘Le God’. Le Tissier avanza con la pelota controlada, encara a un defensa y le supera en carrera con toque, sutil y dulce, para sortearle por un costado. Segunda ovación y segundo rugido en honor a ‘Le God’. Le Tissier prosigue su carrera hacia el corazón del área, un central le sale al paso y, cuando la pelota bota delante del capitán del Southampton, Le Tissier se inventa un sombrero que deja roto al central. Tercera ovación y tercer rugido de The Dell para su héroe. Matt aguarda a que baje la pelota mientras observa cómo el portero del Newcsatle la achica el ángulo desde el área pequeña, espera una décima de segundo y coloca el empeine derecho de su bota para acompañar la pelota, de una manera suave y delicada, junto al poste. Pero aquel gol maradoniano, kilométrico, desde el centro del campo, no fue elegido “Gol de la temporada” por votación popular. Sí lo fue su tanto al Blackburn Rovers, desde el centro del campo, con un disparo a la escuadra desde 40 metros. Fue su milagro más sonado con los Saints.

La única prueba existente de que Le Tissier era humano, y que estaba hecho de carne y hueso, había llegado un año antes, un 24 de marzo de 1993, en un partido de la First Division. Hasta entonces, ‘Le God’ había anotado todos los penaltis que había chutado. Aquella tarde, Matt había marcado un golazo, y tenía en sus botas la oportunidad de empatar la contienda ante el Nottingham Forest de Roy Keane y Nigel Clough, el vástago del mítico Brian Clough. Le Tissier cogió la pelota, la colocó en el punto fatídico, cogió carrerilla y pateó, para sorpresa de todos, de modo defectuoso. La pelota salió mordida y Mark Crossley, el meta visitante, alargó la mano para despejar la pelota y conjurar el peligro. Crossley, siempre recuerda aquella parada como un fenómeno extraño.

- Él era un seguro de vida, pero la pegó mal y lo paré. Ganamos 1-2 y, después del partido, Matt se me acercó y me dijo que algún día tenía que fallar, y que esperaba que mi parada me diera buena suerte para jugar algún día con mi selección.

Aquella tarde no lo sabía, pero años después, Mark Crossley, que llegaría a ser el portero titular con la selección de Gales, pasaría a la historia como el único portero que fue capaz de detener un penalti a Matt Le Tissier. Después de casi 16 años en el Southampton, ‘Le God’ anotó todos y cada uno de los que lanzó. Ejecutó 50 penaltis y anotó 49. Después de fallar ante Crossley, nadie volvió a detenerle una pena máxima.

Sin embargo, sus goles espectaculares, su carisma en Southampton y su extraordinaria elegancia sobre el campo nunca fueron un aval suficiente como para que Le Tissier triunfara con Inglaterra. Siendo un chaval pudo haber elegido jugar para Francia, al haber nacido en territorio anglo-francés, y alguna vez debió arrepentirse de no haber probado con Les Bleus. Porque, a pesar de que Le Tissier fue convocado en varias ocasiones para jugar con su selección, nunca fue un fijo para su país. Nunca tuvo continuidad. Siempre fue injustamente marginado. Sólo disputó ocho encuentros con la camiseta de los pross, y se quedó fuera tanto de la lista de la Eurocopa de Inglaterra, en 1996, como dos años más tarde, del Mundial de Francia, en 1998. Ni Terry Venables ni Glenn Hoddle, ni Kevin Keegan ni Sven-Göran Eriksson confiaron en su pie de seda. Todos dieron la espalda a Le Tissier como pieza clava para ganar los campeonatos, y le sacrificaron en beneficio de jugadores de un perfil mucho más áspero. Una veces fue por sus lesiones musculares. Otras veces, el ‘no’ llegó por sus problemas de espalda, otras, por su propensión a engordar más de la cuenta, y la mayoría, por su carácter introvertido. Nadie sabe qué habría conseguido Inglaterra con el siete del Southampton como director de orquesta.

Con los tobillos resentidos, con múltiples problemas en su espalda y con una rodilla muy desgastada, Le Tissier decidió colgar las botas en el año 2002. Tenía 33 años y había dado toda una vida por su club. En mayo de ese mismo año, Matthew Le Tissier tuvo su partido homenaje, en un choque amistoso que enfrentó a sus dos únicos equipos desde que era un niño. Al Southampton y la selección de Inglaterra. Rodeado de sus ex compañeros, gente como Alan Shearer, Tim Flowers, Paul Gascoigne o Ronnie Ekelund, el último adiós de Matt Le Tissier congregó a 32.000 aficionados. Era un día triste para Southampton. El cuerpo de su Dios había dicho basta, y el siete nunca más volvería a vestirse de corto.

Tras la retirada de Le Tissier, los fans del Southampton han comercializado un CDRom biográfico sobre ‘Le God’, con todos los detalles de su carrera. Sus mejores goles, su biografía, sus comienzos, su familia y sus amigos. Lo compraron veinte mil seguidores, y tuvo tanto éxito, que a partir de 2006 decidieron que se pudiera descargar de manera gratuíta a través de Internet. A su retirada sigue trabajando en el Southampton como embajador del club. A día de hoy, Matt Le Tissier es el embajador de los Saints en el mundo, se ha sacado el título de entrenador y es el hijo pródigo de Southampton. Sea como fuere, si uno se desplaza en coche hacia Southampton, aún puede encontrarse con esos particulares carteles distribuidos por carreteras y autopistas, que siguen recordando a su gran héroe. En esos carteles, que ya no son cientos sino decenas, se puede seguir leyendo eso de ‘Bienvenido a Southampton, estás entrando en el país del Dios’.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #44 en: Noviembre 08, 2010, 14:12 Horas »
Precioso relato, sin lugar a dudas. Fiebre Maldini también hizo un magnífico reportaje al efecto.

Muchas gracias, sheriff y espero que nos sigas deleitando con este tipo de homenajes floriles e historias futboleras maravillosas. Este maravilloso deporte que amamos y este sencillo foro grande en foreros que poseemos da para hartarse.

Si admites recomendaciones, yo daría un saltito de las islas a la samba (Garrincha, Djalminha...)

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #45 en: Noviembre 08, 2010, 15:43 Horas »
Estos son los post interesantes, por cierto los que no hayais visto a Matt Le Tissier, buscad en Youtube los 10 mejores goles suyos, y a rascarse la piel de gallina.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #46 en: Noviembre 08, 2010, 16:07 Horas »
Estos son los post interesantes, por cierto los que no hayais visto a Matt Le Tissier, buscad en Youtube los 10 mejores goles suyos, y a rascarse la piel de gallina.

