Entre el a piñón, contra viento y marea, y la razón

[SEVILLA FÚTBOL CLUB 1905]

Quien suscribe estas líneas no es amigo del monolitismo, más bien del acierto en la elección entre un abanico de posibilidades adaptándose a las circunstancias, eso sí, con el norte claro.

Pero no por ello dejo de admirar a quienes -y me circunscribo a todo cuanto atañe al Sevilla FC- se suman a una idea y de manera férrea, pétrea si se quiere, la abrazan y mueren con ella porque comprenden esa idea en toda su extensión.

Quedan excluidos de esta última posición aquellos quienes se adhieren a ella por un resultadismo seguidista del tipo "sí a lo que haga el Consejo de Administración sea lo que fuere porque hasta ahora han acertado", planteamiento neardenthalensis en el que la falta de horizontes y neuronas propias es sustituida por una mala copia de las ajenas en evidente actitud perruna por más que gatunamente desee proyectarse.

Así, pues, me centraré en aquellos a quienes defino "sevillistamente" en el segundo párrafo y con quienes es posible que discrepe en muchas ocasiones pero hacia quienes observo no ya solo respeto, sino como decía al principio, admiración. A veces me gustaría ser como ellos, aunque claro, a los -10 segundos algo se rebela en mí buscando siempre la inalcanzable perfección.

En Dios no sé si creo, pero sí en el Sevilla, que para mí debe de ser el club perfecto, con perfeccionados engranajes que hagan funcionar perfectamente a su maquinaria para que todo él, equipo y resto de estamentos, se mueva dentro de la máxima perfección siempre, a su vez, perfeccionable.

Quizás pueda argüírse que sea esto lo que persigue y ofrece el consejo, aunque ese caso, parece que en demasiadas ocasiones, en exceso de ellas, lo disimula muy bien cuando sería algo que no habría problemas en traslucir por cuanto presuntas debilidades que no quisieran hacerse públicas -con buen tino- serían tan escasas que no casaría con el número de veces en que ello ocurre.

Así que he venido en descubrir a esa estirpe de sevillistas que se adhieren por convicción a un proyecto y a su idea se aferran desarrollando los argumentos precisos para consolidarla y expandirla obviando matices y despreciando daños colaterales.

Son proclives al "a mí que los arrollo" cuando entre sevillistas (y despreciando por su inutilidad en el aporte a los escasos de neuronas que se sitúan en los extremos de la babosidad hacia quienes mandan o en la crítica destructiva y no fundamentada) siempre me parecerá más positivo el "convencer" que el vencer. Convencer no es más que "vencer juntos".

Convénzame y me adheriré a su proyecto en tanto sea bueno para el Sevilla FC, señor del cual soy vasallo fiel y para quien no identifico poder superior a él, y siga convenciéndome con proyectos cada mejores que sumen más que resten por exitosas que sean las conquistas a pesar de las bajas, pues no es lo mismo llegar a la cima con tu gente que haberla dejado hecha jirones en cada peldaño de la escalada.

La cifra de bajas todavía es permisible, pero llegará un día en que no lo sea, y entre las bajas no cuento a aquellos que se situán o apostaron más allá de la razón teniendo como argumento único la negación, sólo a quienes apoyaron como todos pero siempre exigieron que fuera de la mejor manera posible, que casi nunca es el único modo ejecutable.

Mi admiración por el coraje, pero mi consejo de que en la victoria no se puede morir de éxito: hay que hacer recuento de bajas, recogerlas del camino y no dejar en el sendero a nadie que abrazara la misma bandera, todos tienen cabida en este empeño.

[noleslleganilahumedad]

Quien suscribe estas líneas no es amigo del monolitismo, más bien del acierto en la elección entre un abanico de posibilidades adaptándose a las circunstancias, eso sí, con el norte claro.

Pero no por ello dejo de admirar a quienes -y me circunscribo a todo cuanto atañe al Sevilla FC- se suman a una idea y de manera férrea, pétrea si se quiere, la abrazan y mueren con ella porque comprenden esa idea en toda su extensión.

Quedan excluidos de esta última posición aquellos quienes se adhieren a ella por un resultadismo seguidista del tipo "sí a lo que haga el Consejo de Administración sea lo que fuere porque hasta ahora han acertado", planteamiento neardenthalensis en el que la falta de horizontes y neuronas propias es sustituida por una mala copia de las ajenas en evidente actitud perruna por más que gatunamente desee proyectarse.

Así, pues, me centraré en aquellos a quienes defino "sevillistamente" en el segundo párrafo y con quienes es posible que discrepe en muchas ocasiones pero hacia quienes observo no ya solo respeto, sino como decía al principio, admiración. A veces me gustaría ser como ellos, aunque claro, a los -10 segundos algo se rebela en mí buscando siempre la inalcanzable perfección.

En Dios no sé si creo, pero sí en el Sevilla, que para mí debe de ser el club perfecto, con perfeccionados engranajes que hagan funcionar perfectamente a su maquinaria para que todo él, equipo y resto de estamentos, se mueva dentro de la máxima perfección siempre, a su vez, perfeccionable.

Quizás pueda argüírse que sea esto lo que persigue y ofrece el consejo, aunque ese caso, parece que en demasiadas ocasiones, en exceso de ellas, lo disimula muy bien cuando sería algo que no habría problemas en traslucir por cuanto presuntas debilidades que no quisieran hacerse públicas -con buen tino- serían tan escasas que no casaría con el número de veces en que ello ocurre.

Así que he venido en descubrir a esa estirpe de sevillistas que se adhieren por convicción a un proyecto y a su idea se aferran desarrollando los argumentos precisos para consolidarla y expandirla obviando matices y despreciando daños colaterales.

Son proclives al "a mí que los arrollo" cuando entre sevillistas (y despreciando por su inutilidad en el aporte a los escasos de neuronas que se sitúan en los extremos de la babosidad hacia quienes mandan o en la crítica destructiva y no fundamentada) siempre me parecerá más positivo el "convencer" que el vencer. Convencer no es más que "vencer juntos".

Convénzame y me adheriré a su proyecto en tanto sea bueno para el Sevilla FC, señor del cual soy vasallo fiel y para quien no identifico poder superior a él, y siga convenciéndome con proyectos cada mejores que sumen más que resten por exitosas que sean las conquistas a pesar de las bajas, pues no es lo mismo llegar a la cima con tu gente que haberla dejado hecha jirones en cada peldaño de la escalada.

La cifra de bajas todavía es permisible, pero llegará un día en que no lo sea, y entre las bajas no cuento a aquellos que se situán o apostaron más allá de la razón teniendo como argumento único la negación, sólo a quienes apoyaron como todos pero siempre exigieron que fuera de la mejor manera posible, que casi nunca es el único modo ejecutable.

Mi admiración por el coraje, pero mi consejo de que en la victoria no se puede morir de éxito: hay que hacer recuento de bajas, recogerlas del camino y no dejar en el sendero a nadie que abrazara la misma bandera, todos tienen cabida en este empeño.

Perfecto el post. A ver si aprenden algo, por que equivocaciones han tenido para rectificar, tela de veces.
Alguna vez, serán perfectos. Más pronto que tarde es el deseo de todos los sevillistas, pero costarles, les está costando, todo hay que decirlo.