Vamos a ver señores; manifestar repulsa mediante silbidos o cuescos por alguna cosa no es considerado delito por la misma razón que amar a una bandera o a unos colores furgolísticos tampoco lo es. Incluso si el público se hubiese vuelto de espaldas y hecho 'un calvo' mientras sonaban las notas de la Marcha de los Granaderos Reales, tanto la Real Persona como sus paniaguados acompañantes se hubiesen tenido que aguantar.
Naturalmente, cada cual es libre de mostrar esa repulsa o esa adhesión, pues ya se acabaron los tiempos de permanecer firmes y cantar los himnos antes de cualquier acto oficial. Incluso los llamados gritos de rigor harían hoy el más espantoso de los ridículos.
A mí, personalmente en persona de cuerpo presente, me la trae floja y pendulona que se le pite al himno, a la Real Persona o al Súrsum Corda y solo me jiñaría en tós los mengues de quien lo hiciese si se tratase del himno del Centenario del Sevilla FC.
El amor forzado no es tal sino compra de aparejámen y a mí solo me da por culo quien es de mi gusto o me interesa. ¿Estamos?.