¿Por ejemplo este vídeo? En él sale el golazo que tan certeramente narra Rubén Uría:




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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #47 en: Noviembre 08, 2010, 16:17 Horas »
¿Por ejemplo este vídeo? En él sale el golazo que tan certeramente narra Rubén Uría:





El segundo gol de ese video es //**(NO HAY PALABRAS**//  : control-autopase de tacón, 2 sombreritos-autopases que le dejan ante el portero, y colocadita al palo contrario.

Eso lo mete Maradona, Messi o el peinaíto portugués, y lo repiten 30 veces todos los dias en el telediario hasta que el Logroñes gane la champions.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #48 en: Noviembre 08, 2010, 16:22 Horas »


El segundo gol de ese video es //**(NO HAY PALABRAS**//  : control-autopase de tacón, 2 sombreritos-autopases que le dejan ante el portero, y colocadita al palo contrario.

Eso lo mete Maradona, Messi o el peinaíto portugués, y lo repiten 30 veces todos los dias en el telediario hasta que el Logroñes gane la champions.

.....Ese sábado el gigante en cuestión era el Newcastle, y el Southampton estaba en su lugar natural, el fondo de la tabla. Había que ganar o ganar, y Le Tissier enganchó un balón suelto en el centro del campo. La pelota bajaba con nieve, y Matt, que estaba mal colocado para recibir, giró sobre sí mismo y controló de espuela para bajar la pelota al pasto. Primera ovación y primer rugido del estadio para ‘Le God’. Le Tissier avanza con la pelota controlada, encara a un defensa y le supera en carrera con toque, sutil y dulce, para sortearle por un costado. Segunda ovación y segundo rugido en honor a ‘Le God’. Le Tissier prosigue su carrera hacia el corazón del área, un central le sale al paso y, cuando la pelota bota delante del capitán del Southampton, Le Tissier se inventa un sombrero que deja roto al central. Tercera ovación y tercer rugido de The Dell para su héroe. Matt aguarda a que baje la pelota mientras observa cómo el portero del Newcsatle la achica el ángulo desde el área pequeña, espera una décima de segundo y coloca el empeine derecho de su bota para acompañar la pelota, de una manera suave y delicada, junto al poste. Pero aquel gol maradoniano, kilométrico, desde el centro del campo, no fue elegido “Gol de la temporada” por votación popular......

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #49 en: Noviembre 08, 2010, 16:32 Horas »
Un futbolista único. Me cuesta creer que hoy en día pudiera haber un caso parecido de amor a unos colores, humildad y nivel futbolístico.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #50 en: Noviembre 08, 2010, 16:35 Horas »
Un futbolista único. Me cuesta creer que hoy en día pudiera haber un caso parecido de amor a unos colores, humildad y nivel futbolístico.

Manolo Jiménez (jugador) rechazó ir al madrid y se quedo en el Sevilla   :P

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #51 en: Noviembre 09, 2010, 10:22 Horas »
Precioso relato, sin lugar a dudas. Fiebre Maldini también hizo un magnífico reportaje al efecto.

Muchas gracias, sheriff y espero que nos sigas deleitando con este tipo de homenajes floriles e historias futboleras maravillosas. Este maravilloso deporte que amamos y este sencillo foro grande en foreros que poseemos da para hartarse.

Si admites recomendaciones, yo daría un saltito de las islas a la samba (Garrincha, Djalminha...)


Pues nos iremos de las islas a la Samba, pero seguimos con la serie de historias tristes e injustas del fútbol:




El arquero que murió dos veces


Moacir Barbosa fue el arquero en la tristeza más grande de la historia del fútbol brasileño: el Maracanazo. Pasó ese día de superhéroe a villano perpetuo. A su entierro, hace diez años, no fue casi nadie.

Fue un segundo que le partió la vida en dos. Voló, como en tantas otras ocasiones similares: elástico, seguro, convencido. El remate de Alcides Ghiggia traía la pelota que lo debía consagrar para siempre como lo que era: un arquerazo. Pero esta vez, la decisiva, la más importante, la del destino, Moacir Barbosa Nascimento no llegó. En ese instante que todavía parece durar, aquel 16 de julio de 1950, el Maracaná era un monstruo de más de 200.000 cabezas, un hervidero de gente sólo preparada para la felicidad. Pero Uruguay, el ocasional invitado al festejo de Brasil, terminó siendo el dueño de la alegría propia y del silencio ajeno.

Se vivió como una tragedia deportiva en Brasil y luego se le puso nombre en el mundo: Maracanazo. También se eligió un responsable desde entonces y para siempre: Barbosa. "Llegué a tocarla y creí que la había desviado al tiro de esquina, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro del arco, un frío paralizante recorrió todo mi cuerpo y sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí", contó entre sollozos el arquero, ya con la certeza de que Brasil se había quedado a la sombra del capítulo más épico del fútbol mundial. Las consecuencias las retrató también el escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Los moribundos demoraron su muerte y los bebés apresuraron su nacimiento. Río de Janeiro, 16 de julio de 1950, estadio de Maracaná: la noche anterior, nadie podía dormir; y la mañana siguiente, nadie quería despertar".

Obdulio Varela, partícipe imprescindible y símbolo de la hazaña de La Celeste, peón de albañil, laburante del fútbol y militante de los rezagados, abrazó a los vencidos y bebió la derrota junto a ellos por los mostradores de Río de Janeiro. Palabras más, palabras menos, contó más tarde sobre el gol de Ghiggia: "La culpa no fue de Barbosa. A esa pelota la hizo entrar el destino". Que el Negro Jefe lo eximiera no le alcanzó tampoco a Barbosa.

Hasta ese momento, Barbosa se había ganado un pedazo de la historia. Nacido en Campinas, San Pablo, en marzo de 1921, empezó a jugar al fútbol en Almirante Tamandaré, un modesto club de su ciudad. Lo ponían de wing para aprovechar su velocidad. Al arco llegó mucho por casualidad y un poco por pereza: no le gustaba correr demasiado durante los partidos. Para comer, lavaba vidrios; también atajaba para sus empleadores en el Laboratorio Paulista de Biología, a modo de changa. El siguiente paso fue decisivo: le ofrecieron jugar para Ypiranga, un equipo pequeño de la Liga de San Pablo de entonces.

