Son conocidos como la "Tragedia de Heysel" los sucesos acontecidos el 29 de mayo de 1985 en el Estadio de Heysel de Bruselas, en Bélgica, en el que murieron 39 aficionados (34 italianos seguidores de la Juventus FC, dos belgas, dos franceses y un británico) a causa de una avalancha de aficionados en los prolegómenos de la final de la Copa de Europa de fútbol entre el Liverpool FC y la Juventus FC. Los sucesos causaron además 600 heridos de diversa consideración.
- La final de Heysel fue también interpretada por muchos medios de comunicación como un duelo entre el fútbol inglés y el fútbol italiano, considerados los mejores del fútbol europeo del momento. El fútbol inglés era el que había dominado el fútbol europeo de los últimos años: los clubes ingleses habían ganado siete de las últimas ocho Copas de Europa disputadas. El fútbol italiano, tras el triunfo de la Selección de Italia en el Mundial de España de 1982 con 6 jugadores de la Juve en el once titular de la Nazionale durante el torneo y la potenciación de la Liga italiana, estaba en alza, y aspiraba a convertirse en el nuevo dominador del fútbol europeo (cosa que, efectivamente, sucedió).
- La final de la Copa de Europa de la temporada anterior había enfrentado en Roma al Liverpool y a la AS Roma, que estuvo envuelto en clima de gran tensión y violencia. Ganó el Liverpool en la tanda de penaltis, pero muchos aficionados del Liverpool habían sido objeto de ataques violentos, antes y después del partido, por parte de los hinchas del AS Roma que, al jugar la final en su ciudad, eran abrumadora mayoría. Los días previos a la final de Heysel algunos medios sensacionalistas ingleses recordaron lo sucedido en Roma el año anterior, exasperando el ánimo de los aficionados ingleses frente los italianos.
- En 1985 estaba en pleno apogeo el fenómeno del "hooliganismo" surgido en Inglaterra. En la mayoría aficiones de clubes ingleses habían surgido grupos de "hooligans" (vándalos), que al amparo del anonimato que proporcionaban las masas de aficionados de los estadios de fútbol, aprovechaban consumir grandes cantidades de alcohol y promover ideas violentas, exhibir símbolos neonazis y realizar actos de vandalismo tanto en el interior de los estadios como en las calles de las ciudades donde se disputaba el partido. En los años anteriores a 1985 se habían sucedido numerosos actos vandálicos provocados por los "hooligans" ingleses, especialmente cuando se desplazaban fuera de las islas británicas. En pocos años, el fenómeno "hooligan" se extendió por toda Europa, e Italia fue uno de los países donde más arraigó el fenómeno. Los enfrentamientos entre grandes clubes de fútbol eran también entendidos por los "hooligans" de cada equipo como un enfrentamiento entre las bandas. Así, la final de Heysel fue entendida por muchos aficionados no sólo como un enfrentamiento entre dos equipos de fútbol, sino como un enfrentamiento entre "hooligans" (ingleses) y "tifosi" (italianos) que debía tener lugar dentro y fuera del estadio.
El estadio estaba abarrotado con 60.000 espectadores, con más de 25.000 aficionados de cada equipo. Los fondos del estadio, detrás de las porterías, eran zonas sin asiento donde el público estaba de pie.
La UEFA repartió a las aficiones de cada club en diferentes zonas, y reservó unas zonas de para los aficionados belgas que quisieran asistir al partido. Pero muchas de las entradas reservadas al público local fueron adquiridas por hinchas de los dos equipos que, de esta manera, coincidieron en una misma zona.
Los sucesos se desencadenaron sobre las siete de la tarde, una hora antes de la hora del inicio del encuentro, en la zona Z, una zona de a pie situada en uno de los fondos del estadio junto a un córner. La zona Z estaba mayoritariamente ocupada por aficionados de la Juventus, pero era anexa a la zona X, donde había muchos aficionados del Liverpool.
Los hinchas más radicales del Liverpool FC situados en la zona X, muchos de ellos en evidente estado de embriaguez, empezaron a tirar objetos y se abalanzaron sobre los hinchas de la Juventus FC situados en la zona Z: se produjo una avalancha y los aficionados de la Juventus, intentando alejarse de los del Liverpool, se acumularon en el fondo de la zona, aprisionados por una parte contra el muro donde finalizaba la gradería, y por otra parte contra las vallas "protectoras" que separaban las gradas del terreno de juego.
Cientos de hinchas de la Juventus quedaron aprisionados contra las vallas, que eran fijas y no tenían salidas de emergencia, ante la presión de miles de aficionados.
La situación encrespó a los aficionados situados en el resto del estadio, impotentes desde sus localidades. Algunos aficionados, tanto de uno como de otro equipo, llegaron a saltar al campo armados con palos y otros objetos, y se dirigieron a las zonas de la afición rival con ánimo de agredirla.
Las fuerzas de seguridad se dedicaron entonces a tomar posiciones para evitar que la situación fuese a más. Hicieron cordones de seguridad intentando separar las zonas del estadio, convirtiéndolas en zonas estancas para evitar que se produjeran más invasiones de una zona a otra. Pero no intervinieron con la suficiente celeridad para restablecer el caos que se había producido en la zona Z.
