La Madre Bética: Tu no temprocupe sentrañas mia, catupadre lentiendo yo. Ya le pasó lo mimmo laño pasao cuando er partido denllerserkinsen cuando lafisionao der Sivilla estaban en to lo arto de la colina denllerserkinsen risibiendo alequipo y tu padre empesó a gritá como un poseso: Sinvillista copione, nostan copiando la marcha enverde, to lo que enhasemo los bético compañando por er mundo ar Betin lo copian lo ensivillista esto.
Al terminar de gritá le ocurrio lo mimmo caora, metió la cabesa debajo de los braso y se queó pillao. Ya verá como enreasiona: Mira Chato lo que tengo pa ti solito, mira, cuchi, miarma. Y mi Beti güeno, aondestá er bético mas gueno de toa la bachillera? Mira chato lo que tengo pa ti solito, mira.
El Padre Bético: Shhrrrrrrrrr, sjjjjjjjjccccchhhhhhhhhhh, los muerto, shhhhhhhh, ajjjjjjjhhhhhhhhh, lon sivillista esto.
Gertrudi, ar favó de traerte los cirio der gran podé y ar favó densenderlo y dapagá la lú, ar favó.
El niño Bético: Popá, tu cree quer Sivilla va paseá otra copa desde laropuerto hasta la Plaza Layuntamiento enotra vé.
Po yo quiero que me lleve.
La Madre Bética: Niño, ar favó en, dea tu padre en pá y no li diga esas cosa que vantrán coma, en. Que tu sabe lo sentío que é tu padre.
Ademá nostá reasiondo a mis liguero virdinblanco. Laño pasao se lonseñaba y me cantaba limno der beti mientra me chupaba las liga der liguero. Pero esta año er disgusto tiene que sé menuo porque nontiendo na de lo qui dise.
La Niña Bética: ¿Momá, letraemo er cuadro del lociento que le regalo er consejero der betin cuando er betin ganó la coparrey?.
El Niño Bético: Po yo he visto en er caná sú que como er Sivilla gane la copa va vení desde Englasgou en barco hasta la torre loro.
Al Padre Bético le comienzan a entrar convulsiones, acompañadas de un frío sudor.
El panorama de la casa bética es desolador.
Las luces apagadas.
Cuatro hachones morados tipo paso del Cristo de Burgos iluminan el salón.
Nadie habla.
En la calle, y como ocurre en los Estados Unidos cuando pasa un tornado: tan solo se escucha el viento. Pareciera que el Huracán Hugo estuviese a punto de pasar por Sevilla. No se escucha un ruido. El silencio que todo lo inunda solo es turbado por los ruidos emitidos por la tripa del Padre Bético, que a modo de ventriluoco Loperiano ha logrado tal grado de control sobre los movimientos peristálticos del estomago, intestino shiquetito e intestino grueso que es capaz de reproducir el himno del Betis con los ruidos de la tripa.
La Madre bética reza un rosario Loperiano, que es un rosario normal pero las bolas son cabezas similares al busto de D. Manué.
La Niña Bética tiene en cada mano una manopla mojada en agua fría y de manera suave se las pasa por la nuca al padre, que no reacciona.
El Niño Bético es el único que mantiene la calma, se despoja de las camisetas del Betis que tiene puestas, se quita todos los collares con escudos del Betis, con logotipos del Nocentenario y con la cara de D. Manué y se sale a la terraza a tomar aire fresco. Desde la terrazita contempla en el tendedero de la casa de arriba una camiseta del Sevilla tendida en los cordeles por encima de su cabeza. Al Niño Bético le recorre un terrible escalofrío por todo el cuerpo. Contempla el escudo del Sevilla f.c. como hipnotizado.
El ambiente es terrorífico. Jamás un barrio sevillano respiraba tanta tristeza, tanto dolor, tanto sufrimiento, tanto odio contenido.
La situación del Padre preocupa en demasía. Ante la madre y la niña, el padre no responde a estímulos externos. Comienza a delirar.
La Niña Bética: Popá, ¿estás gueno, popá? Nomasuste popá, arfavó, en. Venga popá, si te pone contento ti vi a disí que mi novio er Jarsivelli ma disho que alomejón dea de aparcá coshe en er camporbetin y sapunta a un curso papendré a vendé pipa y lata coacola los día de partido.