Sorprendía por su destreza. Y por eso lo contrató Vasco da Gama: se mudó a Río de Janeiro y pronto se hizo crack. Fueron los mejores años del club carioca: con su emblemático equipo conocido como El Expreso de la Victoria (Expresso da Vitória, en portugués) ganó cinco Estaduales en ocho años (entre 1945 y 1952) y el Campeonato Sudamericano de Campeones de 1948 (una suerte de antecedente de la Copa Libertadores). Luego Barbosa jugó también en Bonsucceso, Santa Cruz y Campo Grande.

Su llegada al seleccionado verdeamarelo fue un paso natural e inevitable. Un año antes del Maracanazo, había ganado la Copa América. Pero el día de la maldición llegó y transformó un paraíso en infierno. Lo contó el periodista Ariel Scher, en su espacio De Rastrón: "Barbosa, que merecía los derechos de un individuo corriente, se volvió esclavo de esa circunstancia durante el medio siglo completo que transcurrió desde el instante en el que aquella pelota tocó la red hasta la hora en la que él respiró el último de sus aires. Se lo señalaron en las veredas modestas de Río de Janeiro en las que parecía haberse quedado sin sitio, en los ómnibus en los que viajaba con las miradas de los otros astillándole la piel y en las tribunas desagradecidas que antes le habían aplaudido hasta los tiros que tapaba con las uñas".

Fue declarado culpable sin razón y sin juicio. Y condenado a cadena perpetua por todas las tristezas que el gol de Ghiggia había generado. Con él fueron injustos y hasta miserables. En 1993, en plena disputa de las Eliminatorias para el Mundial de los Estados Unidos, Barbosa quiso pasar por la concentración brasileña a saludar a los futbolistas. Fue hasta la puerta. No lo dejaron entrar. "Que no pase y que no vuelva", fue la orden de las autoridades. Ya entonces, Barbosa vivía de prestado en la casa de una cuñada y se alimentaba gracias a una jubilación de hambre. Lo dijo y lo escribió el periodista Armando Nogueira: "Fue la persona más maltratada de la historia del fútbol brasileño. Era un arquero magistral. Hacía milagros, desviando con mano cambiada pelotas envenenadas. El gol de Ghiggia que significó el 2-1 final para Uruguay en la final de la Copa de 1950, le cayó como una maldición. Cuanto más pasa el tiempo, más lo absuelvo. Aquel partido Brasil lo perdió en la víspera".

En una noche de viernes de abril de hace 10 años, murió Barbosa. Solo, olvidado, despreciado. En Praia Grande, donde entonces vivía y donde lo enterraron luego, no había más de cincuenta personas para despedirlo. Lo evocó un viejo rival, Idario Peinado, estrella del Corinthians en los años 50. Y sobre su ataúd habitaba una bandera del Club Atlético Ypiranga, que entonces ya no jugaba más al fútbol profesional. No había dirigentes, ni famosos, ni autoridades nacionales. Barbosa era un olvido. Lo retrató el escritor mexicano Juan Villoro, autor de Dios es Redondo: "El primer arquero negro de la historia de la selección brasileña murió pobre, humillado y condenado. La prensa casi no registró su muerte. Barbosa no se habría sorprendido. La segunda muerte de Barbosa será la definitiva".

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #52 en: Noviembre 09, 2010, 18:29 Horas »

Como la cosa está paradita vamos a sacar otra historia de futbol, una vez más de la mano de Rubén Uría. La historia de un futbolista que pudo ser leyenda, un futbolista del que el propio Maradona llegó a comentar que era mejor que él, un futbolista que los que lo vimos jugar disfrutamos y nos frustramos.




El Mago


"Oliendo a fresca y verde hierba aparecía por la izquierda un mago de San Salvador". Esa cuarteta recorre las calles de Cádiz en memoria de un hombre que pudo reinar en el fútbol mundial. Su nombre, Jorge Alberto González Barillas. Su nombre de guerra, "Mágico". Hoy se cumplen 25 años desde que aquel genio, aquel crack bohemio, se convirtiera en noticia en el fútbol español. Su Cádiz recibía el nuevo año con la esperanza de conseguir su cuarto ascenso a Primera, pero aquel futbolista talentoso llevaba una semana sin acudir a los entrenamientos. El día de Reyes, un señor se personó en el estadio Ramón de Carranza sin previo aviso y pidió que le recibieran en la Junta Directiva. Se presentó en las oficinas del club y dijo ser el mayordomo de Jorge "Mágico" González. Cuestionado acerca de los motivos del futbolista para no acudir al trabajo, su mayordomo personal sólo acertó a decir lo siguiente: "El señor dice que no se encuentra bien". Era una nueva cabalgada de Mágico hacía el precipicio. Él era así. Vivía en el alambre. Jugaba por placer, era impredecible, vivía por amor al arte y ejecutaba goles de dibujos animados. Nunca hizo del sudor su bandera, como Alfredo Di Stéfano. Su cadencia nunca fue la de un meteorito humano a ritmo de samba, como Pelé. Nunca fue ese junco de fuego por la banda, como Johan Cruyff. Y nunca fue ese cebollita, ese jamón con patas, ese barrilete cósmico, como Maradona. Él era otra cosa. Su fútbol era intermitente, improvisado, artístico, anárquico y fantasioso. Pura magia. Jorge Mágico González, el Mandrake del fútbol mundial, nunca se preocupó de las leyes de los hombres, de la cultura del esfuerzo o del desgaste de su reputación. Pasó la vida pegado a la botella, durmiendo interminables siestas, acurrucado en los brazos de alguna mujer y levantando al público de sus asientos a base de rabonas. Hijo de Oscar y Victoria, fue el pequeño de ocho hermanos, de los cuales fue el único en dedicarse a patear la pelota. Pero su gran pasión no fue el fútbol. A Mágico le gustaban las mujeres, las siestas y el fútbol. Por ese orden. Se casó, tuvo tres hijos, abandonó a su mujer, tuvo una primera amante que concibió un hijo suyo en España y finalmente, ha reconocido tener otra hija en Estados Unidos.

