En julio de 2009 hubo un sorteo, y alguien llamado Madrid CF comprobó, con espanto, que el 4 de octubre tenía que acudir a Sevilla, a una cita en un lugar llamado Nervión donde le habían jurado la muerte, su asesinato. Intentó, desde entonces, desalojar al espanto de su organismo, infructuosamente. Madrid CF no consiguió su propósito, tan solo camuflarlo a ratos en otros rincones ignotos de su interior, pero su miedo, un miedo sólido que podía adquirir la forma de un afilado cálculo renal o el peso de un tumor, aparecía todas las noches en su mente, a la que procuraba entretener pensando en otras citas que tendrían lugar antes de esa fecha.
Mientras eso acontecía en la vida de Madrid CF, en Sevilla todos anotaron en sus agendas la fecha del 4 de octubre. Todos en Sevilla supieron desde julio que en ese día Madrid CF sería asesinado aprovechando esa visita, sin escrúpulos ni miramientos. Todos en Sevilla, desde ese julio en que conocieron la fecha en que cometerían el crimen, volvieron a laborar y a sus menesteres y sólo en determinados momentos recuperaron el recuerdo de la tarea pendiente para adquirir los útiles necesarios mientras se ocupaban de otras citas.
A nadie escapaba en Sevilla la fría certeza de que el 4 de octubre Madrid CF sería asesinado, y tampoco nadie se ocupaba por ocultarlo. Era la crónica de una muerte anunciada.
Cada uno de los actores enfocó su vida hacia el momento de la cita, unos intentando apurar los últimos sorbos de su existencia hasta que ésta fuera aniquilada, y otros pensando en cómo justificar el crimen si ello fuera necesario, encontrándose que el público anuncio de su voluntad por acabar con Madrid CF no tenía eco en otros lares en los que la vida real quedaba difuminada por la irrealidad de la insoportable levedad de los seres, por algo conocido como “glamour” que en una tierra de yonkis y gitanos era palabra desconocida. Se encontraron pues, los futuros pero no por ello menos reales asesinos, con la ventaja de que no tendrían que justificar su crimen pues nadie lo barruntaba.
Y el 3 de octubre Madrid CF llegó a Sevilla, lo hizo con la plena certeza de que vivía las últimas horas de una existencia hasta entonces feliz, gratificado del resultado de todas sus anteriores citas lo cual lo embriagaba, sin que esa desconexión de los sentidos fuera, sin embargo, suficiente para erradicar de su mente la atroz percepción de su asesinato.
Los asesinos, con una extraña y consentida impunidad, preparaban tranquilamente el escenario del crimen. Todos en Sevilla, ese 3 de octubre, mantenían una extraña relajación, propia de lo ritual por lo que el asesinato de Madrid CF adquiría los tintes de la premeditación, inequívoca desde que por julio se conociese la cita de Madrid CF con su destino.
Así se acostó la ciudad el 3 de octubre y así se levantó a la mañana siguiente, del día en que se perpetraría el asesinato, la crónica de una muerte anunciada. En tanto Madrid CF entretenía las horas para cumplir son su inexorable destino, todos en Sevilla ocuparon el día con la mente puesta en la anochecida, hora elegida para el asesinato. Cumplieron con sus obligaciones familiares y sociales, con otros compromisos ancestrales y cada uno o cada cual dispuesto a firmar su papel bien como actor o cómplice o también como testigo.
Nadie en Sevilla dudaba del asesinato de Madrid CF. Ni tan siquiera unos pocos. Nadie en el día de la crónica de una muerte anunciada hizo nada por evitarla. Tampoco había motivos para hacerlo cuando la propia víctima, Madrid CF acudía mansa al escenario del crimen con la certeza plena de su extinción en esa noche.
Unos acudieron con jeringuillas, otros con navajas, otros con tecnología avanzada pero todos querían participar del asesinato dejando su marca y anotando una muesca más en su historial criminal. En su subconsciente había quedado erradicada hacía tiempo la palabra misericordia, la voz piedad. Embrutecidos a la llamada de la sangre y al olor de la fresca de Madrid CF, todos participaron de la ceremonia. La víctima compareció desguarnecida, sin escolta alguna, dócil y conocedora de su próximo fin. Su muerte, cosa cierta, estaba cantada. Todos lo sabían desde hacía meses y nadie hizo nada por impedirlo.
http://www.forooficialsfc.com/index.php?topic=585.0
En julio de 2009 hubo un sorteo, y alguien llamado Madrid CF comprobó, con espanto, que el 4 de octubre tenía que acudir a Sevilla, a una cita en un lugar llamado Nervión donde le habían jurado la muerte, su asesinato. Intentó, desde entonces, desalojar al espanto de su organismo, infructuosamente. Madrid CF no consiguió su propósito, tan solo camuflarlo a ratos en otros rincones ignotos de su interior, pero su miedo, un miedo sólido que podía adquirir la forma de un afilado cálculo renal o el peso de un tumor, aparecía todas las noches en su mente, a la que procuraba entretener pensando en otras citas que tendrían lugar antes de esa fecha.