La Madre y la Niña extremadamente preocupadas llegan a la determinación de jugar la última baza antes de dar por perdido al Padre. Deciden hacerle reaccionar.
La Madre Bética: Niña, con cuidaito, en, no vaya sé peó erremedio que lanfermedá, en. Con musho cuidaito, en. Tu coje lo der cuarto er niño que yo via a í a ar cuarto mío.
La Niña Bética: Momá, ¿lo saco tó, o dejo argo guardao?
La Madre Bética: Amo a sacarlo tó miarma, que la cosa está fatá. Enllevamo vintitré año de casao y nunca lovisto así, esta ha sio la crisi má grande catenio. Amo a sacarlo to.
Como si fuera el mercadillo del Parque Alcosa el salón se llena de fetiches virdinblanco de cuando el padre bético era un hincha del gol sur del campo er beti, de cuando el campo er beti era er campo er betin de verdá.
La madre y la niña con una suavidad inimaginable levantaron la cabeza del padre, le secaron los lagrimones que corrían por su rostro y le susurraron al oido frases que arrancaron una sonrisa. Todo sucedió despacio como la cámara superlenta de los toros en el canal plus pirateado.
La Madre Bética: (Susurrándole por el oído izquierdo). La coe Cardeñosa, regatea ar defensa der Burgo, Alabanda le hase la conbertura, se la echa a Biosca y este retrasa a Esnaola que va a sacá de portería...
La Niña Bética: (Susurrándole por el oído derecho). Abre los ojo popá, abre los ojo que va a sé el hombre má feli der mundo, ar favó popá, abre los ojo, en, mira que cosa má bonita popá, mira tu betin, miralo, abre sosojo popá, que si abre los ojo ti vi a quitá toa las pipas de sandia que tan caio nel ombligo, vale popá, abre lo sojo popa, ar favó, por favó popá.
Afortunadamente el padre comienza a reaccionar, y cuando alzó la cabeza y abrió los ojos se encontró con lo que sólo un bético de verdad, de corazón, un bético de toa la vida, pueda soñar...
Cuando el Padre Bético abrió los ojos y contempló los objetos que inundaban el salón, algo se transformó en su interior. Como La Masa, el increíble Hulk, se puso más verde que un pepino y la tristeza se transformó en alegría, las penas se convirtieron en sonrisas que inundaron el aire de toda la Bachillera y alrededores. Su rostro rejuveneció como por arte de magia.
El Padre Bético: ....Riva garriba riba, garriba er Betin campeón somo campeone despaña somo campeone despaña ner Visente en carderón.
Beeeetiiiiiiiiinnnn, Beeeeeeeetiiiiiiiiiinnnnnnnn, Beeeeeeetiiiiiiiiiiiiinnnnnn.
No sabía sobre que objeto fijar su mirada.
El salón era una fiesta virdinblanca: La Madre y la Niña de la misma forma que los padres durante la noche del cinco de Enero montan y montan y vuelven a montar los juguetes que los Reyes Magos de Oriente dejan en los salones de los niños que se han portado bien durante el año, habían con mucho esfuerzo pero en tiempo record montado todos los fetiches que en sus años mozos el Padre Bético llevaba al fútbol.
Lo primero que montaron madre e hija fue el carro de madera verdiblanco con el que el padre iba al camporbeti. El Carro era del tipo que perdió Manolo Escobar pero lleno grasa y madera en estado de absoluta descomposición debido a la carcoma. En las ruedas del carro hay pegatinas con el escudo de Betis, del setenta y cinco aniversario y como en los bancos de madera en los colegios de los niños de posguerra había multitud de inscripciones talladas con objetos punzantes tipo llaves y destornilladores. En la parte delantera del carro una inscripción destacaba sobre las demás: Er Grigorio y la Gertrudi jisieron er juramento de sangre virdinblanca er 15 de Junio de mir novisiento sitintasei. Un corazón atravesado por el escudo del Betis acompañaba a la inscripción. Contemplando el carro, el padre bético recorría mentalmente años de gloria, años de auténtico beticismo, años de historia viva, de forja de la leyenda virdinblanca.
El Padre Bético: Chati, vente pacá qui ti vi comé a beso, vente paca mi vía. Quiero endisirti una cosa: Lo quer Beti a unío que jamá lo separe er Sivilla, vale mi vía, que lo sepan nuestro hijo, en.