El Mago comenzó su carrera en el Administración Nacional de Telecomunicaciones salvadoreño, popularmente conocido como el Antel, pero allí sólo pasó dos campañas. Pero Mágico, consciente de su infinita calidad y de que era culo de mal asiento, acabó fichando por el Deportivo Independiente de San Vicente. Al poco tiempo, recaló en el Guadalajara, y finalmente fichó por el FAS de Santa Ana, de Primera División, que le pagó 60.000 colones, una auténtica fortuna para la época, y una supuesta bicoca para un tipo que venía de una familia de origen humilde. Mágico, según cuenta la leyenda, tenía un agujero en el bolsillo, y se gastó el dinero en apenas unas semanas. Por aquel entonces, a Jorge González ya se le conocía en todo el país como "Mágico". El nombre de guerra tenía copyright del comentarista deportivo Hernández Colorado, que había quedado prendado de la calidad de Jorge en un partido entre el ANTEL y el Aguila. Con cuatro años de carrera profesional a sus espaldas, Jorge ya era un imprescindible en la selección de su país, que tenía como gran objetivo sellar su pasaporte mundialista para la cita mundialista de 1982. En ese camino hacia el Mundial de España, El Salvador enfrentaba a Mexico. Era Noviembre de 1981. Aquella noche, Mágico fue Mágico y llevaría a su país directo a la Copa del Mundo después de ejecutar una jugada donde fue capaz de driblar hasta a cinco rivales que le salieron al paso. Una vez que los dejó a todos en el piso, Jorge disparó, el guardameta rechazó y Hernández, su compañero de selección, hizo el tanto que daba a la modesta El Salvador la gran oportunidad de estar presente en España '82. Aquella jugada memorable de Mágico dio la vuelta al mundo, su nombre empezó a figurar en las agendas de muchos clubes y su club le triplicó el sueldo, haciendo prometer a Mágico que no se lo puliría todo de una tacada. Quiso ficharlo el Aurora, el Alajuelense de Costa Rica, el universitario de Perú y los Pumas de Mexico, la UNAM.

Pero la tentativa más seria llegó de Francia, de la mano del PSG, que estaba encantado con la calidad de Mágico y quería conseguir su fichaje a toda costa, tirando la casa por la ventana. Los franceses enviaron un fax a El Salvador anunciando su llegada, pidieron permiso al club salvadoreño para entablar negociaciones y se plantaron en un hotel céntrico de El Salvador, esperando la llegada de Mágico González. Los directivos esperaron con paciencia la llegada de aquel genio desgarbado que, según decían, sería la gran estrella del fútbol mundial. Esperaron media hora; una hora; dos horas; tres horas y hasta cuatro. Ante la falta de puntualidad de Mágico, que nunca llego a aparecer a la cita, decidieron desistir de su fichaje e hicieron las maletas para volver a París. Ni el propio Mágico recuerda con exactitud por qué no se presentó en ese hotel. "Creo que estaba durmiendo la siesta" llegó a decir un familiar suyo cuando se le recordó el fichaje frustrado. Así era Mágico. Incorregible.

Su aventura mundialista con El Salvador fue otra historia. En España, los modestos salvadoreños fueron el "puching-ball" perfecto para Argentina, Hungría y Bélgica. Perdieron los tres partidos, e incluso fueron humillados ante Hungría, recibiendo un 10-1 que provocó sonrojo en el mundo. Pero Mágico era la excepción a la regla de mediocridad de su selección. Era fino, encaraba con clase, hacía controles imposibles, era capaz de regatear a cuantos le salían a su paso y tenía un toque tan dulce que arrancaba ovaciones en los estadios españoles. Tan buen impresión dejó, que a pesar del caos de su país en el Mundial, Jorge Mágico González apareció entre los diez mejores jugadores de España '82. Otra vez los grandes llamaron a su puerta, pero Mágico era reacio a abandonar su país, donde era un ídolo de masas, para tener que entrenar y ganarse el puesto en otro país. Contra todo pronóstico, porque tenía ofertas mucho mejores encima de la mesa, sería el Cádiz el que se llevaría el gato al agua. El milagro amarillo militaba entonces en Segunda División. Mágico cambió ese panorama a base de taconazos, rabonas, espuelas, goles y pases imposibles. "La gente de Cádiz me para por la calle y me dice que soy un crack, yo les digo que me llamo Jorge y que mi apellido es González".

Llegó como fichaje estrella en la 82-83, ascendió a su equipo a Primera, anotó 15 goles en 33 partidos y dejó un puñado de jugadas que consiguieron que su nombre traspasara las fronteras de todo el mundo. Al año siguiente, mientras el Cádiz se desangraba en la parte baja de la tabla consiguiendo sólo seis victorias en 34 jornadas, Mágico seguía a lo suyo. Marcaba 14 goles, se ponía el mundo por montera y llenaba domingo tras domingo el Ramón de Carranza. Era el héroe de "La Tacita de Plata". Mágico, un Curro Romero del fútbol, se convertía en leyenda. Amigo íntimo de Diego Armando Maradona y de Camarón de La Isla, alternaba actuaciones espectaculares con resacas interminables. Mágico jugaba de noche y también de día. Igual regalaba un gol de córner directo que se pasaba dos días en paradero desconocido. Una noche se bebía el agua de los floreros y al día siguiente, después de que los compañeros le dieran una ducha fría, saltaba al campo y marcaba tres goles como tres soles. Mágico, espíritu libre, artista de lo imposible y enemigo de lo posible, aumentaba su leyenda. Su mito le precedía antes de pisar cualquier campo de España. Amante de la noche, la juerga y la fiesta, Mágico era el único capaz de conseguir, como Maradona, que su pierna reventara cualquier domingo. "Mi obsesión siempre fue pasarlo bien. Quise ser feliz sin pisotear a nadie". Y no pisoteó a nadie. Fue, por encima de todo, feliz. Era feliz en el área enemiga, dibujando arabescos rodeado de rivales. Y era feliz en madrugadas eternas, mientras se derrumbaba, ebrio como una cuba, en la barra de cualquier bar de carretera.

