«Soy muy nervioso en todos los sentidos, muy inquieto. Siempre estoy enchufao»
penas le dejaron cumplir los 18 y lo lanzaron al parnaso de las estrellas, y el chico, de natural tímido y humilde, sucumbió al pánico escénico. El calor de los suyos, el apoyo de los técnicos y el paso tranquilo del tiempo le han curado la angustia. Así que debutó, al fin, con la Selección Española de fútbol, arropado por el calor de la afición que reclamaba su estreno. El volante derecho sevillista está listo para su despegue estelar en el Mundial de Sudáfrica.
Por Elena Pita. Fotografía de Chema Conesa
Te mira desde sus ojos azul claro y cielo transparente, de niñas felinas como uñitas; el sol de frente en sus ojos: todo azul pupila. Y un temblor disimulado agita sus manos, su frente, su boca asustada; le aguantan sus piernas, entrecruzadas, sentado temeroso en el quicio de la silla, piernas hercúleas y chiquitinas: 1,70 de altura, 62 kilos. Jesús Navas (Los Palacios, Sevilla, 1985) fue un niño feliz hasta cumplir los 18, pero entonces, niño aún, por imperativo de fichaje se convirtió en estrella, Sevilla F. C. Y él, su humildad sincera, su timidez enfermiza, su casa, su pueblo palaciego, la novia, la familia y Dios viéndolo todo, le sobrevino el pánico. Sí, eso sufrió, una crisis de pánico, a la fama, a dejar de ser él, el niño chico jugando a la bola en las calles de Los Palacios.
Y luego vino el miedo al miedo, a sufrir otra crisis como aquella, que te ahoga, te atenaza la fuerza, enmudeces, te desmayas, como en ese momento exacto en que el avión levanta vuelo (¡allá vamos!) y recuerdas que te puede entrar y cegar: el vértigo, la suerte echada, ¡vamos! Vértigo el suyo a la fama.
Quería entonces ficharlo la Selección Nacional, porque Navas, mediocampista extremo, es el mejor, entra a matar, haciendo daño, que dicen en la jerga balompedista; pero el miedo no le dejaba concentrarse. ¿Qué le pasaba al chico, imposible subirlo al autobús, el equipo acomodado ya, destino Marbella, concentración, verano 2005? Pánico, eso.
Tiempo y tranquilidad han sido los antídotos: el pasado septiembre lo llamó el padrazo nacional, Vicente del Bosque, psicólogo, incondicional con los suyos. «Tengo ganas de ir», parece que el chico le había dicho, y él: «Tendré paciencia contigo». Y claro, triunfó con la camiseta roja, como era de esperar, frente a Argentina.
Jesús posa esta mañana para Conesa mirando al cielo descampado de Sevilla como un figurín. Entran ganas de vitorearlo tal que a un torero y, Jesús, «¿de quién son esos ojos tuyos?», le pregunto: «De mi padre, de mi padre son», contesta. Orgullo, de padre, de madre, de hermanos, de novia, de pueblo, de equipo, Selección, el duende palaciego, todo un honor: orgullo es la palabra que más se repite en su verbo, como una canción: orgullo de serlo. El extremo palaciego lo ha asumido y se ha comido el miedo.
P. Su debut con La Roja ha levantado pasiones, ¿suele sucederle, levantar tanta pasión?
R.Llevaba tanto tiempo esperando esta oportunidad que ha sido tan importante, y me he sentido tan a gusto… Estoy contentísimo con la respuesta de la afición, la disfruto al máximo.
P. Según Del Bosque, Jesús Navas es «un jugador singular», ¿cuál cree que es su mayor singularidad?
R. El regate y la velocidad. Me gusta jugar pegado a la banda y, desde ahí, abrir el campo.
P. ¿Velocidad es su palabra preferida?
R. Sí, la velocidad es fundamental.
P. ¿Su velocidad es física o más bien mental?, ¿cuál pesa más de las dos; cuál es más decisiva?
R.La velocidad mental es clave en el encuentro: hay que decidir en décimas de segundo, y luego ser rápido haciéndolo. No pesa más una que la otra.