La Madre Bética: Grigorio, ar favó que mira como ma puesto er vello. Tu sabe Grigorio quer Beti é er motó de nuestra vida, que sin er Beti nojotro no tenemo rason desistí, tu sabe que nuestra hija fue consebida mientra Esnaola tiraba er penarti en la finá la copaerrey der Carderón. Der niño no ti vi a disí na, que ese é er garbanzo negro la familia que fue consebío cuando Sebio Río falló un gó clamoroso en la finá der novintisiete contra er Barsa, en .
El Padre Bético cogió entre sus brazos un cuadro donde se veía el burro que tiraba del carro verdiblanco completamente abarrotado de hinchas béticos en la parte trasera. El Burrito tenía de rodillas para abajo las patas verdes y portaba una gorra rociera de rayas verdes y blanca.
El Padre Bético: Porejito. Porejito er Burrobetin. Que penita. Macuerdo cuando se murió que lonterramo aonde ahora está er parco der campoerbetin, lonterramo con una gufanda, la bandera y un escudo der Betin darpaca.
El momento cumbre de la noche llegó cuando el padre reparó en la cabrita verdiblanca embalsamada.
El Padre Bético: Mira, mirala, que maravilla, mi cabra delarma, mi cabrita virdinblanca, que nos jasia ma llevadero los partío en tersera. Está iguá que era, ella con sus ojito estrabucao,(el padre quiere hacer referencia al estrabismo de la cabrita) tan linda y bonita.
Esto é lo mejo que mabí podío hasé, os quiero con locura, viní pacá quis voy a comé a beso intirita a las do.
Justo en ese momento cuando con la cabrita en brazos se disponía a comerse a besos a madre e hija, y a falta de pocos minutos para la finalización del partido, Jonatas coge la pelota, se la pone larga, corre, sigue corriendo, la bola le bota y la pega mordida, da un bote delante de Palop y se cuela en la red de la portería sevillista. Gol del Español. Empate a dos a falta de pocos minutos
Del mismo modo que el Vesubio estalló por los aires cuando inundó de lava Pompeya, La Bachillera y sus alrededores, que en esos momentos se extendían hasta la calle Larios de Málaga, la Punta San Felipe en Cádiz y la Calle Recogida granadina un ensordecedor ruido acolarsaba los tímpanos de media España.
Los balcones eran una fiesta verde y blanca, de repente la ciudad se había cubierto de banderas con el logotipo de los cien años que D. Manué seguirá siendo dueño del Betis.
En la casa de nuestra familia bética a los langostinos tigre, a los calamares, a los chocos, a las gambas y al salchichón les había ocurrido lo mismo que le ocurrió a la flor de la maceta del niño que se había encontrado al extraterreste E.T. el que se quería ir a su casa, que cuando metió el Español parecieron coger vida y lo que era un aspecto sudoroso, manido, a punto de ser atacado por los hongos, se transformó en un saludable aspecto, un soplo de vida recorrió los lomos de cefalópodos, moluscos y mariscos. Y por supuesto la alegría inundo los poros de los integrantes de nuestra familia.
El padre besaba a la cabrita en los labios y con la emoción empezó a darle puntazos a la cabra en pleno extasis verdiblanco. Madre e hija contemplaban la escena con resquemor.
Con la algarabía del gol, padre, madre e hija no habían reparado en el hijo que permanecía en la terraza ajeno a lo que estaba ocurriendo en el salón.
La Madre Bética: Grigorio, dinme la verdá con er corazón en las mano. ¿Cuándo la cabrita vivía, tu la dao candela a la cabra arguna vé?
La Niña Bética: Momá, ¿qué é darle candela a la cabra? ¿la cabra fumaba, momá?
La Madre Bética: Cállate desgrasiá y dea a tu padre encontestá lo que listoi enpreguntando.
El Padre Bético: Ar favó de dea di disí tontería, abe, Gertrudi miarma, ¿como li vi a meté yo candela a la cabra con los muslito escosío que tenía mi Gertru cuando era jovensita? Turronsito Navidá que era mi churri, un bomboncito, canela pura, con eso tacone, ese culito respingón y esas media con liguero. Anda ya mujé, a la cabrita lo má que le di fue un beso en un Beti-Palamó questaba con los amigote en le calle al lao der camporbeti y en lo arto er carro la cabra hiso er numero der cilindro pero en vé der silindro duralita le pusimo cuatro litrona de la crú der campo una ensima de otra y cantandole el himno er betin de los cantores dispali la cabra dio dié guerta en sirculo. Ese día le di unos besito en la boquita y lacarisié serca der buje. Pero ten juro po lo que tu ma quiera que daí no pasé.