Cientos de leyendas urbanas, ciertas o falsas, adornan la carrera del "Mago". Una de esas ciertas y reconocidas por el propio protagonista - que suele recordarlas con esfuerzo y mucha ayuda- tuvo que ver con su particular gusto por las mujeres y las siestas. En vísperas de un trofeo Ramón de Carranza, Mágico se quedó dormido después de una noche de juerga y no llegó a tiempo para jugar. El rival del Cádiz era el Barça. Mágico llegó al vestuario en el descanso y el equipo azulgrana goleaba por 0-3. Mágico se cambió, saltó a jugar el segundo tiempo y lo que pasó después no lo ha podido olvidar absolutamente ningún gaditano. El salvadoreño pisó el verde, ofreció un recital de juego, marcó dos goles, dio otro y su Cádiz del alma acabó remontando de manera increíble para ganarle al Barcelona por 4-3. Exhibiciones como esa lograron que el Barça se planteara su fichaje, a pesar de saber que Mágico era tan anárquico como indomable. El Barça le incluyó en su gira por Estados Unidos en 1984, junto a Maradona, pero el crack de El Salvador no llegó a fichar jamás por la entidad del Camp Nou. ¿El motivo? El Barça se alojaba en un lujoso hotel de California cuando sonó la alarma anti-incendio. Toda la expedición salió a la calle temiendo por su vida. El único que faltaba era Mágico. Se había quedado dentro de su habitación. Cuando fueron a buscarle, se encontraron que estaba profundamente dormido junto a una señorita. "Siempre he sido muy vago y aquel día me costaba mucho levantarme. Además, no había ningún incendio ¿Porque no hubo ningún incendio esa noche, verdad?".Aquello le cerró las puertas del Barcelona, de haber formado dupla atacante junto a Maradona. Muy a pesar de El Diego, que llegó a decir de El Mago que era "mucho mejor que yo. Yo vengo del planeta tierra. Él es de otra galaxia".

Otro que llegó a pensar que Jorge González era un extraterrestre era el que fue su técnico, David Vidal. Encargado de hacer de poli malo con el salvadoreño, de cuidar que no se durmiera en mitad de la charla técnica y de que acudiera a cada entrenamiento, Vidal recuerda con pasión muchas de las anécdotas que vivió en primera persona junto a "Mágico". La que más recuerda y define al crack ocurrió en pleno vestuario gaditano, durante un partido en el que Jorge había sido castigado con la suplencia por una de sus ausencias injustificadas. David Vidal llegó al vestuario, echó una ojeada a sus jugadores y vio en un rincón, apartado, a "Mágico", al que estaban mirando todos sus compañeros. "Le miraba y no me lo podía creer. Estaba haciendo controles con un paquete duro de tabaco, de Marlboro. Pudo hacer 20 ó 30. Nos quedamos mirándole y era impresionante. Una naranja es redonda, pero un paquete de tabaco es rectangular - reflexiona Vidal-, algo asombroso. La sensibilidad que Dios nos ha dado a los humanos en las manos, a Jorge se la dio en los pies".

Aunque la anécdota más sonada de Mágico llegó en el Cádiz, su club más amado, donde el presidente Manuel Irigoyen llegó a ofrecerle un contrato fabuloso de 50 millones de pesetas al año. Irigoyen, un fan incondicional de Mágico, quería asegurarse que la magia no se movería del Carranza. Le llamó a su despacho y le hizo la oferta con una única condición. Mágico sobraría 50 "kilos" por año, pero con una cláusula por la que Mágico debería pagar medio millón de pesetas por cada acto de indisciplina que cometiera. Mágico miró a Irigoyen, se levantó de la mesa después de escuchar la oferta y espetó: "Presidente, si firmo eso acabo la temporada debiendo mucho dinero al Cádiz". Mágico dijo "no" y dejó de ganar cincuenta millones de pesetas. Normal, porque el propio Mágico sabía que era el peor relaciones públicas de sí mismo. "Mi palabra de honor vale menos que una moneda falsa de un duro". Si había alguien de quien no podía fiarse El Mago, era de sí mismo. Después de nueve años en España, ocho en el Cádiz y uno en el Valladolid, Mágico hizo la maleta y volvió a su país. Allí acabó sus escaramuzas peloteras en el FAS, club que le permitió jugar cómo y cuando quería, alternando días con noches y golazos con copazos. Cuando colgó las botas y se dedicó en cuerpo y alma a la almohada, Mágico dejó su perla más famosa: "Respeté al fútbol pero no me respeté a mí".

A día de hoy, Mágico González sigue siendo un icono en El Salvador, hijo meritísimo, un estado lleva su nombre y continúa siendo una leyenda en España. Su país le ha nombrado Mejor Jugador de El Salvador de todos los tiempos y el Cádiz le reconoce como Mejor futbolista de su historia. Su vida ha inspirado una telenovela, el guión de un documental y una obra de teatro. Localizarle resulta una misión casi imposible, duerme tres o cuatro días seguidos, no ha sentado la cabeza y reconoce que a alguno de sus hijos sólo le ha visto "un par de veces o ninguna, no lo recuerdo bien". Vive en estado de semi-mendicidad, ha derrochado su fortuna en alcohol y mujeres, no se arrepiente de haberlo hecho y tiene un negocio en perspectiva. "Ojalá fuera capaz de poner un prostíbulo. Con eso ganaría mucho dinero en mi país". Así es Mágico. Así es Jorge González. Un tipo que, como en la canción de Los Secretos, no podía explicar que se volvía "vulgar al bajarse de cada escenario". Un hombre que, con la pelota pegada a su pie, se ganó a pulso la inmortalidad. Mágico forma parte de la historia sagrada del fútbol. Fue el hombre que pudo reinar. Pero eso nunca le interesó. Era un espíritu libre. El fútbol le habría coronado Rey. Él, simplemente, no quería. Mágico fue el crack bohemio. Era capaz de darle más de cien toques seguidos a una mandarina con el pie, pero era incapaz de gobernar su propia vida. El Mago fue un malabarista respetado por el fútbol, pero que nunca se respetó a sí mismo. Su leyenda permanece en los corazones de Cádiz hecha cuarteta. Un grito al viento: "Oliendo a fresca y verde hierba aparecía por la izquierda un mago de San Salvador".

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #53 en: Noviembre 10, 2010, 00:45 Horas »
Grande Mágico. Enorme. Vaya puto crack.



PD: no perderos las jugadas de los minutos 2:07, 3:04, y sobre todo 3:53...

PD2: la de veces que sale escaldao mibetin por Mágico... en una le hacen una entrada a la altura de la cintura que madre mía...

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #54 en: Noviembre 10, 2010, 16:53 Horas »
Grande Mágico. Enorme. Vaya puto crack.



PD: no perderos las jugadas de los minutos 2:07, 3:04, y sobre todo 3:53...

PD2: la de veces que sale escaldao mibetin por Mágico... en una le hacen una entrada a la altura de la cintura que madre mía...

Buenísimo el vídeo.

A los que no tuvisteis el placer de verlo jugar o no lo recordáis os aconsejo que disfrutéis de estos 7 minutos de magia y entenderéis que Maradona no estaba equivocado.

¡Lo que costaría este hombre hoy en día!

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #55 en: Noviembre 10, 2010, 17:09 Horas »
Buenísimo el vídeo.