P. Y, ¿entre verticalidad o velocidad, cuál puede más?
R. Ambas. Hay que ser vertical siempre, buscando la portería; y eso es algo que aprendí pronto: a crear peligro.
P. Desde el punto de vista médico, Jesús Navas es un caso, una fortaleza extraña, «una conjunción extraordinaria de valores aeróbicos y anaeróbicos». ¿Esto se lo debe a la genética?, ¿nació así?
R. Lo he trabajado desde muy pequeño, aprendo cada día. Pero también algo vendrá de familia: uno nace y después trabaja y aprende.
P. ¿Quién le enseñó de niño a amar el deporte?
R. Sobre todo mi hermano. Era más grande que yo, lo veía jugar, jugaba con él en las calles del pueblo, y luego coincidimos en el mismo equipo. El fútbol me encanta desde siempre que yo recuerde, y siempre he luchado por estar ahí, por ser mejor.
P. He leído que en cierta ocasión rompió un medidor de velocidad en unas pruebas físicas, ¿es cierto?
R. Sí, saltó una cinta o algo así, creo recordar.
P. Y dígame, ¿es igual de rápido para todo en la vida o sólo para el fútbol? ¿Le gusta vivir rápido?, ¿vivir al límite?
R. Soy muy nervioso en todos los sentidos, muy inquieto; siempre estoy muy enchufao, para todo.
P. Es «el extremo más vertical del fútbol español»; perdone mi ignorancia, pero ¿eso qué significa?
R. Significa crear peligro, buscar portería desde el primer minuto en cada encuentro.
P. Bueno, Jesús, y ¿cómo lleva lo de ser estrella? ¿Resignado ya?, ¿lo ha asumido por fin?
R. Es como todo: cuestión de experiencia. Llevo unos cuantos años ya en Primera División y creo que sí, que he aprendido, porque estoy disfrutando al máximo el momento. El fútbol tiene esto, además, y hay que saber llevarlo. Me ha costado mucho, es cierto: ha sido difícil, porque subí muy rápido, todo me ha pasado muy rápido, y tuve que hacerme a la idea de dónde estaba casi sin tener tiempo, y ganando títulos desde el principio.
P. Y más que le habrá costado siendo tan tímido, ¿o no?
R. Sí [se sonroja casi, y emite una risa nerviosa de nariz que sonaría algo así como fum].
P. Dice de sí mismo que es «puro instinto». ¿Qué le dice su instinto: estará en el Mundial Sudáfrica sí o no?
R. Si sigo en la misma línea, haciendo bien las cosas con el equipo, creo que sí estaré. Voy a darlo todo por estar ahí, desde luego: me siento muy a gusto en la Selección.
P. Del Bosque dice que no quiere presionarlo, que prefiere reservarlo para el Mundial, pero que si le envía una señal, contará con Navas. ¿Se la enviará, se la ha enviado ya?
R. Él ya sabe que para mí lo máximo es estar en la Selección, que he disfrutado a más no poder con los compañeros del equipo, y que quisiera seguir disfrutándolo. Para un futbolista, lo más grande es estar con su selección y defender a su país. Sí, quiero estar ahí.
P. De hecho, le envió una señal en septiembre de 2007 y un año más tarde debutaba con La Roja. ¿Se siente preparado, la ansiedad es capítulo pasado?
R. Creo que sí. He tenido que ir paso a paso, con mucha tranquilidad, esperar el momento adecuado. Necesitaba tranquilidad y tiempo, y creo que ya estoy, que ya está: ahora quiero crecer.
P. La ansiedad le impidió, hasta ahora, crecer como se merece, ser internacional, ¿de qué tenía miedo?, ¿qué le decían los médicos?
R. No lo sé. Me ocurrió aquella vez y luego me daba miedo que me volviera a ocurrir, ése era mi miedo. Pero ahora ya estoy bien, tranquilo, muy a gusto.
P. ¿Qué le dicen ahora?, ¿sigue ayudándole el psicólogo del club?, ¿de dónde viene esa fobia?
R. No lo sé. Personalmente, yo he trabajado mucho, y sobre todo he recibido el apoyo de mi familia, en todo momento, y de mi novia: todos me han dado tranquilidad.
