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Autor Tema: El hilos de las metáforas  (Leído 1227 veces)

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Desconectado sueño

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El hilos de las metáforas
« en: Mayo 24, 2011, 15:33 Horas »
Muy buenas.

Soy un amante de las metáforas que nos enseñan cosas y que, a la vez, son agradables de leer. Es por ello por lo que propongo un hilo de estas características, no he visto ninguno.

Empiezo yo mismo:

Hola a todos:

Sí reconozco que a mi también me ha sorprendido este insesperado rally de inicios de año de nuestro querido Ibex, sobre todo si comparamos con las mismas fechas del pasado ejercicio. Pero creo que debemos mantenernos firmes y pacientes a la espera de nuevos recortes.

-----     ------      

El clavo de la impaciencia

Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.

Descubrió que era mas fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llego el día en que pudo controlar su caracter durante todo el día.

Despues de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su caracter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban mas clavos para retirar de la puerta.

Su padre lo tomo de la mano y lo llevo hasta la puerta.

Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta.

Nunca mas sera la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves." Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastara, y la cicatriz perdurara para siempre.

Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.

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Desconectado gollum_o

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Re: El hilos de las metáforas
« Respuesta #1 en: Mayo 24, 2011, 15:36 Horas »
Muy bueno, si señor.

Desconectado Yosiun - THE YOSS -

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Re: El hilos de las metáforas
« Respuesta #2 en: Mayo 24, 2011, 15:37 Horas »
Muy buenas.

Soy un amante de las metáforas que nos enseñan cosas y que, a la vez, son agradables de leer. Es por ello por lo que propongo un hilo de estas características, no he visto ninguno.

Empiezo yo mismo:

Hola a todos:

Sí reconozco que a mi también me ha sorprendido este insesperado rally de inicios de año de nuestro querido Ibex, sobre todo si comparamos con las mismas fechas del pasado ejercicio. Pero creo que debemos mantenernos firmes y pacientes a la espera de nuevos recortes.

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El clavo de la impaciencia

Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.

Descubrió que era mas fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llego el día en que pudo controlar su caracter durante todo el día.

Despues de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su caracter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban mas clavos para retirar de la puerta.

Su padre lo tomo de la mano y lo llevo hasta la puerta.

Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta.

Nunca mas sera la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves." Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastara, y la cicatriz perdurara para siempre.

Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.

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Muy buena esa metáfora. Lo cierto es que si gustan los libros de Paulo Coelho es en gran medida por la multitud de metáforas del estilo a esta que usa.

Un saludo.

Desconectado Atenea

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Re: El hilos de las metáforas
« Respuesta #3 en: Mayo 24, 2011, 15:55 Horas »
Si te gustan las metaforas, entonces te encantara el libro de "Dejame que te cuente... " de Jorge Bucay, no? Te pongo uno que me encanta, no se si decirte preferido porque me gustan todos, pero este enseña tanto...

Érase una vez un joven que acudió a un sabio en busca de ayuda.
 
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
 
El maestro, sin mirarlo, le dijo: «Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayudarte, ya que debo resolver primero mi propio problema. Quizá después...». Y, haciendo una pausa, agregó: «Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar».
 
-E... encantado, maestro -titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades postergados.
-Bien -continuó el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y, dándoselo al muchacho, añadió-: Toma el caballo que está ahí fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
 
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él.
 
Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado valiosa como para entregarla a cambio de un anillo. Con afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un recipiente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
 
Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaron con él en el mercado, que fueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó.
 
Cuánto hubiera deseado el joven tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación, para poder recibir al fin su consejo y ayuda.
 
Entró en la habitación.
 
-Maestro -dijo-, lo siento. No es posible conseguir lo que me pides. Quizás hubiera podido conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
-Eso que has dicho es muy importante, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar tu caballo y ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca: no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
 
El joven volvió a cabalgar.
 
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico:
 
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya mismo, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo.
-¿Cincuenta y ocho monedas? -exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente...
 
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
 
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
 

Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda.


Desconectado The Entrañable

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Re: El hilos de las metáforas
« Respuesta #4 en: Mayo 24, 2011, 16:12 Horas »
Una vez un profesor de filosofía apareció en su clase con una gran bote de cristal y una bolsa llena de piedras redondas del tamaño de un puño.

¿Cuántas piedras cabrán en el bote?– preguntó. Y mientras lo decía, demostrando que la pregunta era sólo retórica, empezó a colocarlas una a una, ordenándolas hasta llenarlo.

Cuando la última piedra colocada sobrepasaba el borde el maestro dijo:

¿Estamos seguros de que no entra ninguna más? –todos los alumnos asintieron con la cabeza o contestaron afirmativamente.

– Error – dijo el profesor y sacando otra bolsa oculta bajo el escritorio empezó a echar piedrecillas dentro del bote. La grava se escabulló entre las otras piedras ocupando los espacios entre ellas.

Los alumnos aplaudieron con una sonrisa el ingenio de su maestro.

Y cuando hubo terminado de llenar el recipiente, dejó el bote y volvió a preguntar:

¿Está claro que ahora sí está lleno? – ahora sí, contestaron los alumnos satisfechos… pero el maestro sacó de abajo del escritorio otra bolsa.

Esta contenía una fina arena blanca. Con la ayuda de una cuchara, el profesor fue echando arena entre las piedras ocupando con ella los últimos espacios entre ellas.

– Ahora sí podemos decir que está lleno – dijo el profesor.

¿Pero cual es la enseñanza? –preguntó a los alumnos.

Un murmullo invadió la sala. Se hablaba de la necesidad de orden, de acomodar las cosas, de astucia e ingenios, de no confiar en las apariencias y de tantas otras cosas muy simbólicas.

– Todo eso es verdad – intervino el profesor, pero hay un aprendizaje más importante.

Las piedras grandes representan los elementos más importantes de nuestra vida: la familia, el trabajo, la mistad,... las piedras medianas esas cosas que nos ayudan a ser felices, un viaje, una afición, algunas de nuestra posesiones, y por último las arena representa esos pequeños detalles algo más vanales y supérfluos pero que nos ayudan a tener una vida llena, completa y satisfactoria. Pero mucho ojo, si damos prioridad a estas pequeñas cosas, a la arena, después en nuestra vida no habrá lugar para las piedras grandes.


Este cuento, recogido por Jorge Bucay, tiene una continuación en un comentario de un alumno suyo, el cual, levantó la mano y pidió permiso para acercarse a la mesa, una vez junto al bote y, sacando de su mochila una lata de cerveza, la vertió en el interior de la misma, filtrándose entre la arena y las piedras, tras lo cual preguntó que qué demostraba aquello.

- ¿Qué? - Dijo el profesor.

- Esto demuestra que, por muy ocupados que estemos, siempre hay lugar para una cervecita -


Moraleja:

¿Pa cuándo la próxima quedada forera en Triana?

 ;D
« Última modificación: Mayo 24, 2011, 16:17 Horas por BlasvaZ »

 


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