A los que no tuvisteis el placer de verlo jugar o no lo recordáis os aconsejo que disfrutéis de estos 7 minutos de magia y entenderéis que Maradona no estaba equivocado.

¡Lo que costaría este hombre hoy en día!

Sería un fichaje muchimillonario hipergaláctico.

Qué manera de burrear a todo lo que se le ponía por delante, madre mía...

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #56 en: Diciembre 01, 2010, 15:58 Horas »

Las cosas del futbol.

Estoy viendo en Gol TV planeta Axel,contando la historia de Efrain Juarez,quien fuera junto a Carlos Vela y Gio Dos Santos campeon del mundo sub 17 en Peru con la azteca.

Resulta que despues de ser campeones del mundo y que los tres fueran piezas basicas destacadas de Mexico,Vela recala en el Arsenal,Gio participa mas en el Barça y Juarez vino a Barcelona tambien.

Pero no pudo entrar en el Barça B porque descendio a 3ª.Se queda en España sin equipo y para poder tener permiso de residencia y tal,necesitando residir X tiempo en España,decide irse a jugar al sur de España en categoria amateur.Donde? Al Barbate en 1ª Andaluza.

Despues regresaria a Latinoamerica para jugar en 1ª Division con los Pumas.

Y ahora en el Celtic de Glasgow.

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #57 en: Febrero 08, 2011, 16:23 Horas »
"FARFALLA GRANA"

El corazón de Turín se hizo hecho añicos un 4 de mayo de 1949. A las 17:05 el vuelo Fiat G212 se estrellaba contra la muralla de un terraplén posterior a la Basílica de Superga. En el interior del aparato, en mitad de un amasijo de hierros, aparecieron muertos los integrantes del Torino, segando las vidas de Valentino Mazzola, Menti, Rigamonti, Bacigalupo, Franco Osola o los hermanos Ballarin, tras un amistoso con el Benfica en Lisboa. La tragedia de Superga desgarró el "cuore" de un millón de italianos, que se dieron cita en la plaza de Turín para dar el último adiós a los que habían sido sus héroes. Aquella desgracia había fulminado la meteórica carrera del 'Toro', que jugaba en el histórico Filadelfia y que era un equipo casi invencible que arrasaba en Italia, donde había conquistado cinco campeonatos de forma consecutiva. La densa niebla que envolvía Turín fue, a falta de una mejor explicación, la causante de la tragedia. Días después del accidente, la opinión pública conoció el nombre del comandante de aquel vuelo maldito. Su apellido era Meroni. Su nombre, Luigi.

Ajeno a esa fatalidad, un mozalbete flacucho de seis años, jugaba a emular a los héroes fallecidos del Torino en el patio trasero de su casa. Era el menor de tres hermanos y se había quedado huérfano de padre, por lo que sólo contaba con la protección de una madre coraje. Peleado con los estudios y enamorado del calcio, el pequeño Gigi soñaba ser un gran futbolista mientras regateaba a sus amigos por los suburbios de Como. Tutelado por sus hermanos, Gigi aún no acertaba a comprender el motivo por el que todos palidecían cuando decía en voz alta su apellido. Aún no tenía edad suficiente para comprender que su Torino del alma tenía mucho que ver cuando algún desconocido se quedaba de piedra al conocer el apellido de su difunto padre. Gigi sentía cómo a todos, mayores y no tan mayores, les recorría un sudor frío por la cara cuando él, orgulloso, gritaba a los cuatro vientos que su apellido era...Meroni. De mayor, quería ser futbolista. Y jugar en el Torino. Su sueño se haría realidad después de un par de años en el Como - en la serie B- y otro par de campañas en el Genoa.

Meroni destacaba por ser un futbolista eléctrico, un junco endiablado que lejos de romperse, se balanceaba una y otra vez sobre el flanco siniestro del enemigo, para sembrar el pánico en el área rival. Anárquico, jovial y orfebre del regate, Meroni empezó a ganarse los primeros titulares de la prensa local, hasta convertirse en uno de los reclamos más deseados por los gigantes del fútbol italiano. Su sueño culminó cuando recibió la llamada de Nereo Rocco, uno de los entrenadores más duros de la historia del calcio. Tenía 19 años cuando debutó como extremo del Torino, su Torino del alma, y quizá en su debut alguien recordó que el piloto del avión de Superga se apellidaba también Meroni, aunque no existía parentesco alguno con la familia del piloto. Pero aquel guiño del destino, aquella paradoja caprichosa, creó un caldo de cultivo en la conciencia de Gigi. Si un Meroni había sido capaz de hacer añicos el corazón de su equipo, nada mejor que otro Meroni para recomponer toda esa gloria que ya era más celestial que terrenal. Sin que nadie se lo reclamara, Gigi quiso soportar el peso de una corona de espinas que, por caprichos de la historia, había ligado su apellido a una maldición.

Líder por convicción y también por necesidad, feliz en el ojo del huracán y con toda la presión sobre sus hombros, Meroni se convirtió en un símbolo para los aficionados del Torino, que decidieron bautizarle como "farfalla granna" (mariposa grana), por la capacidad estratosférica que atesoraba para desplegar sus alas y enhebrar un vuelo rasante por la línea de cal. Meroni era capaz de la fácil, la difícil y la imposible. Un ilustre rival, el legendario portero de la Juventus, Dino Zoff, grabaría para siempre una de esas ocasiones en las que Meroni desparramaba, humillaba y quebraba a todo bicho viviente. Zoff, portero regateado por Meroni en un derbi hasta en tres ocasiones, reconocía en Gigi algo diferente a los demás: "Primero te regateaba varias veces, pero luego, cuando la jugada había acabado, se paraba para consolarte por lo que te había hecho". Meroni era un ángel exterminador del gol, pero también una suerte de pastor de almas atormentadas y humilladas. Controvertido, genial, irreverente y excéntrico, Meroni regalaba los ojos de cualquiera que se acercara a ver los partidos del ‘Toro'. Cuando corría, sus piernas emanaban la magia de Mané Garrincha, la alegría del pueblo. Cuando frenaba después de una carrera vertiginosa, recordaba a la marca de la casa propia de Gento, La Galerna del Cantábrico.