P. Le sucedía ante las concentraciones y en la lejanía de su familia. ¿En su vida familiar y particular, nunca le ha sucedido nada parecido?
R. No, nunca. Yo creo que la clave fue lo rápido que sucedió todo, porque el fútbol conlleva otras cosas, no sólo es el juego en el campo.
P. ¿A qué otras cosas se refiere?
R. Yo he sido siempre una persona muy humilde, siempre he ido con la humildad por delante y, cuando te vuelves una persona conocida, resulta bastante difícil seguir siéndolo.
P. Sobre todo en esto del fútbol, ¿es posible mantenerse humilde pese a los fichajes que barajan?
R. Sí, si uno consigue apartar todo eso del juego… A mí, lo que me gusta es el juego en sí.
P. O sea, ¿la fama resultó la clave de su ansiedad?
R. Sí (vuelve a sonrojarse, fum).
P. Jesús, ¿continúa viviendo en casa de sus padres, con la familia?
R. Sí, sí.
P. ¿Cuántos hermanos son y qué número hace entre ellos?
R. Somos cinco, todos niños, y yo soy el tercero, el del medio.
P. ¿Todo un clan?
R. Sí, somos una familia muy muy unida, nos gusta la vida familiar, nos importa mucho.
P. ¿Cómo es un día normal en su vida familiar, a qué se dedica además de a jugar a la Play?
R. (fum) Siempre comemos en familia. Nos gusta mucho estar juntos en casa y disfrutar de cada día. Estoy muy unido a mi hermano el futbolista [Marco, que juega en el Guadalajara de Segunda B] y a mi novia: con ellos paso casi todo mi tiempo libre.
P. Ese juego que tanto le gusta o le gustaba, el ProEvolution Soccer, ¿desarrolla alguna habilidad?
R. Me sigue gustando y sigo jugando, con mi hermano. Bueno, es más que nada para divertirnos, no sé, enseñar… No, no enseña nada.
P. Y la religión, Jesús, ¿qué lugar ocupa en su vida?
R. Me han inculcado que Dios es lo más importante, y la verdad es que le doy gracias todos los días por lo que tengo, por seguir aquí, por disfrutar del momento. Soy practicante, sí, voy a misa siempre que puedo, siempre que el fútbol me lo permite.
P. Familia, pareja, club, ¿fiel hasta la muerte?
R. Sí, ¡para qué iba a cambiar si estoy tan contento! El equipo está ahí arriba y hay que seguir ahí.
P. Un enero caliente, ¿no?
R. (fum) Sí, partidos interesantísimos: la Copa será algo muy bonito, y yo creo que la competición estará muy disputada: vamos a ir a por todas.
P. Jesús, la fidelidad a muerte es un rasgo de cultura gitana, ¿tiene usted sangre gitana o se lo ha inventado el New York Times (los americanos suelen confundir español con flamenco, y flamenco, con gitano)?
R. Soy una persona fiel, sí, pero que yo sepa no tengo sangre gitana, no: se lo habrán inventado.
P. Supongo que hubo mucha calle en su infancia y que la calle le enseñó a jugar al fútbol, ¿la calle marca estilo para siempre?
R. Sí, yo aprendí en la calle, desde muy pequeño: la calle me hizo crecer y me enseñó mucho.
P. ¿Y el afán de ganar?, ¿no es cierto que le importa mucho más ganar que jugar?
R. Bueno… (fum).
P. Sea sincero.
R. Yo creo que uno sale a jugar para ganar, siempre. Ganar es muy importante.
P. Y, ¿no es importante aprender a perder? ¿Cómo lo lleva cuando pierde?
R. Me cuesta, me resulta difícil llevarlo. Pero como estamos metidos en tantas competiciones a la vez, enseguida tengo que volver a enchufarme, tirar adelante.
P. ¿A qué edad le ojearon?
R. Empecé a jugar como alevín en el equipo de mi pueblo. Tenía 8 años. Iba con mi hermano, y ahí me vieron, me hicieron las pruebas y me ficharon para Los Palacios Villafranca. Y a los 14 llegué aquí, al Andalucía Cadetes.