Además, al cerrar los accesos a la zona Z para que no pudiesen entrar aficionados, también impidieron que pudieran salir los que había en ella, hecho que convirtió la zona Z en una jaula donde cientos de aficionados seguían amasados y aplastados por la presión de la multitud.
La situación se prolongó durante muchos minutos a la espera de la llegada de especialistas que pudieran sacar las vallas que aprisionaban a los aficionados. Se produjeron cientos de casos de asfixia, aplastamiento y crisis de ansiedad.
Algunos aficionados incluso pudieron ser evacuados al terreno de juego por otros aficionados y por las fuerzas de seguridad, pero el número de agentes sanitarios fue insuficiente ante la situación y muchos aficionados recibieron los primeros auxilios de otros aficionados.
Finalmente las ambulancias llegaron a entrar al mismo terreno de juego y empezaron a evacuar a cientos de heridos, pero no se pudo evitar la muerte de 39 aficionados. La mayoría fallecieron por asfixia y aplastamiento. Muchos cadáveres fueron depositados en un espacio anexo al mismo terreno de juego, visibles desde otras zonas del estadio.
Los sucesos causaron un gran impacto mundial ya que ocurrieron pocos minutos antes del inicio del partido, cuando las televisiones ya estaban emitiendo las imágenes en directo para todo el mundo. Sólo se conoce el caso de una televisión que decidió suspender la emisión, la de la República Democrática de Alemania.
Ante la caótica situación, la UEFA sopesó la suspensión del encuentro, pero finalmente decidió que se jugase ante el riesgo de que la suspensión conllevase peores consecuencias. Esa decisión fue duramente criticada por la opinión pública.
La Tragedia de Heysel no fue la mayor catástrofe que había sucedido en un estadio de fútbol, pero sí la de mayor impacto mediático por producirse en una final de la Copa de Europa, el partido más importante y con mayor audiencia del fútbol europeo. Por ello, los sucesos de Heysel tuvieron una negativa influencia sobre el fútbol en general.
Se generalizó una imagen del fútbol como deporte violento y peligroso, y se registró un descenso en el número de asistentes a los estadios de fútbol en la mayoría de estadios europeos. Como contraposición, creció espectacularmente el número de espectadores y practicantes de otros deportes de equipo como el baloncesto.
La FIFA tuvo que redoblar sus esfuerzos para mejorar la imagen del fútbol, y puso en marcha una campaña mundial denominada "Fair Play", en favor del juego limpio.
Además, la FIFA tomó medidas para mejorar la seguridad en los estadios de fútbol:
- Se eliminaron de todos los estadios las zonas sin asientos, obligando a que todas las localidades fuesen de asiento.
• Se eliminaron las vallas "protectoras", o se sustituyeron por vallas abatibles o provistas de salidas en casos de emergencia.
• Se establecieron criterios para evaluar el nivel de seguridad y comfort de los estadios, y la FIFA procedió a hacer inspecciones.
• Se decidió que, en adelante, sólo acogieran grandes finales europeas los estadios catalogados como de "cinco estrellas".
• Se establecieron criterios para evaluar el riesgo de los partidos de fútbol, y se incluyeron medidas de prevención (como un mayor número de agentes de seguridad y de sanidad) en función de si los partidos eran de alto riesgo.
• Se establecieron medidas para que las aficiones de los dos equipos estuvieran separadas por cordones de seguridad, de manera que no pudiesen coincidir ni antes ni durante ni después de los partidos.
• Se prohibió la entrada a los estadios de banderas provistas de mástiles, y de todo tipo de elementos rígidos, o susceptibles de ser utilizados como armas arrojadizas.
• Se incrementaron las medidas de seguridad en el acceso a los estadios, incluyendo cacheos.
• Se prohibió la venta de bebidas alcohólicas en el interior de los estadios.
• Se prohibió el acceso de botellas de vidrio al interior de los estadios.
• Se prohibió la exhibición en los estadios de banderas y símbolos nazis, así como de pancartas que pudieran incitar a la violencia.
• Se instalaron cámaras de videovigilancia en el interior de los estadios.
• Se conminó a los clubs a que dejasen de colaborar, e incluso de financiar, a los grupos ultras más violentos, como en muchos casos había venido sucediendo.
Aún así, habrá quien crea que las medidas de seguridad en torno a este deporte son exageradas. Debríamos dejarlos a ellos que las establecieran quizás. Con esto no discuto el mal uso que se hace de la fuerza, pero que a los animales hay que tenerlos o lejos de los estadios o muy vigilados, no hay otra. Y aquí nadie dice que es un animal, pero los hay que no se cortan al juntarse con 200 más hablar de las batallitas que pueden montar a costa del fútbol y de los demás, y de sus subidones de adrenalina perseguidos por la policía, o dándose de palos. Y al decir aquí, me refiero al fútbol español y a muchos de los benditos de quienes entre él se autocalifican como ultras, porque otros muchos de ellos son ultras pacíficos, de los buenos.
Morir o matar por los colores de un equipo de fútbol, qué estupidez, casi igual de grande que matar o morir por la mayoría de las cosas.