Fuera de su romance con la línea de cal, vivió amancebado con Cristina Uderstadt, una polaca que trabajaba en el Luna Park y que hizo aflorar el lado más provocador de Meroni. De la mano de Cristina, una chica comprometida su tiempo y con el cambio social, Gigi alteró su imagen y también su discurso. Su vida, desde entonces, sería mucho más que ser un futbolista de éxito. Tras pasar una temporada con aquella polaca, se presentó en sociedad con una espesa barba en honor de Fidel Castro y Ernesto 'Che' Guevara, algo que fue censurado por el sector conservador italiano. Su pasión por el jazz, por los coches de carreras, por los mensajes de la música de Los Beattles y sobre todo, su inquietud política, le convirtieron en una referencia social, en algo mucho más trascendente que un grandioso futbolista. Meroni era El Mesías para los seguidores del Torino y el anticristo para el resto de Italia. Medio país le adoraba y el otro medio le detestaba. Sus coches último modelo suscitaban envidias, sus declaraciones altisonantes chocaban con la cultura histórica italiana y sus gustos musicales llegaron a ser tachados de obscenos. El peso de las críticas, lejos de arredrarle, aumentó su capacidad para la excentricidad. Prueba irrefutable fue un paseo dominical por el casco viejo de Turín, con una gallina como compañera de fatigas. Las fotos de Meroni tirando de la correa del animal dieron la vuelta al mundo y provocaron un escándalo mayúsculo en Italia. Tanto, que aquella corona de espinas que Meroni se obligó a llevar empezó a resultar demasiado pesada. Sobre todo cuando La Gazzeta dello Sport, en una virulenta campaña, arremetió contra él y le responsabilizó de la debacle italiana en el Mundial de Inglaterra, en 1966.

Otro episodio escandaloso acaeció cuando Meroni tuvo la ocurrencia de dejar plantada a su novia polaca, Cristina. De Gigi se sabía que era capaz de driblar a cualquiera en un campo de fútbol, pero nadie esperaba que Meroni regateara a la Iglesia del modo que lo hizo. Vivía con Cristina, sí, pero él no estaba hecho para atarse a nadie, y mucho menos para toda la vida. Quizá por aquel motivo decidió ahorrarse el sermón del 'hasta que la muerte os separe'. Agobiado por las presiones familiares de su novia, Meroni puso fecha a la boda, pero no hizo acto de presencia. Aquel desplante hizo las delicias de los quiosqueros de Turín. El papel se agotó en 24 horas. Jamás un regate futbolístico de Gigi había vendido tantos periódicos como aquel quiebro al altar. Lo hizo sin más. Sin pensar. Sin mala uva. Desde ese desdén característico del ramo de los artistas. Así era la rosa. Así era el cardo. Así era Meroni.

Atizado por la prensa pero idolatrado por la grada del "Toro", Meroni aumentaba su leyenda, convirtiendo su vida en un tobogán sazonado de escándalos mayúsculos y regates imposibles. Bajo ese aire rebelde, bajo ese bigote zapatista, bajo esa melena beatteliana, bajo esas greñas de suburbio, se alzaba el futbolista más famoso de Italia. El más temido y el más admirado; el más odiado y el más amado; el más rebelde y el más carismático. Héroe o villano, Italia entendía que aquel Garrincha italiano era mucho más que un simple jugador de fútbol. Fue pionero en traspasar la barrera social del fútbol, hasta convertirse en una suerte de icono pop, de leyenda urbana, de mito viviente, de rebelde, con o sin causa. Los fans querían tocar a Gigi, comprobar que era de carne y hueso, saber si era castrista o no, poder mirarle a sus vivarachos ojos y comprender qué tenía Meroni que no tenían los demás. Los tifossi del Torino estaban abducidos por un profeta que vestía de granate y lucía el siete a la espalda.

Uno de sus seguidores, Atillio, había disfrutado viendo cómo su Torino había dado buena cuenta de la Sampdoria de Génova por 4-2 en el Comunale, y salía del estadio feliz y dichoso por la victoria grana. Aquella tarde la 'farfalla granna' había volado con las alas bien desplegadas. Era una gran noche y había que celebrarlo. No en vano, el joven Atilio sentía por Meroni "tanto amor como por mis padres'. Atillio arrancó su coche y giró en la calle Re Humberto. En aquel instante, Gigi Meroni cruzó sin mirar. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Atilio no tuvo tiempo de frenar y Gigi, maestro del quiebro, no pudo esquivar a la muerte. La tragedia volvía a sacudir al 'Toro': Gigi Meroni había sido atropellado por un aficionado del Toro que acababa de sacarse el carnet de conducir.

Tres horas después del atropello y tras una intensa agonía en la cama del hospital de La Molinette, Gigi Meroni perdía la vida. El cuerpo sin vida de la "farfalla" fue expuesto en el centro del estadio, para permitir que sus incondicionales le dieran el último adiós. A su funeral acudieron miles de hinchas con lágrimas en los ojos. Era el último vuelo de la 'farfalla granna'. Francesco Ferraudo, presidente del club, dejó para la posteridad el epitafio de Meroni: "Gigi no era carne, nervio y músculo. Era genialidad, comprensión, coraje y altruismo". Atilio, el joven hincha que había atropellado a Meroni, estuvo hundido y pasó años al borde de la depresión. Había roto el corazón del Torino y había destrozado dos vidas: La de Meroni y la suya. Hijo de una familia acomodada de médicos, el joven se enfrentó a un infierno emocional con sólo dieciocho años recién cumplidos.

Después de un tratamiento psicológico intensivo y gracias al cariño y la comprensión de muchos aficionados del Toro, aquel chico superó la muerte de Meroni, aquel futbolista al que "amaba por encima de todas las cosas, tanto como a su padre y su madre". Pasó varios años trabajando en la sombra como empleado de una fábrica de la Fiat, venció su trauma poco a poco y animado por algunos amigos, decidió volver a interesarse por el fútbol. Y cuando pasaron 34 años de la trágica muerte de "La Farfalla", llegó el guiño definitivo del destino en la historia del calcio: El hombre que atropelló a Meroni fue elegido, caprichos del destino, presidente del Torino.