P. Cuénteme algo más que recuerde de su infancia: ¿a qué se dedicaban los padres?, ¿qué hacían o qué hacen?
R. Mi padre trabaja en la administración del colegio donde nosotros estudiábamos, el público de Los Palacios, y mi madre cuida de nosotros.
P. Jesús, ¿alguna vez tuvo la sensación de madurar precipitadamente?, ¿pudiera esto estar en el fondo de sus crisis?
R. Sí, me costó madurar porque era muy joven cuando entré en el primer equipo, con 18 recién cumplidos.
P. Le tenían echado el ojo, vaya. Y, ¿a qué edad conoció a Antonio Puerta?, ¿cuándo empezó a jugar con él?
R. Estuve siempre con él, desde juvenil, desde los 16 años.
P. ¿Cómo vivió su muerte?
R. Fue durísima, porque lo tenía todo como persona y como futbolista, y llevábamos muchos años juntos. Era un orgullo ser amigo y compañero.
P. ¿Piensa frecuentemente en él cuando juega?
R. Sí, cuando salto al terreno de juego, porque eso era para él el mayor disfrute. La verdad es que el equipo lo tiene siempre en mente.
P. ¿Cree que los clubes debieran cuidar más la salud de sus jugadores, sometidos a tanta tensión, tanta presión?
R. No, yo creo que estamos suficientemente cuidados. Yo me siento cuidado y controlado con las pruebas que nos hacen.
P. En su caso, parece que sí le cuidan bastante. ¿Por qué inspira ese afán de protección, por qué la gente se esfuerza en protegerte: el club, el técnico, los médicos, la familia, Del Bosque… ?
R. Yo creo que es por mi timidez, que les hace estar más atentos a lo que me ocurra, a cómo me encuentro. Sí, siempre me he sentido muy bien tratado.
P. Y este celo, estos mimos que le profesan, ¿no despierta la envidia de sus compañeros?
R. No, también ellos están orgullosos y contentos de cómo me están yendo las cosas. Tenemos un vestuario muy unido, que se alegra por los demás: somos un grupo muy bueno.
P. Jesús, dicen que Del Bosque es más psicólogo que entrenador, un padrazo diría yo, ¿cómo se siente a su lado?
R. Muy seguro: sabe muy bien cómo tratar a los jugadores, qué es lo mejor para ellos en cada momento. Estoy muy orgulloso de haber debutado en la Selección y tengo todas mis esperanzas puestas en seguir ahí, toda mi ilusión.
P. ¿La vida le ha mimado?
R. (fum) Creo que sí.
P. ¿Y yo le he puesto muy nervioso?
R. No, no te preocupes (fum).
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuando el rival es la ansiedad
A veces, los deportistas de élite deben enfrentarse a un insospechado rival: la angustia y el estrés de la competición. La psicoterapia ayuda a solucionar este desajuste. Con la retirada llega el momento más crítico. por Javier Caballero.
De día, imposible concentrarse; de noche, imposible conciliar el sueño. La mente viaja a mil por hora. Sudoración, taquicardia, negatividad... “Voy a fallar, no estaré a la altura. Me quedaré agarrotado e inmóvil. Al día siguiente, la prensa me criticará. Defraudar a mi padre y a los patrocinadores que han venido a verme. ¡Qué desastre!”. Este atormentado monólogo interior se repite con demasiada frecuencia en atletas de alto nivel. Porque el deporte de élite no es ajeno a la ansiedad que azota al hombre de a pie. Miedos, fobias y angustias que no saben de ricos deportistas idolatrados por las masas.
Derrotados psicológicamente, sin cortafuegos que blinden su equilibrio emocional, estos superhombres se empequeñecen y se preguntan por qué un cuerpo tan dotado para la excelencia atlética flaquea cortocircuitado por una débil mentalidad. “En el caso del fútbol, los medios de comunicación tienen mucha culpa porque, debido a su repercusión, atenazan y piden un insoportable nivel de exigencia y de resultados. Además, en la mayoría de los casos, los jugadores no tienen una gran preparación ni una fuerte personalidad que evite que se vengan abajo en momentos de estrés. El entrenador debe gestionar esas emociones”, señala Enrique Garcés, psicólogo del deporte por la Universidad de Murcia y autor de un sinfín de títulos sobre la materia como Burn out en deportistas (Editorial EOS). Ese burn out sería el máximo nivel de ansiedad, estar “carbonizado”. Como en el caso de Navas, lo puede experimentar una promesa, bloqueada por un miedo indescriptible a decepcionar al entorno o por su severa autoexigencia.