Mientras eso acontecía en la vida de Madrid CF, en Sevilla todos anotaron en sus agendas la fecha del 4 de octubre. Todos en Sevilla supieron desde julio que en ese día Madrid CF sería asesinado aprovechando esa visita, sin escrúpulos ni miramientos. Todos en Sevilla, desde ese julio en que conocieron la fecha en que cometerían el crimen, volvieron a laborar y a sus menesteres y sólo en determinados momentos recuperaron el recuerdo de la tarea pendiente para adquirir los útiles necesarios mientras se ocupaban de otras citas.
A nadie escapaba en Sevilla la fría certeza de que el 4 de octubre Madrid CF sería asesinado, y tampoco nadie se ocupaba por ocultarlo. Era la crónica de una muerte anunciada.
Cada uno de los actores enfocó su vida hacia el momento de la cita, unos intentando apurar los últimos sorbos de su existencia hasta que ésta fuera aniquilada, y otros pensando en cómo justificar el crimen si ello fuera necesario, encontrándose que el público anuncio de su voluntad por acabar con Madrid CF no tenía eco en otros lares en los que la vida real quedaba difuminada por la irrealidad de la insoportable levedad de los seres, por algo conocido como “glamour” que en una tierra de yonkis y gitanos era palabra desconocida. Se encontraron pues, los futuros pero no por ello menos reales asesinos, con la ventaja de que no tendrían que justificar su crimen pues nadie lo barruntaba.
Y el 3 de octubre Madrid CF llegó a Sevilla, lo hizo con la plena certeza de que vivía las últimas horas de una existencia hasta entonces feliz, gratificado del resultado de todas sus anteriores citas lo cual lo embriagaba, sin que esa desconexión de los sentidos fuera, sin embargo, suficiente para erradicar de su mente la atroz percepción de su asesinato.
Los asesinos, con una extraña y consentida impunidad, preparaban tranquilamente el escenario del crimen. Todos en Sevilla, ese 3 de octubre, mantenían una extraña relajación, propia de lo ritual por lo que el asesinato de Madrid CF adquiría los tintes de la premeditación, inequívoca desde que por julio se conociese la cita de Madrid CF con su destino.
Así se acostó la ciudad el 3 de octubre y así se levantó a la mañana siguiente, del día en que se perpetraría el asesinato, la crónica de una muerte anunciada. En tanto Madrid CF entretenía las horas para cumplir son su inexorable destino, todos en Sevilla ocuparon el día con la mente puesta en la anochecida, hora elegida para el asesinato. Cumplieron con sus obligaciones familiares y sociales, con otros compromisos ancestrales y cada uno o cada cual dispuesto a firmar su papel bien como actor o cómplice o también como testigo.
Nadie en Sevilla dudaba del asesinato de Madrid CF. Ni tan siquiera unos pocos. Nadie en el día de la crónica de una muerte anunciada hizo nada por evitarla. Tampoco había motivos para hacerlo cuando la propia víctima, Madrid CF acudía mansa al escenario del crimen con la certeza plena de su extinción en esa noche.
Unos acudieron con jeringuillas, otros con navajas, otros con tecnología avanzada pero todos querían participar del asesinato dejando su marca y anotando una muesca más en su historial criminal. En su subconsciente había quedado erradicada hacía tiempo la palabra misericordia, la voz piedad. Embrutecidos a la llamada de la sangre y al olor de la fresca de Madrid CF, todos participaron de la ceremonia. La víctima compareció desguarnecida, sin escolta alguna, dócil y conocedora de su próximo fin. Su muerte, cosa cierta, estaba cantada. Todos lo sabían desde hacía meses y nadie hizo nada por impedirlo.
http://www.forooficialsfc.com/index.php?topic=585.0
Anoche me encontré (pinchad en el enlace): ------> "esto (http://www.realmadridfans.org/foro/index.php?s=84e2c32c5da61c92766ba07fcf07ff44&showtopic=26438)"
La cantidad de perlas que contiene es innumerable e indescriptible. Ellos sabían lo que había, intuían que serían pasados por la piedra y agonizaron mientras ocurrió. Ya saben desde tiempos inmemoriales qué les toca aquí.
Muchos comentarios de que la peor salida del año para el madrin es venir a Nervión y no a Barcelona; de que lo pasarían mal; de que serían pasados por la piedra (se reconocen "violados")...
Se trata de un hilo que os permitirá conocer mejor al mandrilismo.