Rubén Uría / Eurosport

Desconectado Le Tissier

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #58 en: Febrero 09, 2011, 19:27 Horas »
Después de ver a Abreu (vaya crack...) fallar un penalty a lo Panenka y a los 4 minutos tirar otro igual (y meterlo), creo que este tipo de suerte es un tema interesante

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Re: HISTORIAS DE FUTBOL: JUGADORES, CLUBS, ANECDOTAS................
« Respuesta #59 en: Marzo 02, 2011, 18:45 Horas »
MANO DE COE

vie feb 25 17:06

A finales del siglo XIX, los marineros ingleses que llegaban a Argentina pasaban su tiempo libre practicando un deporte que había causado furor entre los británicos, el "foot-ball". Los criollos, que se agolpaban en los muelles criollos para saber más acerca del extraño fenómeno que excitaba tanto a los británicos, acabaron abrazando aquel nuevo deporte y adoptaron al "foot-ball" como religión oficiosa del país. Así, en los primeros años del siglo XX, los clubes argentinos fueron fundados por ingleses, y completados por argentinos e inmigrantes italianos. Después de la fundación de la Asociación del Fútbol Argentino, llegaron los primeros campeonatos domésticos. Unos torneos sin demasiados equipos, con confusiones en cuanto al reglamento, pero que solían aglutinar la atención de grandes y pequeños, que se amontonaban en terrenos baldíos, a las afueras del cinturón urbano de Buenos Aires. El 11 de agosto de 1906, se enfrentaron Barracas Athletic y Estudiantes de Buenos Aires, en un match rudo, sin tarjetas de amonestación, y donde ambos bandos están conformados por aristócratas británicos y entusiastas argentinos. El escenario de la contienda, según los libros de historia, estaba cercano al famoso Club Progreso, a cuyas instalaciones acudieron cientos de curiosos. En el Barracas Athletic la alineación era un auténtico galimatías, porque faltaba el portero titular, Laforia, que había sido fichado a última hora por un equipo de más enjundia y categoría. Barracas Athletic no había tenido tiempo material para encontrar un sustituto de urgencia y ante esa ausencia, varios jugadores de campo estaba pactando turnarse para atajar.

Sin embargo, un murmullo incesante recorrió la platea, y la muchedumbre rompió a aplaudir a un tipo con jersey gris que corrió a colocarse entre los tres palos. Barracas había encontrado, por fin, un portero. El elegido para guardar la portería era Winston Coe. Hijo del almirante Coe - famoso por su amistad con el militar Guillermo Brown-, Winston jamás había jugado de portero y solía desempeñar su función en el equipo actuando como "back derecho". La habilidad de Coe con la pelota en posiciones ofensivas era conocida en el barrio, pero para la mayoría de los espectadores era un auténtico misterio saber qué aportaría el irlandés deteniendo los balones en vez de chutarlos. El choque acabó con triunfo de Estudiantes sobre Barracas, por 2 goles a 1, en una tarde soleada donde destacó, por encima de todos, el portero de circunstancias de Barracas, Winston Coe. El diario 'La Prensa' dedicó una reseña especial para el improvisado portero, al que definió del siguiente modo: "La gran figura fue Winston Coe. Su modo de parar la pelota, la seguridad y la confianza con la que procede son dignas de elogio".

Aquella gran actuación sirvió para que Coe volviera a colocarse bajo los palos. Días antes había vuelto a ser el inquilino titular de la portería de su equipo en un partido contra el Alumni, y a pesar de haber encajado cinco goles, los periodistas destacaron su gran partido alegando que, de no haber sido por él, "el resultado hubiera sido catastrófico". El 26 de agosto de 1906, Winston Coe tuvo su tercera oportunidad como portero. Pero aquel día, enrolado en el Reformer de Campana, la empresa era bastante más complicada. Su equipo jugaba ante un rival mucho más poderoso que ellos, el Barracas de Buenos Aires, y además, al Reformer le faltaban tres futbolistas, a los que no había sido capaz de encontrar sustitutos. Así que con siete jugadores de campo y su portero, Winston Coe, el Reformer era un claro candidato a la derrota. Y perdió, como era de esperar, por un humillante 11-0. Sin embargo, la gran figura del partido fue otra vez aquel arquero de origen irlandés, que arrancó los aplausos de todo el público y también de sus rivales que asistían, atónitos, a sus estiradas felinas. Sin tener en cuenta el resultado, todos los diarios de Argentina se hicieron eco de los vuelos sin motor de un portero que no tenía experiencia bajo los palos, pero que era capaz de lanzarse, de poste a poste, con una agilidad felina.

Winston Coe, después de tres partidos soberbios bajo los palos, se ganó un lugar en los corazones de los aficionados del recién implantado deporte del foot-ball. Sin embargo, resulta curioso que su nombre y su historia, a través de los años, no haya trascendido entre los aficionados, siendo un héroe casi anónimo en los libros de historia del deporte rey. De hecho, a día de hoy, Winston Coe no ocupa el lugar que le pertenece entre las leyendas y los nombres sagrados de la portería, eclipsado por los nombres de Lev Yashin, Ricardo Zamora, José Ángel Iríbar o Gordon Banks. Pero las crónicas de la época y los recortes de los periódicos de comienzos de siglo invitan a pensar que Winston Coe fue mucho más que un héroe brillante y un tipo merecedor de cualquier elogio, incluso mucho más allá de sus hazañas como guardameta.

¿La razón? Winston Coe, según reza en las memorias del fútbol argentino, era un portero con una sola mano. La otra la había perdido en un accidente laboral y aún así, tenía los suficientes arrestos como para ponerse de portero y ser, además, un arquero excepcional. Sus estiradas, felinas, hacían que el corazón de los aficionados se les saliera por la boca. Sólo jugó tres encuentros como guardameta, pero ninguno de los allí presentes pudo olvidar, jamás, el nombre de aquel irlandés al que le faltaba una mano y que volaba, como los ángeles, de palo a palo. El manco Winston Coe fumaba puros, bebía brandy de petaca y tuvo un puesto de responsabilidad en una empresa privada de los ingleses en Buenos Aires. Dicen que, cuando le propusieron ser portero, llegó a bromear con sus compañeros: " Les echo una mano amigos...Dos ya saben, no puedo".

La historia del fútbol cuenta que una vez existió una leyenda de jersey de cuello vuelto que se llamó Ricardo Zamora y que fue más famoso que Greta Garbo. Que una vez existió una araña negra que, inmortalizado en una estampa de sobriedad, fue hoz y martillo en cada parada, y cuyo nombre era Lev Yashin. También que existió un portero inglés, Gordon Banks, que le detuvo un cometa a Pelé y protagonizó la mejor parada de todos los tiempos. Pero la historia del fútbol también debería guardar especial respeto y admiración porque una vez, hace más de un siglo, existió un portero que sólo tenía una mano, que se llamaba Coe y que volaba de palo a palo. Antes de que el planeta se rindiera a la "mano de Dios" de Maradona, existió otra mano divina. La de Winston Coe.

Rubén Uría / Eurosport


 


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