“En algunos casos, hay jóvenes que se ven encumbrados a la consideración de ídolos antes de los 20 años. Esto descoloca la personalidad, aparece inestabilidad e inmadurez”, opina Jerónimo Sáiz, psiquiatra de la Universidad de Alcalá de Henares.
¿Cómo se trata la ansiedad en un deportista? ¿Cómo actúa la psicoterapia? “Primero, se evalúa dónde está el origen del problema: pueden ser los padres, un mal entrenador, el contexto personal o social... En esta primera fase, el deportista aprende a relajarse para cuando lleguen los momentos cruciales y evitar la tensión muscular y el bloqueo. Se trabaja mucho la visualización, o sea, pensar situaciones relacionadas con la tensión competitiva e imaginar un feliz desenlace [ya sea meter un penalti, unos tiros libres en baloncesto o sustraerse a una pitada]. En una segunda fase, se modifican pensamientos e ideas irracionales para reorientarlas. Es una terapia cognitiva, porque desde la psicología no abogamos por el uso de ansiolíticos. El siguiente paso es consolidar lo anterior, entrenarlo. Si calificamos la ansiedad como un problema puntual, volverá a aparecer”, explica Garcés. Según sus palabras, “los deportistas son tremendamente receptivos a estas terapias. Los que no lo son tanto son los entrenadores de fútbol y baloncesto. Nos ven como competencia”, apostilla.
Otros atletas, ya consagrados, perciben el pánico en el cogote cuando 100.000 espectadores escrutan y recriminan cada lance. Y al día siguiente, las críticas del Marca. “Hay jugadores que tienen tendencia a venirse abajo cuando aparece la adversidad. Los que no digieren la presión pueden guardar ese sufrimiento y esa ansiedad, somatizarla. Sus mecanismos de defensa son vulnerables”, explica el doctor Alfonso del Corral, jefe de los servicios médicos del Real Madrid. Experimentado en estas lides, garrees apunta otra tendencia negativa: el “síndrome del padre de Maradona”. Muchos progenitores proyectan en sus hijos un alto listón de competitividad, haciéndole creer que atesora un (ilusorio) talento. “Cada vez que que un padre dice que su crío tiene potencial, puede que se lo esté cargando”, remata Garcés. Y luego hay que devolver al muchacho al mundo real...
El mayor trance generador de angustia es cuando se materializa la retirada. Algunos no soportan el vacío del olvido, no asumen que llegó el the end a su carrera y encima no saben cómo llenar un ocio que da para mucho. Se sumen en la más absoluta depresión y mitigan penas donde no debieran. “No todos los astros entienden que les han apagado los focos., que cesó su gran momento. Aparece el gran bajón y se dan al alcohol y las drogas para olvidar o aliviar”, analiza Del Corral. Desgraciadamente, hay deportistas cuyo trayectoria vital termina con un trágico obituario en los periódicos. “Que trascienda un caso puntual de suicidio no debe convertirse en estadística, aunque bien es verdad que la retirada resulta el momento mas delicado. El atleta cambia radicalmente su vida, y debe adaptarse a otras circunstancias de consideración social, hasta de nivel ingresos y hábitos. Algunos se descolocan y viven el cambio como una pérdida negativa. Pero existen mecanismos naturales para evitar esos males futuros, como prepararse con tiempo para el adiós, diversificar intereses y actividades, reilusionarse... Se deben valorar los efectos positivos de dejar el deporte de competición”, concluye Sáiz.
_______________________________________________________________________________
Pedazo de reportaje.
Es la única entrevista en la que he visto a Navas expresarse abiertamente sobre sus crísis de ansiedad.
http://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2009/536/1262084884.html