Hoy, al finalizar el partido frente al Oporto me he enterado de una triste noticia. Como he cambiado mi ubicación en gol sur para esta temporada, unos metros alejada de la anterior, dejé de tener al lado de mi asiento a Manolito. No lo había visto esta temporada, pero un compañero de grada me informó de que el pasado verano Manolito falleció en su casa de un ataque cardíaco.
Desconozco qué edad tenía Manolito, es de esas personas especiales a las que resulta difícil calculársela. Podía tener 40 o 50 o 53 o 45... porque año tras año era igual. Les ocurre a esas personas que son especiales, que no son como nosotros porque vinieron del Cielo con ese don de la inocencia, de no saber qué es la maldad, de no tener capacidad para conocerla, una especie de inofensivo ángel caído de arriba, un niño en absolutamente todos los sentidos de la palabra.
Un niño sevillista que gritaba (voz tenía para dar y para regalar) cada gol de su Sevilla y que la tomaba con el árbitro cuando veía que los demás le vilipendiábamos y él pensaba que le había hecho un mal a su Sevilla.
Espero, Manolito, que estés descansando en paz.