Ademá, si quiere mañana seguimo con er tema la cabra, pero ahora amo a disfrutá de quen los penarti la copa la guefa se la van a llevá pa Barselona y se la van a poné ar Encristoba Colón de la diagoná corgá der dedo de la mano con el que señala al estadio Binito Envillamarín.
El partido ha finalizado con empate a dos goles y la lotería de los penaltis decidirá quien será el campeón de la Copa de la Uefa.
La familia bética está radiante. Ante la inminencia de la tanda de penalties Padre Bético, Madre Bética y Niña Bética echan la mesa hacia un lado y despejan la zona de objetos.
De la misma forma que los jugadores, se echan el brazo por encima unos de otros y forman una piña frente a la televisión.
El Padre Bético: Santa María madre de Dios.
Madre y Niña Béticas: Santa María madre de Dios.
El Padre Bético: ... ruega por nosotros pecadores.
Niña Bética: Popá, ¿ya han sacado un nuevo himno del centenario del Betin?
El Padre Bético: Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre...
Debido al tono tan alto de voz a causa del nerviosismo que inundaba los poros del hombre, se produjo un hecho jamás repetido en la Bachillera.
Cientos miles trillone siento millone de béticos se agolparon frente a la terraza de nuestra familia y repetían todas y cada unas de las frases que gritaba el Padre.
Al Padre bético le entró una emoción tan grande que se sintió por primera vez en su vida la reencarnación de D. Manué y con tono ronco-aguardentoso, en calzoncillos con lo cagao patrás se dirigió a la multitud.
El Padre Bético: Bénticos der universo!
La Murtitú de Bético: Ehhhhhhh!
El Padre Bético: Estábamo hundío ener fango con la victoria de los sinvillista en la finá de hoy.
La Murtitú de Béticos: Ehhhhhhh!
El Padre Bético: Pero Jonatan ha metío er empate y ara van a tirá los penarti, por eso tenemo que resarle ar Dios de los penarti chungo pestiño.
Enenerrepetí cormigo béntico der mundontero: Dió de los penarti mal tirao, manifiéstate, ar favó Endiosmío, ar favó as acto denpresencia, Diós mío.
La Multitud de béticos van preparados para la ocasión y todos y cada uno de los integrantes de la multitud bética lleva su KIT Bético, consistente en diez cohetes, una ristra de petardos, veinte bengalas, una camiseta del Abé cuando lo Ciento, y la parienta y los niños acompañándolos.
Desde el centro de la multitud, una voz se alza y deja el ambiente del barrio como el de un iceberg. La voz desconocida dijo: ¿Qué no sabe tu que da mar bajío hablá de los penarti cuando se van a tirá los penarti duna finá, maricona?
El silencio era como un queso de bola. Fácilmente se podía cortar.
Dentro de la casa la Madre y La Niña Bética contemplaban a Palop corriendo por la banda con los brazos en alto. Cuando fueron conscientes de lo que había sucedido se pusieron manos a la obra.
Llamaron al cero sesenta y uno y sacaron el vídeo de la final de la Copa del Rey del año setenta y siete.
Cuando la ambulancia llegó, la multitud ayudó a meter en la camilla al Padre, Madre y Niña convencieron a médicos y ATS para meter en lo del electrocardiograma la cinta de vídeo de la final. Totalmente entubado tuvo fuerzas aún para hacer dos preguntas antes de ir al Virgen del Rocío: ¿Quiené er que sapuesto lan camiseta der Sivilla y sa colao en mí terrasa? y ¿Aonde vamo, disirme aonde vamo?
Cuando madre y niña contemplaron al hijo con la camiseta del Sevilla en su terraza celebrando con los amigos la Copa de la Uefa conseguida por el Sevilla f.c. le dijeron que estaba viendo visiones, que se tranquilizara, que los nervios le estaban haciendo distorsionar la realidad.
A la segunda pregunta le contestaron con un: Pa sacá ar Betín de la Uvi hay que meterlo en la Uvi primero, y que cosa mejón que representá ar Betin y entrá en la Uvi, en?
El Padre Bético esbozó una sonrisa y le preguntó al Camillero que como iba er Sivilla.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Di En.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.